Sky Larkin – Kaleide (Wichita /Nuevos Medios)

El trío de Leeds liderado por Katie Harkin sorprendió a parte de la prensa británica y norteamericana con su álbum debut The Golden Spike, editado el año pasado. Para la producción del mismo, contaron con John Goodmanson, el productor de Seattle por cuyas manos han pasado bandas como: Los Campesinos, Death Cab for Cutie, o Nada Surf, y en buena medida culpable de ese sonido “indie” cosecha de los noventa.

Saber que a estos tres jóvenes de Inglaterra les hubiera gustado nacer en Seattle o Boston y en otra época, es algo que no creo que os pille desprevenidos. Su sonido, sus canciones, y esos guitarrazos de Katie Harkin nos devuelven a la efervescente escena “indie” norteamericana del siglo pasado. Escuchando alguno de sus temas, es inevitable acordarse de Veruca Salt, o incluso a Juliana Hatfield, aunque de justos es reconocer que Sky Larkin parecen tener la cultura musical e influencias suficientes, para no encasillarse y mirar más allá de un solo estilo.

Para este segundo trabajo, han vuelto a contar con la ayuda de John Goodmanson a los mandos del estudio de grabación, y aunque el sonido no dista mucho del anterior álbum, si que encontramos composiciones más trabajadas y una producción más elaborada. La voz de Katie sigue sonando igual de sensual, y escuchándola no podemos evitar acordarnos de la Björk de Sugarcubes, y su guitarra continúa con esos ritmos cortantes que en ocasiones nunca sabes dónde van a acabar.

El disco contiene doce cortes, y se abre con la estupenda “Stillwindmills” con la que ya nos podemos hacer una idea de por dónde van a ir los tiros. “Kaleide”, la canción que da título al nuevo trabajo, es el corte de pop más asequible y que bien podría llegar a un abanico más amplio de público. “Angelica Houston” es un delicioso desvarío en el que se mezclan la voz de Katie con: teclados, piano, y unas efectivas bases rítmicas, creando una atmosfera que va del desasosiego a lo casi bailable.

En “Spooktacular”, esos redobles imposibles de batería, y ese bajo nervioso, nos llevan sin querer a los tiempos del Hardcore intelectual de unos Fugazzi, o unos Minutemen pasados de rosca. Otro corte muy destacable es “Guitars and Antartica”, tema pausado en el que vuelve a quedar patente la capacidad de la banda para sorprendernos, con altibajos sonoros, habría que ver cómo funciona esto en directo.

El disco en definitiva, sin ser una obra maestra, tiene canciones suficientes y talento para no pasar desapercibido dentro del revival del Rock Alternativo que últimamente se está viendo. Si bien es cierto, que tiene canciones que suenan a relleno, lo que me lleva a pensar que estaría bien que no solo se revitalizaran ciertos sonidos, también se podrían hacer discos más cortos (como antaño) digo yo.

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