The Joy Formidable – The Big Roar (Atlantic / Warner)

The Joy Formidable son un trío galés, afincado en Londres, formado por Ritzy Bryan (cantante y guitarrista), Rhydian Dafydd (bajo) y Matt Thomas (batería). Formados en 2007, llevan unos años sacando singles (y un EP) bastante interesantes. Finalmente en 2011 algunos de ellos, junto a canciones nuevas, aparecen en este The Big Roar. El disco tiene ya unos meses, así que habrás tenido tiempo de leer unas cuantas reseñas. Te habrán hablado de Smashing Pumpkins, de Arcade Fire o incluso de My Bloody Valentine. Ciertamente hay algo de ellos en estos temas: el ruido, la épica, las melodías típicamente indie-rock, la ensoñación de las guitarras noventeras.

Hechas las presentaciones, escuchemos más atentamente. ¿Qué se oye? Un latido…no, espera…es una batería…va creciendo, nos rodea…sacude nuestros tímpanos hasta que parece que reventarán. Cuando se une el bajo se produce un caos, pero un caos ordenado y lírico, donde paradojicamente todo está en su sitio. Y entonces entra esa voz, la voz de Ritzy Bryan, que nos arrolla sin gritar, lejana pero penetrante. Tal vez será que llevamos tapones para que no nos ensordezcan las subidas que siguen a cada momento de calma, como en “The everchanging spectrum of a lie”, “The magnifying glass”, “A heavy abacus”…como en casi todas las canciones, vaya. Una montaña rusa de sonidos que puede recordar la estructura de muchas canciones grunge, pero lo que aquí oímos es limpio, puro, sin espinas, con un salvajismo angelical. Podría ser la banda sonora que acompañara la llegada de los arcángeles para exterminar a la raza humana.

La paleta de colores y sonidos evoca a los 90, pasando rápido sobre el shoegaze, el dream pop, el postrock o el noise sin pararse jamás ni mirar atrás. Escogiendo los mejores ingredientes de cada tienda para realizar sus propias recetas. Llegando hasta los 2000, donde añadirán algo de épica picante, pero no importada desde Canadá sino de Dinamarca, cortesía de los grandes y poco apreciados Mew. Una épica que alcanza su punto de ebullición en “A heavy abacus”, se contiene y acerca al pop en “Austere”, amaga sin explotar en “Whirling”, amenaza con disolverse en “Maruyama”, juega con nosotros en “Cradle” y nos aprisiona en el estribillo de “The greatest light is the greatest shade”.

Sí, son la más grande luz, la más grande sombra…son el contraste hecho música, un sueño visto por un telescopio, la ventana abierta con los cristales rotos. Son Joy Formidable, y sería una lástima que se perdiera su eco entre la inmensa cantidad de sonidos ruidosos que nos rodean porque serán muy grandes. Al menos lo serán para alguien, en algún momento y lugar. Tal vez en alguna sala de conciertos con los oídos a punto de estallar, los ojos en lágrimas y los intestinos saltando en su interior; o quizás en algún dormitorio con poca luz, sintiendo como late un corazón rebelde, roto, exhausto y hambriento, pero feliz.

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