The National: Mistaken For Strangers. Analizamos el nuevo documental sobre los norteamericanos

Este documental tiene todos los elementos para resultar el perfecto heredero de «Searching For Sugar Man» (2012), ganador delOscar 2013 al mejor documental largo y la última revelación hype en documentales musicales. Aunque el documental que nos ocupa, el que supuestamente viene a narrar las andanzas de The National en la gira de presentación de su imprescindible High Violet (2010), es justo todo lo contrario, en vez de dedicarse a la creación de un mito, viene a desmontar todos los tabúes y clichés que existen sobre una banda de rock.

Ahora que acaba de aterrizar en las platafomas digitales, es cuestión de tiempo que el boca-oreja lo encumbre al siguiente hype del momento. Aun desprovisto de tanta carga emotiva y tanta grandilocuencia musical «Mistaken for Strangers» que algún despistado habrá ignorado por considerarlo un documental al uso construido a imagen y semejanza del grupo de Cincinnati, no es sino todo lo contrario, un compendio de todo lo que no se debe hacer para mitificar a un grupo de indie rock. Presentado más bien como una fotografía de las relaciones familiares, el documental comienza con la oferta de trabajo que Matt Berninger el cantante de The National le hace a su hermano Tom Berninger, un simpático personaje con mucha calidad artística y mucha más querencia por el alcohol y la fiesta, despreocupado, sin ningún interés en la música indie, interesando más por el cine fantástico de terror de serie B que por viajar a Europa a bordo de un autobús con toda la banda de su hermano.

El documental arranca con la contratación de Tom como roadie para la gira por Europa de The National, quien acepta el trabajo aún sin haber salido jamás de Estados Unidos a cambio de grabar unas cuantas imágenes para hacer un documental sobre el grupo. A partir de ahí, todo serán tropiezos, absurdeces y sinsentidos que salpican durante casi dos horas un descacharrante y divertidísimo viaje hacia el lado más turbio de las relaciones humanas. Y nos ponemos así de intensos, porque aunque es cierto que el documental no escatima en mostrar imágenes y situaciones tendentes a desmitificar toda la maquinaria del star system que acompaña a una banda de este calibre, no es menos cierto que la piedra angular del documental pilota sobre la relación de los dos hermanos y su particular forma de enfrentarse a la vida, desde dos puntos de vista tan antagónicos que puestos en común resultan hasta cómicos. Escenas que de puro absurdo plantean al espectador si lo que están viendo es real o sólo forma parte de un guión.

El resultado no puede ser más inesperado. Casi dos horas de humor absurdo salpicadas por situaciones de una tensión emocional casi incómoda para el propio espectador, a las que le han añadido unos pocos minutos, muy pocos, de actuaciones de The National.

El documental tan sorprendente como divertido se pasa volando. Sembrando la duda hacia el final de si te están dando gato por liebre, realidad o ficción, el caso es que el invento funciona como un tiro. Merece la pena ver la disección fría que se muestra de las relaciones amor-envidia-odio muy común entre cualquier hermano, o las miserias de trabajar como estrella de rock en una banda, incluso las tensas relaciones entre los miembros. Impagables y desternillantes los momentos en que Tom «entrevista» al resto de la banda, especialmente a los gemelos Dressner.

Se agradece tremendamente que el documental haya huido estrepitosamente de darle pábulo a la grandeza de la banda, desmitificando a casi todos, excepto al raro de Matt que casi involuntariamente sale airoso de la narración y se muestra como como un ser magnificente, poderoso y lleno de locura, pero con una bondad extrema por y para todo aquello que ama.

El peor documental de rock que he visto en mi vida y uno de los mejores y más entretenidos documentales que puedas disfrutar sobre la familia y otros animales.

 

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