Sad Lovers & Giants + Clara Plath (Rock City) Almàssera, Valencia 19/05/2017

Pocas bandas en los últimos 40 años han tenido una trayectoria tan irregular y guadianesca como los británicos Sad Lovers & Giants. Formados en 1980, los de Watford nunca pudieron consolidar una carrera como la de otros grupos de su generación (Depeche Mode, The Cure, U2…) no por falta de calidad o por no tener excelentes canciones, sino por las constantes interrupciones en su actividad y cambios de formación. Tras editar dos álbumes, los excelentes Epic Garden Music (1982) y Feeding The Flame (1983), y cuando empezaban a cosechar cierto éxito en Europa, se separaron. Desde entonces han estado yendo y viniendo con muchas intermitencias. Tuvieron un periodo bastante prolífico entre 1986 y 1991, pero volvieron a separarse hasta que, tras una breve reunión en 2002 que dio como fruto un nuevo álbum, Melting In The Fullness Of Time, han vuelto a girar habitualmente y a componer nuevo material. Ante una sala Rock City que no llegó a media entrada, quizás por la coincidencia con otros eventos de la noche valenciana, quizás porque Garçe Allard y los suyos ya habían visitado este mismo local hace poco más de dos años, quedó claro que por estos lares se les sigue recordando por media docena de canciones. Pero qué canciones, eso sí.

La velada la abrieron los murcianos Clara Plath, que cada vez crecen más como banda, son más versátiles en sus directos y, a diferencia de Sad Lovers & Giants, sí venían con disco nuevo bajo el brazo, Yes I’m Special (Flor y Nata Records, 2017). Su actuación fue un reflejo de su ascendente trayectoria: empezaron (a lo grande, con la potente «This lonely boy») ante poco más de quince o veinte personas para acabar siendo aclamados por casi un centenar de emocionados espectadores que pedían un bis que no llegó. Se ganaron a la gente a base de espontaneidad y profesionalidad sobre el escenario, y por supuesto también con sus canciones. Disponen ya de un buen puñado de ellas, y además confeccionan su setlist de manera inteligente, combinando las canciones de sus tres trabajos que mejor vienen a su actual propuesta en directo. El peso lo llevaron sus composiciones más recientes, como es lógico, pero temas como «Fuck my car» o «Dancing song» siguen resultando imprescindibles en sus apariciones en vivo. El cierre con «Accident», con Clara y Roberto intercambiando instrumentos y un colosal clímax de distorsión, fue impresionante. Ofrecieron mucho más de lo que se espera de unos teloneros, papel que se les queda muy corto.

Después del lógico parón llegó el turno de Sad Lovers & Giants, que con su propuesta de atmósferas densas llenó los huecos que dejaba en la sala la no muy numerosa afluencia. En formato de quinteto, con un teclista (Will Hicks) cuya juventud contrastaba con la veteranía del resto de la formación, fueron de menos a más, tanto ellos como el público. Quizás conscientes de su estatus de banda de culto en la Comunitat Valenciana, salpicaron su actuación con diversos comentarios sobre su recordada visita a la mítica sala Isla, allá a mediados de los 80, después de su primera refundación como grupo. Empezaron combinando canciones de todas sus épocas («Echoplay», «Alaska»,  «Vendetta», «Alice») y dejaron los platos fuertes para la segunda mitad del concierto y los bises. Lo que sí llamó la atención es que, a diferencia de otras bandas similares que han notado el paso del tiempo y los cambios en su formación, Sad Lovers & Giants presentan un directo imponente. Casi podríamos decir que mejora con el tiempo, y de hecho es así desde que en 1986, después de su primer parón, adquirieron unos tintes más oscuros y eléctricos en oposición a la relativa ligereza tecno de sus inicios, acercándose al post-punk más ambiental de bandas como Chameleons.

Aunque entre el público había bastante gente joven, seguro que eran muchos los que esperaban revivir aquellas memorables noches valencianas de los 80. Ocurrió cuando sonaron los primeros acordes de «Imagination», por supuesto. Aunque ya nos habían venido preparando con temas como «Beauty is truth» o «Seven kinds of sin», y reconociendo que otros más recientes como «Jungle of lies» o «Happiness is fragile» no desentonan en su repertorio, estaba claro que «Imagination» iba a ser el punto culminante de la noche. Y lo fue, claro. De hecho fue el primer momento en el que pude ver a toda la sala saltando y bailando, a diferencia de lo que había ocurrido hasta entonces, con unas primeras filas muy entusiastas y las de atrás algo más frías, aunque todo el mundo estaba atento y cada uno estaría disfrutando a su manera. Además, como muchas otras canciones de su primera etapa, «Imagination» gana con la interpretación que Sad Lovers & Giants realizan actualmente. Es más potente, más orgánica y absorbente, y además tengo que añadir algo importante: la voz de Allard es increíble, está en un estado de forma impecable, llega hasta donde sabe que puede llegar y en los graves es espectacular.

Para el final reservaban «In flux», «Things we never did», «Like thieves», alguna canción nueva (me pareció) y una «Colourless dream», otro de sus clásicos de sus inicios, que no suele faltar en los momentos finales de sus conciertos. Tras abandonar el escenario definitivamente y encenderse las luces, eran varias las sensaciones que flotaban en mi pensamiento, algunas de ellas contradictorias. Una, que Sad Lovers & Giants es un grupo poco valorado, seguramente porque no supieron gestionar bien su carrera en su momento. La cantidad de canciones sublimes que tienen es importante, y aunque es cierto que sus primeros discos están muy anclados a su tiempo y quizás no han envejecido tan bien como otros similares, lo que también es verdad es que en directo ganan muchísimo y se revelan como auténticas bombas sonoras. Por otra parte parece claro que estamos ante un grupo con mejores canciones que discos, aunque no sé si decir «grupo de singles» porque muchos de sus grandes temas no salieron publicados en ese formato. Esta última sensación quedó confirmada al pasar junto a su mesa de merchandising: no pude distinguir ninguno de sus LPs salvo un recopilatorio reciente, y lo que más destacaba en su oferta era el libro autobiográfico de Allard: Things We Never Did, The Story of Sad Lovers & Giants, publicado en 2014. Nada que objetar: ellos son conscientes de quienes son, lo que representan y cuál ha sido su trayectoria. Irregular, sí, pero vale la pena acudir a ese resumen de su carrera que son sus conciertos, el lugar donde el grano se separa de la paja y las buenas canciones vencen todas las dificultades.

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