Nacho Vegas

Nacho Vegas habla de sus Cajas de Musica Dificiles de Parar

De todos es sabido la debilidad que tenemos en esta revista por Nacho Vegas, desde que cayó en nuestras manos Actos Inexplicables (Limbo Starr, 2001) hemos sentido una especial vinculación hacía el músico gijonés. Ahora acaba de editar Cajas de música difíciles de parar, un doble álbum arriesgado y complejo, ante el que hemos querido mantenernos en un segundo plano, dejar que el protagonista sea él; Nacho Vegas nos cuenta uno a uno, todos los secretos que encierran estas Cajas de Música Difíciles de Parar.

Noches árticas
Con Sonic Boom en la cabeza, y Brian Eno más abajo, entablamos este singular duelo de narices. Gastamos dos millones de ecus en grabar arreglos con la Filarmónica de no sé qué República Socialista, pero quedaba demasiado bonito. Ya se sabe: completar a fuerza de quitar. Me gusta el negro brillante del ébano, pero más me gustan los coros finales a dúo con Jairo.

N. V. Por La Paz Mundial
Una pena; si el disco hubiese salido unas semanas antes tal vez hubiesen puesto esta canción en la entrega de los Goya, lo cual me hubiera reportado unos suculentos derechos de autor. Que me traigan la paz y me corten la cabeza.

Todos Ellos
Una mañana salí de mi casa. Fui a comprar tabaco al quiosco que hay enfrente de la playa, y el quiosquero se ofreció a regalarme el paquete de Lucky si adivinaba “el componente principal de la pastilla que utilizan los hombres para hacer el amor”. Como yo no tenía ni idea, me cobró el tabaco. Unos minutos después se me acercó una mujer que solía vender periódicos en la calle. Sacó dos fotos: una de la que dijo que era su hermana, y otra, arrancada de una revista, de Lady-Di. Ella aseguraba que eran la misma persona. Mirándolas bien, la verdad es que tenían un aire, así que yo le concedí: “sí, se parecen”. Ella me pegó un grito que casi me tira al suelo: “¡No se parecen! ¡Es ella! ¡Mi hermana es Lady-Di!” Después se dio la vuelta y echó a correr, y luego no volví a verla nunca más. Cuando regresé a casa comencé a hacer esta canción.

El Mundo En Calma
Sólo puedo decir de esta canción que contiene mis versos favoritos de todo el álbum, los más certeros: Me muevo de la cama a la cocina / y en el camino me vuelvo a perder.

Sólo Viento
En un principio esta canción iba a tratar de cómo un gordo fimótico de profesión pastelero abusó de mí en un motel de Ciempozuelos, pero al final no guarda la menor relación con esa vulgar historia. En realidad está inspirada en un verso del siempre grande Will Oldham (“I am only wind and weather, only to you”), y contiene un préstamo de los Smiths. Es la preferida de la banda.

En El Jardín De La Duermevela
Una canción para sacar a pasear ese honor castrense que todos llevamos dentro. Si no cojo el teléfono, búsquenme allí. O mejor no me busquen.

Tu Nuevo Humidificador
Esto lo cantaba Bill Callahan (Smog): “La mayoría de mis fantasías tratan acerca de / hacer que alguien se corra. / Ser de una absoluta e implacable utilidad.” Cito de memoria pornográfica.

La Plaza De La Soledá
No recomiendo a nadie que se pasee por allí; es un lugar oscuro y cutre, habitado por seres abyectos y engañosos. Un lugar al que sólo un imbécil le haría una canción. Si algún vecino te invita a tomar un té a su casa, y al llegar ves que tiene puesta la miel al baño maría, retrocede. Lo contrario sería la mayor equivocación de tu vida.(Esta canción era para Françoise Breut, aunque ella no lo sabe.)

Por Culpa De La Humedad
Ramona y su marido iban a la boda de unos amigos. De camino, en el coche, él le dice que quiere divorciarse. Después del convite ella llora mientras le mira a él bailar la conga. Me cuenta lo del divorcio, y también que está harta de su farmacia y que tiene dos hijos adolescentes que la tratan como a un trapo. Me pide que le cante canciones al oído. Por lo menos así sonríe. Incluso se ríe un poco, la golfa. Luego, cuando bajo al baño, me encuentro al marido que sale de empolvarse la nariz. Me invita a follarme a Ramona, oferta que yo declino con amabilidad y un elocuente gesto de la mano. Lo único que usé fue su nombre, pero también podemos hablar de justicia poética.

