Oviformia Sci + El Último Vecino – El Intruso (Madrid)

Oviformia repitieron las buenísimas sensaciones q nos dejaron en su anterior concierto en la misma sala hace unos meses, esta vez, albricias, sin problemas técnicos; todo salió bien, sonido buenísimo que dejó que se luciera el soberbio cancionero del grupo, que hasta se permitió el lujo de apartar del set esa gema que es «Plantas de Interior».
Da igual, será por temazos. La presencia de Big Toxic dota al conjunto de cierta actualización del sonido, que suena más actual, más nítido. Nada que objetar, aunque el típico sonido de sinte añejo se echa de menos de cuando en cuando.
Abrieron con «Mi teletipo» y «Hablamos de nosotros», subiendo a continuación Paco Iriarte para acompañar con su guitarra «Fashion magazines» y «Una nota de bianco». La otra colaboración de la noche fue la de Carlos Burguete, que también aportó su guitarra en un par de temas, incluida la brutal «Me odio cuando miento». Volvieron a rescatar «Hombres» y «Electricistas», así como «Esto no es broma» de Heroica. Poco más de 45 minutos en los que hicieron que bailáramos y coreáramos la totalidad de sus temas y nos dejaron con ganas de más. El regreso de Germán Espada y Luis Prosper no solo es una gran noticia, es una realidad consolidada. Esperamos más conciertos como éste.
Al escuchar a El último vecino te vienen a la cabeza nombres como Comité cisne, Décima víctima, La Mode, el pecho de Andy y grupos similares que mezclaban guitarras con teclados y tenían ese punto oscurillo que les acercaba a la dark wave. Pop cristalino con un toque oscuro muy, muy bien hecho, demuestran que se pueden hacer muy buenas cosas mirando a esa década tan manida, amada y denostada a partes iguales. Como nos recuerda el vinilo q se presentaba en este concierto, la BSO de El futuro, no todo en la Movida era petardeo y frivolidad, hubo docenas de proyectos muy interesantes que no tuvieron tanta atención mediática y que conviene desenterrar.
Tocaron lo más efectivo de su repertorio (o sea, casi todo), destacando bombazos como «Tu casa nueva», «Tú no estás asustado», «Antes siempre esperaba», «Culebra, columna y estatua» o «Qué más da», con ese final que remite directamente a «Love will tear us apart»; los guiños a Joy Division están presentes, no muy obvios pero sí evidentes para el que escuche con un mínimo de atención. Esos ritmos entrecortados, la tensión de la batería, riffs precisos como cuchillas, y los teclados subrayando todo, en unas composiciones brillantes de melancólica luminosidad y letras muy personales y pegadizas, de las que grabarías a tus amigos en una TDK de 90.
No las tenía todas conmigo sobre cómo iban a traspasar al directo su sonido y salí encantado de la sala, las versiones en directo incluso superan a las de estudio, sonido muy limpio, la contundencia que aporta la batería, la límpida guitarra y la presencia de Gerard Alegre Dòria, (con un estilismo inenarrable que no habría desentonado en las primeras filas de un concierto de Derribos Arias) al que se le quedaba pequeño el escenario de la sala. Influencias de multitud de grupos, españoles y foráneos, pero sobre todo de una atmósfera, de la inocencia perdida, de una época que se nos fue y recordamos con el engañoso tamiz de la nostalgia, ese a veces llamado sonido Valencia (ellos son de Barcelona) que tantas alegrías deparó en los 80. Fantásticos.

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