Shotta – La Selva (El diablo / Creador)

Una pequeña decepción inunda la audición de este disco, al finalizar la escucha. Shotta no ha logrado ser el mejor Shotta, y no porque no le falte potencial lírico y temático que, unido a una furia desarmante, ha acabado por conformar a uno de los mejores MC’s en lengua castellana. Sino porque, ante la brillantez del disco facturado este mismo año por su hermano Tote King, Música Para Enfermos, el de Shotta palidece en algunos aspectos. Veamos porqué.

Al MC sevillano, adorado por una joven bullanga de hip hoperos del orbe hispánico (en Chile firma autógrafos), le ha fallado el componente socio-político. Ha primado lo políticamente incorrecto, algo en lo que Shotta es todo un maestro, a lo directamente político. Shotta ha estado en Chile, ha tocado en el Estadio Víctor Jara (con SFDK y Niko) y ha conocido la miseria. Sus discos allí llegan pirateados a miles y miles de personas que saben captar la validez emocional de los buenos raperos españoles. La miseria, como es normal, le ha afectado sobremanera, tal como cuenta en diversos cortes del álbum (vivencias en un hostal putrefacto, estampas de degradación urbana y humana). En el país que Salvador Allende, Víctor Jara y Pablo Neruda (y el “Compañero Partido Comunista” que versaría el gran poeta) quisieron reformar, para beneficio de toda la sociedad, hasta que el fascismo y la CIA dijeron basta, las cosas han cambiado demasiado poco para mucha gente. El sensible Shotta lo ha vivido y lo ha visto. El liberalismo económico capitalista provoca miseria y muerte en América Latina.

Sin embargo, el MC, fruto quizás de una falta de lecturas que pronto realizará, no ha acabado de bordarlo, pese a que el disco es bueno. Un repaso al clásico maldito Karl Marx, y una escucha profunda de cantautores pan-latinoamericanos (Jara, Milanés, Blades) y españoles (Serrat, Aute, Ibáñez), y saldrán las acertadas rimas socio-analíticas. Si se hace siguiendo en la onda sensible, sería un dardo en forma de rap. El hip hop necesita, justamente, salirse del hip hop e impregnarse de rimas e ideas de los trovadores clásicos en lengua castellana. En EE.UU lo hicieron muchos en el pasado (KRS-One, Jeru The Damaja), en Francia lo hacen IAM y muchos otros, y ya va siendo hora de que en España los raperos se pongan las pilas y empiecen a decir cosas sensatas.

Curtido en las reflexiones que surgen de un desorden interior provocado por la paranoia de la sociedad, Shotta ha optado por describir, con toda la artilería esquizoide posible, esa selva que es nuestro mundo, que es Chile en particular, y que es la egoísta y falta de compromiso juventud española, en general. Un mundo en el que el hombre es el peor enemigo del hombre (y de la mujer). Por eso, por su facilidad para describir el desorden, se espera de él una voz con más autoridad, como la que su hermano Tote King ya empieza a tener. Shotta es joven, todavía, y debe ir tranquilo, sin agobios, a aprender. Como dice DJ Premier, en el film Scratch, “cuando son muchos los que te prestan atención, es cuando más hay que trabajar el mensaje”.

Nihilista no por voluntad propia, sino porque así parece ser parte del mundo en el que vivimos, que permite la pobreza, tolera bombardearla con aviones y reprimir sus protestas, Shotta es sin embargo un lúcido analista que crecerá. Estudiante de Filología Inglesa, los libros y la universidad le darán aquello que pocos tienen porque no quieren. Y es que, antes de perder el precioso tiempo en discotecas, como la mayor parte de la perdida juventud actual, el MC encontrará refugio espiritual y tranquilidad en una biblioteca, y estudiará la Historia y la Lingüística para luego hacer hip hop.

Perdonen mi delicencia con Griffi, que musica “La Habitación 720”, la mejor canción del disco. Sin duda, el sonido conseguido por este gran productor es un mundo aparte. En su estudio Strickly Jabugo (gran nombre) se está haciendo historia. El inconmensurable Vidalogía de Tremendo, fina demostración de la habilidad griffesca, es posiblemente el mejor disco español del año 2004. Pata negra de bellota, diríamos, o la necesidad de introducir el freeriderismo en el hip hop. Otra galaxia: la buena. Desde Rubí hasta el Zaire, en el aire.

Shotta, debe seguir evolucionando. El niño de la portada es él: algunos artistas del graffitti merecen, sin duda, el apelativo de genios.

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