Meat Puppets + Rojo Omega – El Sol (Madrid)

Treinta y dos años hemos tenido que esperar para ver a los hermanos Kirkwood sobre escenarios españoles, al menos ese el tiempo que ha pasado desde que los dos hermanos montaran Meat Puppets a principios de los ochenta en Phoenix. Meat Puppets comenzarían practicando Hardcore Punk, tan en boga en aquellos tiempos por los Estados Unidos, y muy pronto pondrían en práctica todas las influencias absorbidas durante su niñez, para dar forma durante toda su carrera a una extensísima discografía que destila: Country, Psicodelia, Powerpop, Punk, Heavy, y todo ello en una trayectoria creíble. Y es que ellos, sin saberlo y sin pretenderlo, puede que fueran, en parte, inventores del Grunge o el Stoner.
A pesar de todo ello, Meat Puppets siempre han jugado en la segunda división en cuanto a publico admirador y ventas de discos, y parece que su visita a España no iba a ser más en ese sentido. Una sala El Sol con tres cuartos (aproximadamente) de la entrada corroboraba que estos geniecillos nunca serán pasto de mass media, por mucho que Kurt Cobain les invitase a la grabación de su Unplugged, y otros músicos de la época Grunge les reivindicaran como principal influencia.

Momentos antes pudimos ir calentando los tímpanos con el Punk & Roll crudo y sin concesiones de los veteranos (a pesar de su juventud) madrileños Rojo Omega; power cuarteto que demuestran, cada vez que enchufan sus instrumentos, que para esto del Rock & Roll, la actitud sobre las tablas es un ingrediente que no debería faltar en ciertas formaciones. Rojo Omega es de ese tipo de grupos que parecen estar tocando sin pedir permiso a nadie, sin tiempo para dar las gracias y con la urgencia inherente a la velocidad de sus temas. Si a eso le unimos que cantan en castellano y que, además, sus temas no tienen desperdicio, tenemos una banda más que solvente sobre los escenarios de este país. Así sí.

Volviendo a los Meat Puppets, la formación se completaba, además de por los mencionados hermanos; por el hijo de Curt Kirkwood, Elmo Kirkwood a la guitarra rítmica y por Shandon Sahm a la batería, que a los dos minutos de actuación ya se había desprendido de su camiseta.

Con una sola copia de setlist a los pies de Kurt, como si el resto de la banda supieran de antemano lo que iban a tocar, la banda se lanzó en picado sobre su audiencia con canciones tan variadas y diferentes entre sí que hubieran dejado descolocado a todo aquel que no les conozca demasiado. Y el setlist de adorno o de atrezzo porque el orden no se respetó para nada; miradas, guiños y pequeños gestos eran suficientes para que el maestro de ceremonias Curt hiciese ver a sus compañeros que derroteros debía llevar el concierto.

No faltaron los tres temas aparecidos en el Unplugged de Nirvana: «Lake on Fire», «Oh Me» y «Plateau», tocadas con la suficiente electricidad, sapiencia y mala uva a partes iguales, como para dejar las versiones que salen en el disco de los de Seattle a la altura de una anécdota. El concierto, no obstante, no sólo fue por el camino del Rock, también viajó por la senda del Country que los hermanos Kirkwood tanto admiran (para desgracia de algún que otro despistado que pensaba haber pagado por ver a Mudhoney) con temas como: «I´m a Mindless Idiot», «Climbing» o la versión del «Hey Baby ¿Qué pasó?» de los Texas Tornados.

También se acordaron de rendir pleitesía a los Beach Boys con una versión de «Sloop John B», un tanto accidentada y desastrosa (todo hay que decirlo), con el batería por un lado, el hermano de Curt algo despistado y el propio Curt con cara de haber querido terminar el concierto en ese preciso momento. Es el peligro de hacer a uno lo que le venga en gana, ahora ya sabemos porque Meat Puppets nunca recibieron el beneplácito de un público más amplio, a estos tíos nunca se les podrá domar.
 

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