St. Vincent – Sala Apolo (Barcelona)

Ese arranque sin preámbulos en el que se apagan las luces, la banda sube al escenario y los primeros acordes de “Rattlesnake” te dan una bofetada que te deja medio aturdido. Con ese golpe de autoridad arrancó St. Vincent su concierto de regreso a Barcelona para defender sobre el escenario su último trabajo e intentar dejar sin argumentos a los que le encuentran un par o tres de peros. Su visita a la pasada edición del Primavera Sound no fue más que un ensayo: en las distancias cortas Annie Clark se crece y esta nueva puesta en escena arty y teatral requiere de la medida perfecta de una sala como el Apolo. Clark está en su salsa… y se nota.
Protagonista absoluta de un espectáculo a su medida, St.Vincent se mostró cómoda e inspirada en la hora y media que duró el concierto, aunque el ritmo frenético de temas y coreografías hizo que todo fuera un poco encorsetado, con poco margen para la bendita improvisación que tan bien se le ha dado en ocasiones anteriores. Pero quiso hacer el más difícil todavía y además de cantar y tocar la guitarra sin perder la sonrisa, añadió una faceta entertainer, con baile, simpáticos speeches y toda la parafernalia, que le dio una vuelta de tuerca divertida al set. Y aun así, temas nuevos como “Severed crossed fingers” o “Sparrow” (que estará en un próximo EP que publicará en el Black Friday), dejaron un poco al descubierto las carencias de sus últimas composiciones, sobre todo al lado de otros enormes como “Chloe in the afternoon”, “Cheerleader” o “Actor out of work”, por citar alguno de los que cayeron.
En cualquier caso, eso no fue impedimento para que St.Vincent y su excelente banda facturaran un concierto brillante con un sonido cristalino, dando un quiebro espacial y psicodélico a algunos temas (como “Surgeon”) y un toque funk a otros (como “Marrow”, de su segundo disco Actor,  o “Digital Witness”). Eso cuando no se arrancó  con guitarras gruesas como en  “Huey Newton”, del disco nuevo (y que sonó mucho mejor que en su versión de estudio, ciertamente), o en la briosa “Birth on reverse”. Momentos de fuerza y belleza que hicieron más fácil de tragar otros como “Prince Johnny”.
Como viene siendo tradición, abrió el bis con la incendiaria “Crocodile“, aunque esta vez esperó al solo de guitarra de “Your lips are red” para pasear entre el público a hombros de alguien de su equipo, mientras tocaba la guitarra o hacía fotos con alguno de los muchos móviles que se alzaron para captar el momento. Un solo de guitarra furioso y desbocado, que poco tuvo que ver con el que encontramos en el disco, para un final con el que perdonarle un poquito que no tocara “Year of the tiger”. 

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