The Chemical Brothers – Born In Echoes (Universal)

Habrá quien se pregunte qué impacto puede tener un nuevo disco de The Chemical Brothers en nuestros días. Han pasado nada menos que 20 años desde su debut, esa chisporroteante irrupción en una escena por entonces cegada entre el britpop y los últimos coletazos del grunge. Aquél dúo formado por Tom Rowlands y Ed Simons entraron como en elefante en una cacharrería epatando al personal a golpe de breakbeat y electrónica para las masas, lo que terminó por convertirles de una de los combos más exitosos del momento, junto a Underworld, Prodigy o Daft Punk.

Sus lanzamientos, a cada cual más celebrado, sus conciertos multitudinarios o esa nómina de ilustres colaboraciones, se convirtieron en unas señas de identidad que con el paso de los años han ido diluyéndose poco a poco. Pero parece que para su octavo trabajo, conscientes de la intrascendencia de estos últimos años, han decidido hacer las cosas con oficio.

Los de Manchester se han tomado su tiempo para entregar la continuación de Further, con la banda sonora de Hanna entre medias. Parece que han querido retomar todos esos ingredientes que les hicieron grandes y damos fe que lo han conseguido. Porque Born In Echoes es ante todo una sorpresa en la que desde su apertura, con la infecciosa «Sometimes I Feel So Deserted» recuperan ese pulso de sus comienzos, engalanado de un crescendo de beats marca de la casa.

Otra de las grandes noticias son los invitados con los que cuentan, dando empaque a momentos tan recomendables como «Go», single de adelanto con la presencia del siempre motivado Q-Tip de A Tribe Called Quest (con quien ya contaran para «Galvanize») quien acompaña con sus rapeos a esa línea de bajos adictiva, esa «Under Neon Lights», en la que nos encontramos a una Annie Clark transitando por registros hasta ahora desconocidos en su haber o «EML Ritual», un house con tintes industriales a lo Depeche Mode, con la presencia de Ali Love.

Otros momentos destacables son los pelotazos «I´ll see you there» y «Reflexion», dos rompepistas que recuerdan bríos de antaño, por no hablar de la parte final del álbum con una Cate LeBon en estado de gracia en el tema que le da título, donde aparece arropada por un manto de sintetizadores psicodélicos, el shoegaze de «Radiate» y sobre todo, esa concesión pop con Beck al mando, en la inspirada «Wide Open», que cierra un conjunto muy por encima de lo que imaginábamos.

 

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