Nick Cave & The Bad Seeds – Live from KCRW ([PIAS])

Quienes hayan presenciado una actuación de Nick Cave & The Bad Seeds, darán fe que pocas bandas en el mundo a día de hoy poseen ese nivel de intensidad y maestría que convierten cada uno de sus espectáculos, en una especie de liturgia.

Cierto es que por el camino han caído dos piezas insustituibles como eran Blixa Bargeld (ya dedicado en pleno a Einstürzende Neubauten) y Mick Harvey, pero el músculo de Jim Sclavunos, Martin P. Casey y su fiel escudero Warren Ellis no se quedan cortos, más aún ahora, cuando un viejo conocido como Barry Adamson (Magazine, Buzzcocks) ha vuelto a unírseles en su reciente gira para aportar solidez a una orquesta ya de por sí bien afinada.

Ahora que la banda ha recuperado el lirismo y la oscuridad de la mano del gran Push the Sky Away  en detrimento de la contundencia mostrada en Grinderman y Dig Lazarus Dig (2008), era un buen momento en acompañar su edición con la de un directo, el ya cuarto de su carrera, donde mostrar al mundo lo que ha significado esta portentosa gira.

Grabado en la emisora de radio KCRW de los Angeles el pasado mes de abril, asistimos a la interpretación de 10 temas de su discografía, -en la edición de vinilo 12 (una lástima no poder contar con «Into My Arms» y «God Is In The House» en ambas)-. Un recorrido por momentos escogidos que se hace muy escaso, para lo que es un concierto en sí de la formación, pero que resume los principales portentos de su identidad, en más de tres décadas.

De último trabajo aparecen hasta cuatro temas, «Higgs Boson Blues», oda pseudorecitada con la que abren el show, la densa «Wide Lovely Eyes» que gana en matices en su traslación al directo, la emocionante «Mermaids» con los coros de Adamson y la que le daba título, ese epílogo redondo llamado «Push The Sky Away».

Pero aquí como decíamos hay mucho más, empezando por la visita al eterno The Boatman´s Call (1997) del que recuperan la sobrecogedora «Far From Me», acompañada por el piano y el doliente violín de Ellis y la siempre grande y cuasi pastoral, «People Ain´t No Good». También se incluyen momentos pretéritos pero totalmente obligados en su repertorio, como la apocalíptica «The Mercy Seat» de aquella gema llamada Tender Prey (1988), que narraba la historia de un ejecutado en la silla eléctrica, mediante constantes referencias al antiguo testamento. O una mayúscula «Stranger Than Kindness», cuya siniestra melodía encaja a la perfección junto a sus nuevas canciones.

Para cerrar el disco,  cuando estamos totalmente imbuidos en los parajes más melódicos y reposados, nos meten la mano en el estómago para sacudirnos las entrañas con esa patada llamada «Jack The Ripper», un broche perfecto que reafirma el grandísimo estado de forma de los australianos. Un nivel de inspiración que se antoja inagotable.

 

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