PopArb 2014 – Arbúcies (Girona)

Aunque por primer año en sus diez de trayectoria PopArb se ampliaba un día con una fiesta de bienvenida de la mano de Joana SerratGuillamino y Miqui Puig como dj, el gran grueso de conciertos se acumuló en las noches de viernes y sábado, ambas con sus puntos climáticos ya previsibles de la mano de Mazoni y Mishima respectivamente. Pero no solo de puntos climáticos se vive:  la buena música, el buen humor y la buena organización de quién se sabe ya veterano reinaron durante el transcurso de todo el festival, celebrado en la immejorable localización de Arbúcies. ¿Las sorpresas? L´Hereu Escampa y The Free Fall Band.
Raydibaum inició el viernes como un buen entrante: no fue lo más destacable del menú pero cumplió su función con un pop de fácil entrada dejando paso a los cuentos de Pau Riba. Como un crooner un poco venido a menos ante un público que aún no había bebido lo suficiente para dar muestras de euforia inició su actuación anunciando que había pescado un Pascal, Pascal Comelade, que acompañó desde las teclas la magia del veterano. Como siempre Riba encontró espacio en su forma entre tierna e infantil para la reivindicación social, lanzando una llamada a favor de los desahuciados.
Turno para Refree al otro lado del espacio -cabe destacar la agilidad en el alterne entre los dos escenarios, que evitó esperas entre grupo y grupo-: Raül Fernandez brilló especialmente durante la locura instrumental del final de «Avui ho he vist» y la interpretación de «Les veïnes russes». Ya veteranísimo del festival, se acompañó de una formación que tampoco podía defraudar: Xavi Lloses, Nico Roig, Oriol Roca y Miquel Sospedra, mereciendo este último algún tipo de premio -lanzamos desde aquí la propuesta de un pequeño recinto Sospedra para el año que viene- al tocar con Refree y Mazoni la primera noche y con Sanjosex la segunda.
Una masa de gente hasta entonces invisible apareció de repente a la vez que Manel empezaba con su «Al Mar», siendo esta la primera ocasión para la mayoría del público del festival de cantar a pleno pulmón. A continuación desarrollaron una setlist que combinaba canciones de su nuevo cd -seguidas por pocos- con los verdaderos éxitos de su directo: «Boomerang», i «Aniversari», subida total éste último. Sólo un par de canciones de Atletes baixin de l´escenari se salvaron de ese toque de monotonía: «Vés Bruixot», aunque más por su calidad de temazo que por las fuerzas puestas en el directo, y «Teresa Rampell», que hizo de epílogo con la colaboración de Dani Vega, guitarrista de Mishima, que se puso a romper su instrumento ante la confusión de los que habían venido a ver a unos tíos «normales». Golpe de efecto que ayudó a compensar un poco la sensación que el escenario no suma nada a la banda que no demuestren en sus álbumes.
Carlos Cros aportó su dosis de trompetas y pop-rock estilo Tequila presentando su nuevo trabajo Nadie se resiste al amor. Recomendado por Love of Lesbian, Leiva, Sidonie o la Habitación Roja entre otros, quizás tanta expectativa le jugó un poco en contra a la hora de  contentar a los que lo conocíamos por primera vez.
Fue con Mazoni que llegó el momento cubre de la noche. Como ya viene siendo costumbre, Jaume Pla y compañía rebentaron el escenario a base de sus recientemente adoptados ritmos electrónicos demostrando de nuevo que nos equivocábamos al dudar de la arriesgada apuesta de Sacrifiqueu la princesa. Un concierto de aquellos en los que no se puede destacar ningún tema por estar todos en lo más alto cuanto a motivación: mientras los un poco más jóvenes gritábamos con «Biologia», «23 d´abril» o «Totsants», la masa femenina treintañera que parece seguir al grupo a todos lados se deshacía bailando con «Gised». De nuevo previsiblemente -pero oye, qué se le va a hacer si funciona tan bien- cerraron con «Eufòria» y aplausos unánimes. No serán los mejores poetas, ni los músicos más existenciales, pero podemos afirmar que Mazoni siguen teniendo uno de los mejores directos del panorama pop catalán de, digamos, primera división por lo que a público refiere.
