The Hidden Cameras – The Smell Of Our Own (Rough Trade – Sinnamon)

Sin duda, y lo digo categóricamente: uno de los mejores debuts del año. Cuando escuché Give Up de The Postal Service, pensé que iba a ser bastante difícil lograr desbancarle en el puesto de honor de este ranking, pero es que The Hidden Cameras me han sorprendido muy gratamente con este The Smell Of Our Own -y que nadie piense que ambos tienen un estilo común y que son discos semejantes. Nada más lejos que eso-.

The Hidden Cameras son más del norte que The Postal Service. Son canadienses. De Toronto para más señas. Y aunque uno de sus distintivos es el buen gusto musical y las preciosas melodías que componen, se diferencian del dúo norteamericano en la manera de interpretar esas melodías y, por supuesto, en las formas de decir las cosas de este multitudinario grupo.

La cabeza visible de esta formación es Joel Gibb. Es el letrista, compositor y organizador de la amalgama de músicos que forman esta banda. Y es que en algunos conciertos se han reunido una veintena de músicos sobre el escenario.

Estamos ante un disco muy elaborado. Sin altibajos. Muy “redondo”, como suelo definir a los buenos trabajos. El estilo ya lo define el propio grupo: ”Gay church folk music”. Ya no tenemos que ponerle etiquetas a lo que crean. Lo hacen ellos mismos. Cuando los intentan comparar con alguien, o intentan responder a la eterna pregunta ”¿a quién se parecen?”, siempre sale el nombre de los británicos Belle And Sebastian. Es una aproximación muy acertada.

No hay canciones de las llamadas de “relleno”, como puede ocurrir en otros discos. Todos son muy buenos temas. Es imposible poder decidirse sólo por uno.
Comienza el disco con un tema de los que hace honor a la denominación de “church”, y es que parece sacado de una iglesia, con su órgano incluido y su arpa.

Hay momentos para todo. Para estribillos pegadizos y ritmos avivados, como en “Ban Marriage”, “Smells Like Happiness” (dos de las grandes canciones del disco, imponentes de verdad) o “Breath On It”, donde las palmas invitan a llevar el compás de la composición. También los hay para comprobar cómo se pueden hacer canciones preciosas con ritmos armonizados, como “A Miracle” o “The Man That I Am With My Man”. Simplemente soberbias.

Una maravilla de disco.

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