tUnE-yArDs – BiRd BrAiNs (4AD)

No es sencillo pillarle el punto a este disco, ya que se trata de una estremecedora mezcla de ruidos, ritmos y música balsámica que a ratos sobrecoge por su belleza y a ratos pone los pelos de punta por su brutalidad. Y es que uno debe afrontar la escucha del debut de esta artista con la mente bien abierta y con toda la capacidad de sorpresa disponible, porque no son pocos los sobresaltos y quiebros que se encuentran. Pero una vez que se consigue entrar en el juego, uno encuentra este disco tan desafiante como satisfactorio.

tUnE-yArDs es el proyecto solitario de la americana Merrill Garbus, un proyecto en el que ha pretendido verter su imaginación, su ingenio, su mala leche y parte de su vida en las canciones, sin ninguna idea preconcebida y con toda la libertad para crear y grabar en su casa. De esta manera, Garbus ha dado forma en BiRd BrAiNs a un disco tan crudo como hermoso a base de mezclar folk íntimo con ritmos africanos, guitarrazos desesperados y trozos de su vida cotidiana: unas voces infantiles, una ventana que chirría, una tos sampleada, una puerta que se cierra, una cocina que chisporrotea… sonidos que dan calidez a un trabajo tan íntimo como intrigante.

El disco se inicia con “For you” una intro que desemboca en “Sunlight” un sensual tema en el que la batería repite el ritmo como si de un loop electrónico se tratara. Poco a poco el tema va volviéndose más brusco hasta que estalla en un clímax que coincide con el estribillo. Y es que las canciones no siempre van hacia donde uno se espera y es imposible anticipar lo que va a venir después. “Hatari”, por ejemplo, es un tema totalmente rítmico y primario, una visión muy particular de lo que se conoce como world music.

Pero hay más. “Fiya” es el tema con la estructura más pop de todo el disco, un estribillo melódico y una voz agradable. Mientras que “Jumping Jack” empieza como una canción infantil ciertamente turbadora, con toques de xilo naïf, que se arranca con impetuosos arrebatos. El amplio registro vocal de Merrill Garbus le permite momentos de susurrante placidez (“Synonynonym”) y otros delirios de potencia y perturbadores gritos en forma de lamentos (“Jamaican”).

Y mezcladas con las canciones, están todas esas otras cosas que dan vida a este BiRd BrAiNs. Esos sonidos de fondo que transforman lo que se podría haber quedado en un disco más de weird-folk en una conversación en la que Garbus parece hablarnos directamente de tú a tú. O la producción tosca, que confiere al disco la idea de que no se creó más que como divertimento, sin intención de ser difundido. Así, con todos elementos, no es sencillo pillarle el punto a este disco, no. Se trata de un disco crudo, provocador y que exige un esfuerzo al oyente. Al que tal vez le sobren algunos ruidos y le falte a ratos algo de conexión entre los temas. Pero del que se agradece la imaginación desbordante, las ganas de experimentar con un género, el folk, tan poco dado a ello, y los momentos tan honestamente bellos que nos regala.

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