Remate – Nelson es Perfecto (Autoeditado)

El calificativo de «disco de madurez» demasiadas veces acostumbra a ser una suerte de eufemismo cuando se quiere describir un trabajo como superficial, insustancial y/o aburrido. Es una fórmula que se utiliza condescendientemente para no ser demasiados crueles con un artista al que se le sigue teniendo estima aun cuando sea más por los servicios prestados que por las expectativas de futuro. Pero siendo precisos habría que terminar con la amable usurpación de este término y recurrir a él solo cuando nos encontráramos ante un artista que después de haber experimentado distintas fórmulas a babor y estribor acaba encontrando el punto exacto de cocción de su estofado.

Y aunque estoy seguro que Remate seguirá alérgico al estancamiento de su estilo y continuará buscando nuevos sonidos y fórmulas con las que seguir desarrollando su carrera musical, podemos decir que «Nelson es perfecto» es un excelente disco propio de la madurez de alguien que tras haberse fogueado en distintos estilos, con mayor o menor fortuna, alcanza sin lugar a dudas el tono y el estilo que se le ajusta a la perfección. Quizás por casualidad o no, el feliz encuentro se produce después de crear su propio sello e implicarse completamente en todos los aspectos de su producción así como de tocar prácticamente todos los instrumentos del disco. Pero por encima de todo se produce tras experimentar la siempre impredecible paternidad que en su caso le ha llevado a convertir el acontecimiento en el eje indiscutible sobre el que pivota todo el disco. Se acabaron los homenajes a actrices porno, bienvenidas sean las canciones de cuna.

Nelson es perfecto es un disco instrumentalmente sencillo pero profundo en sus significantes. Íntimo, confesional, amable y lleno de la sosegada felicidad de un sábado por la mañana sin brunch, Remate expone con sinceridad y sin dramatismos sus aquellas pequeñas cosas que a fin de cuentas, como decía Hank Scorpio, son las que hacen a la vida. Ciertamente la temática es muy poco hip pero tampoco le hace puñetera falta. En apenas media hora muy bien llevada y sin que le sobre nada, Remate se apoya en el piano y la guitarra para ir desgranando sus todavía más escasas letras. En una primera escucha se tiende a echar en falta aquello que creemos que debería estar presente pero a medida que se vuelve a él uno se va dando cuenta de lo mucho que ofrece con tan poco. Es una temeridad intentar aventurar un ranking en la discografía de nadie pero en este caso resulta claro a cualquiera que haya seguido las andanzas de Remate que este disco es tan o más disfrutable como cualquier otro y sin duda es el que más nos cuenta de él.

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