Pshycotic Beats – Dormihcum (Log Lady)

El segundo disco del músico y productor Andrés Costureras para su proyecto Pshycotic Beats será, sin duda alguna, una de las grandes sorpresas de la música nacional en este 2013. Sorpresa tanto para los que lo descubran con este Dormihcum como (tal vez incluso más) para los que le seguimos desde su debut con Rexer Flash (autoeditado,2011).

Aunque Dormihcum funciona como continuación de su anterior trabajo tanto por su nombre (esta vez un somnífero, en Rexer Flash un antidepresivo) como por temática (segunda pieza de una trilogía conceptual sobre los trastornos mentales y del sueño), el cambio es espectacular. La primera sorpresa es la potente y mágica voz de Andrés, hasta ahora casi oculta y sin embargo convertida en una de las principales bazas del disco. La segunda es una consecuencia de la primera: los temas completamente instrumentales desaparecen a favor de las canciones con estructura de pop clásico, inspiradas en cualquier cosa que haya pasado por los oídos de Andrés Costureras, desde las bandas sonoras orquestales de Ennio Morricone hasta las canciones disco de Blondie, el house o los crooners góticos como Scott Walker o Marc Almond.

De nuevo, la estructura del disco representa un viaje de ida y vuelta. «Let me in» encarna el miedo y la desesperación: el insomne angustiado vende su alma al diablo, entonando un cántico bellísimo y mágico, pero tétrico a la vez, para acceder a una solución que se supone escondida tras los muros de un cementerio. Conseguido el acceso, su interior parece una versión del famoso Hotel California para seguidores de Crepúsculo: el anfitrión hace las presentaciones en «Haunted» (synth pop setentero con un ritmo marcial muy a lo Gary Numan), y a una orden suya empiezan a desplegar sus encantos vampíricas divas musicales de todas las épocas («Killer Shangri-lah» recuerda a los grupos de chicas 60s que con una balada te helaban el corazón, mientras «Rooms» es puro pop de discoteca oldie, ambas canciones cantadas con maestría por Pati DeLuxe). Una de esas divas, por cierto, es en realidad la voz tratada del propio Andrés cantando «Implosion», un tema que podría ser el eslabón perdido entre el electropop de principios de los 80 y el nacimiento del house.

«Graves in the sky» es el lamento sincero y despojado de efectismos de nuestro héroe, en un momento de soledad. Su llamada atrae a nuevos personajes, esta vez masculinos, que parecen sacados de un experimento del Doctor Moreau en el que la clonación de Prince («Braindead splash») saliera mal y se le colaran genes del Damon Albarn más travieso, de James Murphy, del Jeff Lynne más espacial y de Peter Murphy. Los 11 minutos de «Tigers fighting spiders», con la voz de Frank Vurdalak, resultan perturbadores y desconcertantes. «Departure» cierra el disco sin llegar a una conclusión clara: el personaje parece reconfortado pero triste por volver al mundo real, tal vez resignado a su suerte. ¿Nos dará Andrés las claves para la curación de todos nuestros temores e inseguridades en el tercer disco? Esperaremos para saber si hay una respuesta definitiva. De momento seguiremos disfrutando, pasando miedo y luchando contra nuestros monstruos escuchando una y otra vez Dormihcum, un disco fuera de todo tiempo y lugar, nacido de las tinieblas y alimentado por la ansiedad, que vuelve a demostrar como del dolor y del tormento surgen las mejores obras de arte.

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