Hubo que escoger a continuación entre quedarse en el mismo recinto para ver a DjAmable, director en su momento de la Zeleste y dj residente después en su reconversión en Razzmatazz; irse a la sala Barrock -sí, habitantes de capital, los pueblos de 6000 habitantes también tienen sus buenos locales- a por DjDelafé, el ex batería de Mishima y creador de Delafé y las Flores Azules; o a La Consulta con L´Hereu Escampa. Como fans del underground que somos nos fuimos de cabeza a este último pequeño bar y acertamos de lleno: los gritos punk de este insólito dúo de Manlleu seguramente se oyeron por todo Arbúcies siendo como era madrugada. Dentro, al menos, el mejor sonido/ruido de la guitarra de Carles Generó y la batería de Guillem Colomer aplastados con sus voces nos dejaron sordos de placer, sumando un punto más a favor de esta joya llamada Famèlic Records que parece que no deja de dar en el clavo vez tras otra. Como buenos dominantes del fuego que son, jugaron a su favor la desventaja del alcohol acumulado por todos al ser clausuradores de la noche y combustionaron su Llamp de Déu en los apenas metros cuadrados que ocupaban.
Línia Maginot abría el sábado amenizando la piscina municipal. Demasiado temprano para nosotros, nos conformamos con tararear un par de veces su genial «No és rara, és diferent» de camino y disfrutamos de un mediodía de agua e insolaciones patrocinado por Dj Txarly Brown, que se atrevió hasta con una mezcla del «Wonderwall» de Oasis con la base de «Je t´aime moi non plus». Al mismo tiempo, Dj Phil Musical, nombre tras el que se esconden las gafas de Òscar Dalmau, pinchaba en Prat Rodó, escenario en el que luego se sucedieron Barbacoa, 4 hiverns y Xavi Alías mezclados con un río que parecía un instrumento más. De nuevo, chapeau por la elección de los espacios.
Una de las actuaciones más esperadas por muchos era la de Renaldo&Clara entre los árboles de la terraza de Can Torres. Especialmente dulces en la ejecución de «Lilà» y «Girasols», ni la inaudibilidad de las intervenciones de Clara Viñals hacia el público logró decepcionar a los fans de esta voz angelical. Con la colaboración de Ferran Palau en «Migrador», hasta ahora nunca vista en un escenario, acabaron de redondear lo que se convirtió en el mejor bálsamo anti-resaca justo antes que empezara la noche de nuevo en el tándem de escenarios principales.
Introducción de mano de Caïm Riba, que presentó -siguiendo la maldición de los que abren escenario no de manera muy memorable- su primer trabajo en solitario, A 306 Km, en paralelo a Pastora, su hasta ahora principal proyecto al lado de su hermano Pauet Riba y Dolo Bertrán; pero el verdadero pistoletazo de salida lo dieron Me and the Bees, presentando a algunos espectadores su nuevo Mundo Fatal y a la mayoría a ellos mismos. Una pizca de sus intervenciones después de cada tema en plan colegueo tiene su música: lo que escucharíamos en una fiesta en el garage de nuestros padres sabiendo que nos lo pasaremos muy pero que muy bien. Algo tuvo que ver, seguro, la incorporación de Guillem Caballero al teclado; al que fue miembro de los geniales Surfing Sirles también pudimos verlo más tarde acompañando Joan Colomo, igual que sucedió con el guitarra Carlos Leoz. Lo mismo que decíamos de Famèlic (a parte de L´Hereu Escampa: Univers, Ocellot, Ohios…) lo aplicamos a La Castanya (a parte de Me and the Bees: Aliment, Beach Beach, Furguson…). Al igual que con los festivales, se tiene que reconocer el mérito a todo una generación de pequeñas discográficas catalanas que ha respondido a las dificultades económicas del momento con una fuerza creativa incuestionable y una apuesta por la calidad independiente.
Llegó otro de los conocidos, Carles Sanjosé, para interpretar su apropiadamente titulado Festival acompañado por Xarim Aresté como recordatorio de la suspensión del Jiwapop, donde tendría que haber estado tocando al lado de Gerard Quintana. Sanjosex sonó esta vez muy Mazoni, cosa buena si tenemos en cuenta el éxito de éstos la noche anterior, aunque como siempre con ese toque cantautor y ese pronunciado aire mediterráneo que inunda su música. Público y banda unidos en alabar las cosas sencillas de la vida.
