The View – Cheeky for a Reason (Cooking Vinyl)

Los escoceses The View son (o parecían ser) un grupo de esos que brillan fugazmente en un momento para apagarse posteriormente con la misma rapidez. Lo que viene en llamarse un «hype», vaya. Te suben, te sueltan, te estrellas. Estrellados parecían tras sus dos últimos álbumes, aunque parece ser que en Escocia son bastante famosos. Con Cheeky for a Reason (2012), sin embargo, han sorprendido a todo el mundo renaciendo de sus cenizas con un álbum muy equilibrado, variado, dotando de matices interesantes a una carrera que parecía incapaz de apartarse de la línea recta que vertebra el pop británico (al menos el aupado desde el NME) desde hace décadas.

Aunque «How long», la canción que abre el álbum y también el primer single, no supone un cambio espectacular sobre sus tres discos anteriores, sí que deja vislumbrar algo más de claridad, una producción más limpia, una melodía amable y pegadiza, más diversión y menos malhumor. El abanico de influencias se abre, dejando entrar, junto a sus habituales Libertines y Arctic Monkeys, otros sonidos provenientes del pop más clásico hecho en Escocia (The Proclaimers, principalmente en «Bunker») o del powerpop para todos los públicos («Anfield row», que no tiene nada que ver con Liverpool ni con el Liverpool, parece una balada típica de Fountains of Wayne).

Muy pegajosas son también «Bullet» o «Bunker (solid ground)», y en general todo el álbum tiene ese aroma melódico-folk-punk que su cantante, Kyle Falconer, ha descrito diciendo que es como si The Clash hicieran una versión del Rumours (1977) de Fleetwood Mac. Palabras mayores, pero no le falta razón en el fondo, sobre todo si escuchamos atentamente «The clock», le quitamos la angustia brit-pop a lo Manic Street Preachers y nos quedamos con la línea melódica, la interpretación vocal, las guitarras de fondo, la sección rítmica baja en revoluciones y la letra.

Un interludio de piano de pocos segundos da paso a la parte final del disco, aunque en realidad no tiene mucho sentido esa separación porque lo que sigue es más de lo mismo. «Hole in the bed» remite a sus primeros trabajos, y el resto de canciones hasta llegar al final resultan bastante olvidables, no por malas sino por muy apegadas al manual del indie rock. Otra cosa es «Tacky tattoo», el último tema: una delicia acústica, con Falconer solo al piano eléctrico, que bien hubiera podido firmar el Elton John de su primera e imprescindible etapa. Una sorpresa que deja buen sabor de boca y ganas de volver a repasar Cheeky for the Reason. Y con cada repaso uno se va dando cuenta de que es un álbum preparado para calar poco a poco, para ir marcando muescas en el ánimo, para dejar un recuerdo amable. Pero no mucho más.

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