St. Vincent – St. Vincent (Loma Vista)

Pues ya tenemos el disco que la consagra, el disco que la saca del hype y la expone a los medios indiscriminadamente y bendecida sin misericordia. Con ustedes the next best thing, la piedra angular de la carrera artística de St. Vincent, alter ego de Annie Erin Clark, artista tejana de espíritu björkano que deglute canciones pop y las reviste de aristas metálicas. Un disco que arranca encabezado por el trío de canciones guerreras y ganadoras, «Rattlesnake», «Birth In Reverse» y «Prince Johnny», que doblegan al resto en una batalla exquisita, ácida, arisca y metálica por la supervivencia  tras completar un Long Play que casa milimétricamente con los estándares de la música actual. Puede que esta contemporaneidad que subraya toda la obra a la postre se torne en su Lado Oscuro de la Fuerza, pero aquí y ahora en el mes de marzo de 2014 no se me ocurre una manera de definir mejor la música de este siglo que nos lleva.

Un disco que irradia efluvios de tierras frías, de pop escandinavo, pero que no se desprende de la calidez californiana a lo señorita Del Rey, pero que adquiere personalidad gracias a la destreza punk con la que la artista arremete contra su propio arte. Fascina como las composiciones se rigen por estructuras tubulares de electrónica luminosa que hacen resonar aún con más claridad la potente y omnipresente voz de Miss Clark.

Ahí están las clarividentes canciones con sus aún más cristalinos empaques hablando por sí mismas, sólo hay que darle una superflua escucha a «Digital Witness» para entender el batiburrillo de conceptos. Un disco curioso, como aquellas actuaciones de circo que en su concepto dan pereza, pero que divierte sorprendentemente cuando se disfruta de su ejecución. Y la grandeza de este disco más allá de la facilidad que tiene de moldear las texturas vocales, musicales, melódicas, reside en la magia imponente que te desplaza sin pestañear a lugares que resultan inquietantemente familiares, como en la dulzona «I Prefer Your Love».

Un disco, metálico, radiante, vibrante y duro como el acero con el que nos someten en estos duros tiempos a los que les canta la americana. El cuño de una nueva diva, en un compendio de acertadas canciones, que canta a las relaciones, a la incertidumbre y al futuro con los pies firmes en el feroz presente de estos primeros años del siglo de la desilusión.

 

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