The Smiths – The Sound Of The Smiths (Rhino)

Existiendo recopilatorios tan completos como Hatful of Hollow (1984), Louder Than Bombs (1987), The World Won’t Listen (1987), The Best of the Smiths, Vol. 1 y 2 (1992), Singles (1995) o The Very Best of the Smiths (2001), muchos pensarán que esta nueva ocasión de compilar las canciones de The Smiths no tiene sentido alguno. A pesar de todo, cuando se cumplen más de veinte años de la desaparición de la gloriosa banda de Manchester, llega este The Sound Of The Smiths, donde en dos Cds se ordena cronológicamente (en uno los singles, en otro las caras B) la corta pero prolija carrera de una de las formaciones fundamentales para entender el sentido del pop de nuestro tiempo. Desde entonces, muchos no hemos cesado de buscar a la banda que consiguiera igualar la magia de esas canciones, la lírica de sus letras, el sentimiento que desprendía cada una de las sílabas entonadas por un joven Morrissey en estado de gracia o las melodías hilvanadas por Johnny Marr, sin conseguirlo.

Por eso, reivindicamos estos cuarenta y cinco cortes tomándolos como aquellas piezas universales y eternas que nos acompañaron en nuestra juventud y que seguirán a nuestro lado hasta el fin de nuestras vidas. Canciones que nos hicieron amar la música, detestando al DJ de turno (“porque la música que continuamente ponía no decía absolutamente nada de nuestras vidas”, “Panic”). Que nos recuerdan a nuestras miserias adolescentes (“Soy el hijo y el heredero de una timidez criminalmente vulgar, Soy el hijo y el heredero de nada en particular”, “How Soon Is Now”) y a nuestros primeros desengaños (“Si te estás preguntando por qué todo el amor que anhelas te elude y la gente es grosera y cruel contigo, te voy a decir por qué: todavía no te lo has ganado, cariño. Tienes que sufrir y llorar por más tiempo”, “You Just Haven’t Earned It Yet, Baby”). A nuestros primeros amores platónicos (“y nunca supiste lo que me gustabas porque no llegué a decírtelo, oh y quería hacerlo”, “Back To The Old House”) o por supuesto, a los no platónicos (“No, No es un amor como otro cualquiera, éste es distinto porque somos nosotros”, “Hand In Glove”).

Al amor que duele (“Nos besamos bajo el puente de hierro y a pesar de que terminé con los labios doloridos, ya no fue como en aquellos tiempos”, “Still Ill”) o al que termina (“Sé que todo ha terminado, aunque realmente nunca empezó, pero en mi corazón era tan real”, “I Know It´s Over”). A nuestros deseos más preciados (“Buenos tiempos para un cambio. Mira, la suerte que he tenido haría que un hombre bueno se volviese malo”, “Please, Please, Please Let Me Get What I Want”) o a nuestras primeras reflexiones (“Cuando estoy tumbado en la cama pienso en la vida y en la muerte y ninguna de las dos me atrae especialmente. Si llegara el día en el que sintiera alguna emoción natural, me daría tal susto que probablemente me tumbaría en mitad de la calle y moriría”, “Nowhere Fast”).

Nunca nos identificamos tanto con historias como las de The Smiths, y a pesar de ello tantos años después, continuamos preguntándonos “cómo alguien tan joven puede cantar palabras tan tristes” (“Sheila Take a Bow”).

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