Richard Hawley – Sala Heineken (Madrid)

A pesar de la gélida noche madrileña, teníamos el presagio de encontrarnos ante una velada especial, lo que se constató a mitad del recital. Asistimos encantados el crecimiento de una figura como la de Richard Hawley, artista que no deja de generar admiración entre un público cada vez más mayoritario, tal y cómo demostraba una repleta sala Heineken a las tempranas 21.00 horas (Madrid es así de nocturna, sí). Poco antes, Alondra Bentley había deleitado al personal con las deliciosas canciones de Ashfield Avenue, un aperitivo, porqué no decirlo, muy bien escogido.

En los tiempos que corren, artistas como Hawley son una rara avis. Es difícil encontrar a alguien que consiga dotar de un estilo tan personal a sus canciones, rescatando los acentos más universales del pop y haciendo contemporáneo el legado de grandes como Ricky Nelson, Roy Orbison o Scott Walker. Algo que demostró en hora y tres cuartos de introspección y cuidados arreglos, sin ninguna concesión a sus temas más luminosos, dejando todo el protagonismo a su reciente Truelove´s Gutter que fue interpretado prácticamente al completo.

Abrió “As The Dawn Breaks”, a la que siguieron los toques country de “Ashes on the Fire” y la delicadeza de “Lady Solitude”, único tema rescatado de Lady´s Bridge (07). Nos sorprendió el respeto con el que los allí presentes acogían cada una de las canciones, permitiéndonos incluso escuchar el sonido del silencio, algo muy difícil de encontrar a día de hoy en cualquier concierto. Gracias a ello, disfrutamos aún más con las cadencias de “Hotel Room”, del crescendo apoteósico de “Soldier On” o del romanticismo de “Coles Corner”, “Open Up Your Door” y “Oh My Love” (Lowedges (03) fue el disco más antiguo en visitar).

Los presagios se hacían realidad y tanto los allí presentes, como la banda, consiguieron esa comunión perfecta que sólo se da en las grandes ocasiones. Así, los 10 minutos de “Remorse Code” pasaron como un suspiro, la sencillez y delicadeza de “For Your Lover Give Some Time” llenó la sala con la cavernosa voz de un Hawley en estado de gracia, quien aún nos regaló una exquisita revisión de “Run For Me”, para que la onírica “Don´t You Cry”, pusiera fin a la primera parte del concierto.

El bis dio lugar a dos curiosas y cinematográficas versiones, comenzando con «Hushabye Mountain», canción de cuna escrita Robert y Richard Sherman para la banda sonora de Chitty Chitty Bang Bang y siguiendo con una animada “Crawfish”, que popularizara Elvis Presley en la película King Creole. Como no podía ser de otra forma, “The Ocean” puso la guinda a una noche para el recuerdo, que dejó a cada uno de los asistentes con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.

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