Pony Bravo – Teatro Central (Sevilla)

Nos presentamos en el Teatro Central de Sevilla a escuchar cómo sonaba en directo el nuevo trabajo de Pony Bravo, Un Gramo de fe (El Rancho, 2010), quienes se hicieron rogar ante un público que llenaba casi en su totalidad el recinto.
“La voz del hacha” empiezo a resonar en las paredes, cruda y directa para hacernos partícipes de lo que nos depararía la hora y media que duraría el espectáculo, presentando uno a uno todos los temas del nuevo disco (no se escapó ni el mini-corte del álbum “Mangosta”), todo ello aderezado por la “re-presentación” de la mayor parte del primer disco del grupo (echamos mucho de menos “Arcanul”, por ejemplo).
El estar en su tierra no hizo sino acrecentar la complicidad con el público, puesto que no más allá de estas fronteras sureñas podrían comprender los hechos relatados en “Pumare-Ho!” por parte de Daniel Alonso sobre yonkis, casas okupas, policía y redadas en dicha zona de la ciudad.
Sonaron claros, nítidos e irradiando en cada corte una amalgama de sonidos, sensaciones y diferentes ritmos que hicieron que el concierto no pudiera ser llevado en ningún caso al extremo de la linealidad, ya que, si algo tienen Pony Bravo, es que nos sorprenden en cada corte, y saben llevar esa misma sensación de estudio a su directo, inclasificable.

Cambios constantes de instrumentos por parte del grupo, haciéndonos ver la camaradería existente y su virtuosismo múltiple, poniendo especial atención en la entrega de Pablo Peña, sintiendo cada punzada de su bajo y cada riff en su guitarra haciendo que el ritmo se contagiara por todo el teatro.
Sonó “El Rayo” tan fulgurante como siempre, “Pony Bravo” nos invitó a galopar y “La Rave de Dios” nos sumergió en una horda de humo, surrealismo religioso y talento a partes iguales.
Tuvieron que salir hasta en dos ocasiones para saciar la sed del público, un primer momento de transición “Hipnosis Groove” para después destilar lo mejor del repertorio bailable “China da miedo” y Sunset” para cerrar un bis de menos a más. Para el final uno de los mejores sabores de boca posible, “Trinchera”, para dar por cerrado el fin del comienzo, puesto que este Pony come de inmensos pastos sin fronteras conocidas.

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