Tindersticks – The Waiting Room (City Slang/Music As Usual)

La segunda vida de Tindersticks, que regresaban en 2008 tras un hiato de cinco años tras la deserción de gran parte de sus miembros y dos discos en solitario de su cantante, Stuart A. Staples, es toda una celebración. Ellos son una de esas excepciones en una escena poco acostumbrada a su pop barroco y oscuro, con multitud de ambientes cinematográficos y esos virtuosismos varios salidos de la mente de los de Nottingham, quienes hace tiempo decidieron reorientar su estilo hacia un sonido descargado de parte de sus habituales orquestaciones y apoyado en una rica instrumentación.

The Waiting Room, undécimo álbum de su carrera y primero que vendrá acompañado de un proyecto audiovisual (puedes verlo aquí) que dotará a cada canción de un vídeo dirigido por un director distinto, quería ir un paso más allá que lo que nos ofrecieron en la trilogía iniciada con The Hungry Saw (2008) y continuada en Falling Down The Mountain (2010) y The Something Rain (2012).

Una nueva ración de temas donde veremos cómo manteniendo su sello, muestran la inquietud de querer evolucionar sin dejar de embaucarnos con su clase, que desde la intro instrumental de “Follow Me” versión de una de las piezas que Bronis?aw Kaper compuso para la banda sonora de Rebelión a Bordo, nos invitan a seguirles por una línea trazada desde la nocturna “Second Chance Man” a los hipnóticos desarrollos de “Were We Once Lovers?” donde Staples nos sorprende con nuevos registros vocales. Esta deriva de experimentación llega a su cénit en “Help Yourself”, esa oda a medio camino entre el funk y el jazz arropada elegantes arreglos de viento.

Destacan igualmente los instrumentales “This Fear Of Emptiness” y “Planting Holes”, el spoken word de “How He Entered”, la escalofriante “The Waiting Room”, la oscura belleza de “We Are Dreamers”, en la que cuentan con la participación de Jehnny Beth, vocalista de Savages, y el majestuoso cierre en clave soul de “Like Only Lovers Can”. Aunque quizá el punto álgido llegue con la emocionante “Hey Lucinda”, cantada junto a la artista Lhasa de Sela, habitual colaboradora y amiga de la banda fallecida en 2010, quien dejó grabada una colaboración que hasta ahora no habían sido capaces de sacar a la luz.

Una vez más, brillando un peldaño por encima de la media.

 

 

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