Tony Bennett & Lady Gaga – Cheek to cheek (Universal)

Este tipo de discos me plantean muchas dudas. Por un lado, siempre es bueno dar a conocer a los clásicos y conseguir que la gente joven, a través de sus ídolos actuales, descubran las maravillas que hicieron los ídolos del pasado; por otro lado, este tipo de productos me parecen oportunistas y fáciles. ¿Quién va a criticar esos míticos temas de Cole Porter, Irving Berlin, Duke Ellington y similares titanes del American Songbook? Nadie en su sano juicio. En la interpretación tampoco hay demasiado riesgo: nadie va osar comparar a una recién llegada con, digamos, Ella Fitzgerald.

Pero hay que dar un veredicto, y para ello empezaré recordando la génesis de este álbum. En 2011 Tony Bennett publicó Duets II junto a gente como Sheryl Crow, Aretha Franklin, Michael Bublé, Amy Winehouse, Norah Jones o, ejem, Alejandro Sanz. A partir de la gran interpretación que Lady Gaga hizo entonces de «The lady is a tramp» surgió la idea de publicar un álbum entero juntos. Genial. El problema de Cheek to Cheek es, sin embargo, la inversión de papeles: Tony Bennett está perfecto en su papel, pero Lady Gaga se viene demasiado arriba. Su protagonismo y entusiasmo son excesivos: da un toque verbenero a temas que necesitan una aproximación más sofisticada y, en más de una ocasión, intenta llegar a tonos más allá de sus posibilidades.

De hecho, llega al extremo de tener que cambiar de tonalidad para poder culminar determinadas frases («Anything goes», «Cheek to cheek»), en el más puro estilo karaoke de cena de empresa; todo lo contrario que en «The lady is a tramp», donde su voz no sonaba forzada y se mantenía en un discreto segundo plano. Este tema, por cierto, está incluido en una versión extended deluxe en la que conviven despropósitos como la artificialmente acelerada «Bewitched, bothered and bewildered» con exquisiteces como «Every time we say goodbye». Este último debiera haber sido el ejemplo a seguir: la interpretación de Lady Gaga brilla más cuando mantiene un perfil y un tono más bajos. En la versión normal del LP destacan, en ese sentido, «Lush life» (con la que definitivamente convenció a Bennett de que era su partenaire ideal), o una «I won´t dance» bastante divertida.

Disfrutable a ratos, irritante en otros, quedará siempre la duda de cómo hubiera sido el resultado si Tony Bennett lo hubiese grabado con Amy Winehouse, que interpretó maravillosamente «Body and soul» en Duets II.

 

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