Steve Wynn & The Miracle 3 – …tick…tick…tick (Astro Discos)

Si echamos la vista atrás y examinamos la carrera de Steve Wynn, apreciamos como la balanza entre mérito profesional y reconocimiento artístico está vencida del lado del primero. Es inevitable pensar en la figura insigne de los extintos Dream Sindicate como gran compositor, pero de igual forma no nos atrevemos a colocarle a la altura de colosos como Neil Young , Tom Petty o John Hiatt.

Su nueva obra, …Tick…tick…tick tampoco va a ayudarnos a resolver el porqué de esta discriminación inconsciente, pero nos hará disfrutar de una buena ración de rock americano. Siendo claro: este trabajo no nos va a salvar la vida, pero haciendo uso del título de su emblemático álbum con Dream Sindicate, Days of Wine and Roses, y asociándolo a la cita del poema de Ernest Dowson (“largos no son los días de vino y rosas, de un nebuloso sueño surge nuestro sendero y se pierde en otro sueño”), la cuestión es si a estas alturas alguien quiere salvaguardarse de la deriva existencial buscando narcotizante alivio en el arte. Yo no –cómo me miento-.

Tick…tick…tick –título que hace referencia al cada vez más acelerado pulso del tiempo en la sociedad moderna- supone, en palabras del autor, el último capítulo de su llamada “Trilogía del desierto” cuya apertura se correspondió con el generoso minutaje de Here come the Miracles, continuó con el enérgico Static Transmision y culmina ahora su viaje polvoriento. Por tercera vez consecutiva Steve acude junto a su actual banda, The Miracle 3, a concretar su disco a Tucson durante una sesión de diez días.

Este baño de sol y arena en Arizona se traduce, una vez más, en un ejercicio urgente y aún más áspero y directo que en sus dos primeros envites, sirvan como señas de identidad el inicio con “Wired” o la potencia de “Wild Mercury”. El ímpetu y el afán de la banda por sonar como en los escenarios, sin trampa ni cartón, sin invitados ni sorpresas que supusiesen lastre alguno, ha sido la motivación clave a la hora de grabar.

Encontrar paralelismos -a ratos evidentes, a ratos imposibles- permite amenizar la escucha al descubrir cortes como “Cindy, it was always you” o “Killing Me” que unifican contundencia y crudeza recordando al mejor Steve Earle de “I Feel Alright”. Hallar ecos de los R.E.M. más festivos (“Bruises”), descubrir belleza bizarra en un hipotético Neil Young Meets Migala (“Freak Star”) o volar en alfombra mágica juntando al J. Mascis más añejo con los Flaming Lips más líricos (clímax total con la bicéfala “No Tomorrow”) también resulta entretenido para el oyente más inquieto.

Lástima que haya tenido cabida la intrascendencia de “All The Squares go home” o que el prometedor duelo a tres entre piano, slide y pedal de distorsión en “The Deep End” se quede al final en nada; el resultado hubiese alcanzado el notable, quedándose en un aprobado que suplica, sin éxito, una revisión.

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