Slim Cessna´s Auto Club – Sala el Sol (Madrid)

Estaba claro que iba a ser una noche curiosa. Tanto su sonido como la propia evocación a paisajes singulares de su estética suponían un evidente atractivo para todos los fans que se fueron reuniendo alrededor del escenario. Slim Cessna´s Auto Club venían a Madrid y tenía toda la pinta de que el reventón iba a estar asegurado.
En esos términos, de extravagante comunión, es que el concierto, organizado por SON Estrella Galicia, estalló rápido. Sin cartas bajo la mesa ni trucos para distraer, el alargado Cessna y su cuadrilla fueron al meollo del asunto sin detenerse en aspavientos. Convencidos de su convocatoria y su alcance, los de Denver, apelaron a un in crescendo constante en el que la heterodoxia para tratar el country y sus raíces llevó por buen camino a un set en el que, a medida que transcurrían las canciones, se iba evidenciando el carácter de liturgia estrafalaria que cogía la noche.

Ritmos que aceleraban, un contrabajo retumbante, teclados, steel guitar, banjos, y guitarras se sucedían como trepando frente a las voces de Cessna y de ese caballero de ultraumba que es Jay Munly. Ambos se enzarzaban en un diálogo en el que las frases venían como respuestas en las que lo divino se mezclaba con la culpa, la redención, lo oscuro, lo alegórico y lo extraño.
Pero, a diferencia de la oscuridad que se podía esperar de quienes dieron cobijo a David Eugene Edwards, hoy en Wovenhand, lo que se pudo hallar fue una exultante fiesta. Una fiesta en la que fácilmente podían hacer acto de presencia predicadores, tahúres, zombies y comedores de barbacoas en medio de reflejos a camiones, autopistas, corazones rotos, miserias, visiones de Dios o ajustes de cuentas.

De esta batidora de imágenes es que salió un concierto que tuvo aires gospelianos por la comunicación que propició Slim Cessna. Movía y arengaba a la gente, levantaba los brazos y mencionaba a Jesús, bajaba del escenario y predicaba entre la muchedumbre… Todo esto reflejaba perfectamente el ideario de un compositor para el que sus canciones parecen ser oportunidades para acercarse a la gente. Y bien que lo logró.
«This Is How We Do Things In The Country», «Magalina Hagalina Boom Boom», «Cranston», «Children Of The Lord», «That Fierce Cow Is Common Sense In A Country Dress» o «Jesus Is In My Body – My Body Has Left Me Down», entre otros títulos, sonaron con la consistencia necesaria como para ganar sin intentar perder el tiempo en convencer.
Country sí, gothabilly un poco, pero abriendo bien los oídos, lo que saltaba a la luz era la carencia de inamovible purismo frente a un estilo que es reverenciado a la saciedad por quienes ven en el tradicionalismo una forma de mantener intacto un legado.
Slim Cessna´s Auto Club no le faltaron el respeto al género, más bien trataron de abrir vías distintas a unas raíces que evidentemente dan para mucho más que el simple ejercicio de estilo. Y por lo disfrutado aquella noche se puede decir que lo consiguieron.
 

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