The Quireboys – El Sol (Madrid)

Es difícil tratar de hacer comprender a la audiencia moderna lo que significa asistir a un derroche de talento como el que obsequió el pasado miércoles en El Sol The Quireboys. Y lo es porque sus referentes, sus grupos y su coyuntura les impide apreciar en esencia lo que significa el rock, lo que significa la entrega, lo que significa, en definitiva, trascender lo efímero en tiempos de usar y tirar.

No era la primera vez que veía  a los ingleses, pero puedo asegurar que tras más de dos décadas de carrera su propuesta es incombustible, llena de vida y nervio. Una auténtica celebración en toda regla para todo amante del rock and roll destilado herencia de bandas como Faces o Rolling Stones, pero para eso hay que captar lo que personifica, reitero, su esplendor. Y a fe que la sala a rebosar disfrutó y lo pasó en grande.

Una banda en estado de gracia, con un Spike como maestro de ceremonias magnético, receptivo, con un carisma y sex appeal únicos, tanto que encandiló a los reunidos a corear temas, a bailar, a engrandecer un rito de música genuina, destilada con clase por un combo sobrado de feeling y profesionalidad, especial mención para la pareja de guitarristas, pero vamos, imposible destacar una figura por encima de otra en el sexteto.

Tras trallazos iniciales como “Tramps and Thieves” o “This is rock and roll”, unido a perlas de su muy recomendable Homewreckers and heartbreakes (08) -callejera sonó “I love this dirty town” y cautivadora “Mona Lisa smiled”-, el grueso de la velada se centró en rescatar esa enciclopedia de sabiduría eléctrica que va a cumplir 20 años, A bit of what you fancy (90).

Maravillados quedamos ante la redonda “7 o’clock”, la profundidad de “Whippin’ boy”, la inflamada confesión a corazón abierto de “I don’t love you anymore” o la sutilidad de “Roses & rings”. Un sonido contundente, limpio y decorado con la belleza de un teclado sugestivo, nos reservó la traca final de “Sex party” y la expansión hermosa de “Take me home”, verdaderos lingotazos de lindo sabor a verdad. Por muchos años, tíos.

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