Robyn Hitchcok – Museo Balenciaga (Getaria (Guipúzcoa))

Parece que le ha cogido cariño el amigo Robyn a girar por aquí, ya que no hace ni tres meses que estuvo por varias ciudades españolas y ha regresado de nuevo en primavera.

Lugar especial, el museo Balenciaga para hacer conciertos, ya que no posee una sala o auditorio como tal, sino que en uno de los espacios libres, casi a la entrada, de la planta baja, colocan un tarima delante de una de las enormes cristaleras que sostienen la estructura del museo y jugando con la propia luz natural, el sencillo pero efectivo juego de luces y la propia arquitectura del museo consiguen crear diferentes ambientes  lumínicos que no hacen sino adornar con vistosos envoltorios las músicas que salen desde el escenario.

Comenzó Igor Ugarteburu músico bílbaíno que ha editado el interesantísimo “Back&Foth”. La traslación de su música al directo no es fácil y menos si la defiende en solitario echándose en falta que tuviera algún apoyo más. No obstante su trabajo hipnótico a la guitarra, evocando a paisajes clásicos de la guitarra acústica y española o a cantautores como Mark Kozelelk y acompañado por la noche que iba prendiendo a sus espaldas compusieron un bonita postal de presentación con el público escuchándole sentado en el suelo.

Y ya con la noche cerrada apareció este hombre con aspecto de gentelman inglés vestido con una de sus típicas camisas estampadas y coronado con su sempiterna melena blanca y dos compañeras: su guitarra y su harmónica. Un formato donde salen victoriosos tipos como él o Nick Lowe, donde la clase en el fraseo al cantar o al pellizcar la guitarra se notan desde el primer tema. Aparecieron los Soft Boys, Los Egyptians, los Venus 3, Robyn en solitario, para darnos 70 minutos de folk, Pop, psicodelia ejecutados con personalidad artesanal, con una voz en un perfecto  estado de forma y creo que en un momento muy dulce de su carrera. No faltaron “Queen Elvis”, “Iam Falling”, o “Full Moon on my Soul” que se mezclaron con esforzados comentarios en castellano para presentar las canciones como “películas” y así se presentaban en las historias que Robyn nos contaba, unas humorísticas (“el sexo de los muertos”), otras más dramáticas y que nos daban hasta tres imágenes distintas del cantante, su sombra proyectada en un lateral de la sala, su visión frontal envuelto en varios colores o su espalda reflejada  junto con el público en la cristalera del museo.
Para terminar bajó del escenario donde nos regaló tres temas totalmente desenchufado y a los pies de los que fuimos a verle en los que se acordó brillantemente de Beatles y la Velvet.

Algunos comentaban que hubieran preferido un concierto con banda, seguro que hubiéramos ganado en matices, en fuerza, pero ese sería otro concierto, el de Getaria fue, como diría Willy de Ville, “Savoir Faire”.

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