Shintaro Sakamoto – Let’s Dance Raw (Pias)

Dos factores interdisciplinares caracterizan nuestros tiempos: posmodernidad y globalización. Y si no, miradnos, aquí reseñando el último trabajo de un artista japonés. Shintaro Sakamoto es conocido desde hace tiempo en su país por formar parte de la banda psicodélica Yura Yura Teikoku, un fenómeno de los 90 que se disolvió en 2010, pero fue con su debut en solitario How To Live With A Phantom (2012), que se labró un nombre a nivel mundial. Ahora el cantautor y multi-instrumentista vuelve con un segundo trabajo, Let’s Dance Raw, otra vez bajo el amparo de Other Music.

Una portada diseñada por él mismo nos lo enseña sentado en un paisaje nuclear con una calavera superpuesta a su cabeza; y es que el kitsch será un elemento clave para enfrentarse a un álbum que contiene desde matices jazz hasta percusiones brasileñas y latinas pasando por voces robóticas y de pitufo. Una colección de canciones que parecen salidas de mezclar el «Hawaii Bombaii» de Mecano con algo de post hardcore. Una mirada irónica y apocalíptica de la vida servida en bandejas estampadas con palmeras.

La steel guitar actúa como fuerza unificadora de todos los temas: cuenta Sakamoto que la aprendió a tocar justo antes de la grabación del álbum para poder incorporar su sonido; también cobraran importancia las percusiones de Yuta Suganuma (el tercer conformante de la banda será AYA, el bajista del grupo japonés OOIOO).

Pero volvamos a la posmodernidad. Quizás sea la segunda palabra más usada en charlas pseudointelectuales después de «kafkiano», pero es extremadamente útil a la hora de definir este álbum. Guste más o guste menos, Let’s Dance Raw es el ejemplo definitivo de lo posmoderno, que tiende a lo heterogéneo y a las influencias múltiples. Cada canción parece una suerte de experimento, un «vamos a imitar el sonido de…» seguido de las más dispersas opciones, véase la oscura mezcla entre jazz y disco que es «Like and Obligation» o «Birth of the Super Cult», que podría sonar en cualquier chiringuito estilo tiki. Una construcción artificial y artificialista -decíamos bandejas con palmeras, añado de plástico- que, en lugar de beber de la historia musical propia, lo hace de las ajenas a modo de souvenir -de ahí que habláramos de globalización-.  

El producto final es inquietante, incómodo. No es un trabajo que encaje en la dicotomía me gusta vs. no me gusta porque juega tanto que no se sabe siquiera hasta qué punto debe tomarse en serio. Como pieza kitsch, es de lo más interesante.

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