En La Sed Mortal
Victor Lenore, que es el Phil Spector de los críticos musicales, me obligó a punta de pistola a largarlo todo sobre esta canción en el Rockdelux. Por supuesto, todo lo que digo en esa entrevista es mentira.

El Salitre
Ahab: “Si el barco pierde aceite… ¡Que se pierda! También yo soy pura pérdida… Estoy lleno de cascos que pierden (…) Sin embargo, no me detengo a obturar la falla, porque ¡quién podría descubrirla en un casco tan cargado, quien pretendería taparla, aun en el caso de que la encontrara, en medio de la tempestad ensordecedora de la vida!”

Mark Spitz
De pequeño alguien me regaló un libro llamado “Héroes del siglo XX”. Allí estaba Mark Spitz, al lado de Joe Louis y Pelé, con ese bigotillo suyo y esa melena que enseguida te llevaba a imaginártelo (no yo, que era un crío) enfundado en unos pantalones de cuero que le dejaran el pompis al aire. Me acordé de él para esta canción, no sé por qué. Jairo y yo buscamos en la red esperando que hubiera tenido un final lo más sórdido posible, pero lo cierto es que vive felizmente casado en su rancho de California y vota a los republicanos. Ni yonqui, ni maricón, ni ná. Una decepción, vaya.

Gang-Bang
París es una ciudad que detesto. Es más fea que Albacete. Y Amsterdam es aún más fea y detestable que París, así que imagínense. Supongo que alguna vez fue algo con solera, pero a día de hoy Europa entera es una bazofia. Esta es mi categórica sentencia, y esta la canción que sirve de banda sonora. Por cierto, apenas conozco París.

Stanislavsky
Un domingo, tras haber terminado de pasar a limpio la lista de cosas que me arrepentía profundamente de haber hecho y dicho el sábado por la noche, me encontré con la terrible disyuntiva de quedarme en casa viendo Tómbola o ir a ver una obra de Chejov que representaban en el Teatro Jovellanos de Gijón. No muy convencido opté por Chejov. En el camino de vuelta a casa yo iba repitiendo, con voz declamatoria, las últimas frases de la obra: «¿Para qué vivimos? ¿Para qué sufrimos? ¡Si lo supiéramos! ¡Ah, si lo supiéramos…!» Luego, en casa, puse la tele para ver el final de Tómbola, y cuál fue mi sorpresa cuando escucho a Yola Berrocal pronunciar prácticamente las mismas palabras, toda atorada por un envite del Mariñas. Ya no hay grandeza que valga en este mundo.

La Sed
«The hole» es una canción de Townes Van Zandt, una de las más terroríficas que he escuchado nunca. Una de las que sólo se puede escribir después de un largo y duro viaje, cuando uno ha sobrevivido para contarlo. En ella habita la “mujer de ojos verdes”. Con todos mis respetos.

Monomanía
“I just had to keep on movin´”; este verso de Guilty (Randy Newman) fue el inspirador de esta canción, sospecho que la misma a la que Calamaro hace referencia en un pasaje de “Honestidad brutal”. Así, como Randy Newman pero sin la coca. Puedo citar otras fuentes de inspiración: una canal de televisión local madrileño, en el que unos religiosos zumbados entonaban cánticos gospel con la esperanza de liberar sus maltrechas almas. Y mi admirado Kris Kristofferson.

Etcétera
Dylan decía que las canciones están ahí, esperando a que alguien las escriba. A menudo tengo la sensación de que yo no elijo las canciones, sino que ellas me eligen a mí. Las malas y las no tan malas. Yo sólo hago el esfuerzo necesario para captarlas, lo que en realidad puede significar un esfuerzo considerable. Escribir canciones es un acto moral. Por lo que a mí respecta, esta es una canción dolorosa.

Maldición
Comencé a escribirla inspirado por un poema de Carver de igual título, o más bien por uno de sus versos: “Su vida entera se redujo a eso: maldición”. Después de escuchar esta canción más de uno me ha preguntado: “¿qué fue lo que hizo Ezequiel?” Y yo me digo: «pero ¿cómo quieren que yo lo sepa? Es más; ¿qué importa eso?»

Historia De Un Perdedor
Es la más autobiográfica de todas mis canciones no autobiográficas.

La Canción De La Duermevela
El disco se resume en un único anhelo: el de vivir permanentemente en estado de duermevela. Pero también en una certeza: la de que, chavalín, eso no es posible.

Tras esto, no tenemos nada más que añadir, simplemente escuchar y sentir… Gracias N.

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