St. Vincent – Sala Apolo (Barcelona)

Es un placer ver a St. Vincent sobre el escenario, con ese brío contagioso, su dominio de la guitarra y la manera con que juega a contener los arrebatos que su música adquiere en directo. Sus discos son verdaderas obras de joyería pop, meticulosos y emotivos, pero cuando la menuda Annie Clark se sube al escenario y se calza la guitarra, le invade una energía punk que transforma a la bella en bestia.

Aunque abrió con «Marrow», de su disco anterior Actor, St. Vincent basó su setlist en el reciente Strange Mercy, el disco que le ha valido la reverencia unánime de la crítica y del público. Ante una sala que no se llenó, suponemos que por culpa de un mes plagadito de eventos musicales, la americana y su banda fueron desgranando los temas con garra y momentos geniales de éxtasis ruidista y con Clark como protagonista absoluta de un espectáculo en el que el resto de músicos se mostraron como poco más que solventes consortes: efectivos, pero casi transparentes.

Y así, el estribillo de «Cheerleader» nos golpeó en el pecho. «Chloe in the afternoon» o «Northern Lights» sonaron incisivas y potentes sin perder el punto sensual. «Dilettante», la carta de amor de Annie a Nueva York, ganó varios puntos respecto de la versión en el disco. «Champagne Year» fue un tostón, vale, aunque en «Cruel» o «Surgeon» encontramos a St. Vincent en plan perfeccionista, jugando a amagar el clímax guitarrero, sin dejar que los temas se desbocaran. Sin perder la compostura.

Pero la grandiosa «Year of the tiger», que sonó tan brillante como en disco, abrió el camino para que Annie Clark se dejara poseer, ahora sí completamente, por el espíritu punk, con la versión de «She Is Beyond Good and Evil» de The Pop Group. Y eso no iba a ser todo. La de Texas saltó al público y nadando entre un mar de manos interpretó «Krokodile», su tema más sucio y alborotador, lo que provocó el delirio de la sala. Clark se quitaba la máscara: debajo de ese aspecto aniñado y candoroso hay todo un mundo frenético y altamente explosivo.

Poco creíamos que podría aportar el bis después de aquel momento adrenalítico. Error: «Strange Mercy» sonó algo uniforme sí, pero «Your Lips Are Red» le quedó como el broche perfecto: un caramelo con el que bajar pulsaciones y despedirnos rendidos a la adorable Annie, con completa satisfacción. Enorme concierto, Annie.

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