The Fireman – Electric Arguments (MPL –Popstock!)

Es conocido que a Paul McCartney le gusta jugar con la música, amasarla, moldearla, estirarla y llevarla más allá de los límites de ese pop perfecto con el que siempre se le ha identificado. Sin embargo, tal vez porque su nombre pesa mucho, el ex Beatle suele buscarse algún alter-ego que le descargue de la responsabilidad y le facilite la libertad necesaria para poder desarrollar sus experimentos musicales. Ya lo hizo con The Beatles (la Banda de los Corazones Solitarios) y lo ha seguido haciendo posteriormente; ahí están The Country Hams, Percy “Thrills” Thrillington, Apollo C. Vermouth o, más recientemente, su proyecto a medias con Youth, productor y bajista de Killing Joke: The Fireman.

Electric Arguments es el tercer trabajo del dúo, un disco sorprendentemente ecléctico que, a diferencia de sus dos discos anteriores, más orientados al ambient-dance-techno, incluye temas cantados. El vasto territorio explorado esta vez por McCartney abarca desde el blues rock (a medio camino entre Led Zeppelin y “Helter Skelter”) de “Nothing too much just out of sight” que abre el disco, pasando por la delicadeza clásica de “Travelling light”, la canción tabernera de “Light from your lighthouse”, el sonido Spector que impregna “Dance ‘til we’re high”, los recuerdos a su época electrónica en “Lovers in a dream”, hasta llegar a los aromas a world music de “Lifelong passion” y “Is this love?”.

Pero estamos hablando de McCartney, así que no podían faltar esas gemas pop que acostumbra a entregarnos incluso sin proponérselo, como en esta ocasión. Aquí son “Sing the changes” y sobre todo “Highway”, cuyo estribillo recuerda a los mejores momentos de B-52s. Sin embargo, como compensación, casi al final nos aturde con la escalofriante “Universal here, everlasting now”, que se abre y se cierra con unas bellas notas de piano enmarcando un intermedio ruidoso y brutal que pone los pelos de punta, como reivindicando algo de protagonismo para Youth. Si esas notas de piano fueran las últimas que resonaran en nuestros oídos, evitándonos la prescindible “Don’t stop running” y el absurdo track oculto, estaríamos ante un final de disco sobrecogedor y  casi perfecto.

En una entrevista promocional McCartney define el sonido de este disco como “The Fireman te toma de la mano y te lleva a través de las llamas a lugares a los que no sabías que querías ir”. Cuanta razón tienes, Macca.

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