Se abría el escenario al otro lado para mostrar a cinco figuras de blanco, las de los integrantes de The Free Fall Band: Jan Bosch, Marc Salicrú, Miquel Coll, Xavier Armiñana y Marc Rodríguez. Se ha dicho contínuamente que son jóvenes, muy jóvenes para lo que llevan a sus espaldas -«y lo maduro que es su sonido», añadirán algunos: como desconozco el significado de dicha expresión me asbtengo- pero injusto es destacar el factor edad cuando hay tan buen material: si en lugar de veintitantos tuvieran treinta, seguirían llamando la atención por calidad. Con la poco habitual presencia de un clarinete, letras brillantes sin pasar por lo barroco y temas de registros poco habituales por estos lares como «Oh, What An Awkward day» o verdaderas preciosidades como «Look At Me Run, Dear», ofrecieron una de las actuaciones más consistentes del festival sin necesidad ni tan siquiera de hablar entre tema y tema. Una cosa quedó clara: Münster Sights es de lo mejorcito del año y en directo suena igual de bien o más. Se suele hablar al comentar un concierto de fuerza, de dinamismo, de si el público ha saltado o no, pero es difícil encontrar músicos que más allá de eso logren transmitir emociones con la misma potencia que tiene la escucha en privado de un cd: «I will try to look my best and show my feelings for once, I´ll let you see them«, cantaba Jan. Bueno, pues pudimos ver los de todos y nos cautivaron totalmente. Un orgullo para Mataró.
Tomaba el relevo su padrino, Miqui Puig, junto a la nueva Agrupació Cicloturista, con puro pop, buen humor y una movediza declaración de intenciones, «Com una de Duncan Dhu». Más oscuros se presentaban a continuación Anímic con su Hannibal, una verdadera delícia que inducía al trance colectivo -e individual a juzgar por el contínuo headbanging de Louise– pero que sigue antojándose más placentera escuchándose en ambientes más íntimos.
 
Y llegó Mishima, y aunque no tiene mucho sentido hablar de cabezas de cartel en un festival tan igualitario, se convirtieron desde las primeras notas en lo más parecido a ello. Siendo una de las bandas siempre presentes en el PopArb y, de hecho, en casi cualquier acto que reivindique la escena pop catalana, volvió a aparecer en Arbúcies para deleitarnos con su ya alabado aquí L´Ànsia que cura. Hubo tiempo para todo tipo de temas, -también para risas, las provenientes siempre de aquellos que oyen por primera vez «Ossos dins d´una caixa» y «Els vells hippies»- de hecho casi esperábamos ya alguno de sus tiempos anglófonos, y como siempre su tendencia al himno hizo que hubieran diversas entonaciones colectivas: que si «Lampedusa, Lampedusa» («Mentre floreixen les flors»), que si «amor no em facis treballar» («Mai més»), que si nananás y parapás varios… Pero el momentazo de su paso por el escenario y de todo el festival, lo que quedaría como imagen, vino por una decisión escenográfica: estaba aullando el público como viene siendo tradición durante el pasaje instrumental de «Tot torna a començar» cuando subieron al cielo fuegos artificiales ante las inocentes bocas abiertas de todos.
Eclipsada totalmente quedó la propuesta experimental, quizás demasiado para el tipo de asistente que atrae este evento, de CaboSanRoque después de tal estallido. Incluso con el posible efecto anticlímax yéndole en contra, Joan Colomo animó de nuevo al público y cautivó como siempre a todos los presentes con una mezcla de canciones de su nuevo La fília i la fòbia, éxitos anteriores como «Màgic» que hicieron cantar a la mayoría e incluso fragmentos de temas como el por suerte ya enterrado «Dime» de Beth. La misma mezcla de voz dulce, presencia lunática y elecciones alocadas que hicieron exclamar al hombre de mi delante lo que no podría haber expresado mejor «Pero este tío… ¡este tío es un genio!».
La formación electrónica Lasers se encargó de alargar hasta el amanecer la fiesta para aquellos que no tenían suficiente justo antes de que Arbúcies volviera a la normalidad, o a la que viene siendo su normalidad desde hace diez años: esperar que el siguiente PopArb supere el alto listón colocado por éste.
 

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