U2 + Franz Ferdinand + Kaiser Chiefs – Estadio Vicente Calderón (Madrid)

Probablemente esta crítica tuviera que haber estado hecha en la madrugada del 11 al 12 de agosto, pero ni había ganas, ni estábamos acreditados; ya saben, las revistas digitales seguimos siendo consideradas las hermanas pobres de este tinglado, incluso para aquellos grandes defensores de los pobres, las buenas causas y la justicia interplanetaria (…. todo ello debidamente esponsorizado y con cámaras de por medio, of course). Habrá que aceptarlo.

Una de las notas más llamativas es que a medida que pasan las giras de U2, y que éstas recalan en nuestro país, la edad media del público baja considerablemente y su curiosidad musical desciende también hasta límites insospechados. Echémosle la culpa a OT, pero era llamativo ver cómo a Kaiser Chiefs y a Franz Ferdinand no los conocían más de ¿mil personas?. Un figura que tenía cerca llegó a decir que los escoceses eran poco más que (perdón) mierda y que los realmente buenos eran Keane, que habían abierto el concierto de los irlandeses en Barcelona…mmmmm, sí, sí, sí. ¿Cómo no iba a estar de acuerdo?. Siguiendo esa misma línea argumental, tal vez hubiera sido mejor sustituir a Franz Ferdinand por Coldplay (y de paso hacíamos comparaciones) y a Kaiser Chiefs por Robbie Williams y ya entonces hubiéramos estado ante un concierto histórico, sólo comparable en magnitud al que una semanas antes, y en ese mismo recinto, protagonizaron Hombres G y El Canto del Loco.

Kaiser Chiefs no han descubierto la pólvora, pero sí le han dado una vuelta de tuerca más a la renovada industria del pop británico gracias a su álbum Employment. Su directo fue notable, sobre todo ante las circunstancias adversas a las que tuvieron que hacer frente: escenario grande, volumen no demasiado alto y público indiferente. A pesar de todo ello su concierto fue más que correcto gracias a su ironía, sus ganas de juerga y a una retahila de hits como “I Predict A Riot”, “Oh, my god” o “Every day I love you less and less”. En su contra, una semejanza con Blur poco disimulada y cierta monotonía en su estilo. Habrá que ver cómo evolucionan, pero prometen.

Con las mismas circunstancias que Kaiser Chiefs, Franz Ferdinand comparecieron ante el público del Calderón, aunque con un agravante (presentaban nuevo repertorio) y un atenuante (¡coño, si ésta -“Take me out”- es suya!). Eso sí, a diferencia de los de Leeds, Alex Kapranos y su séquito son ya, más que una promesa, una auténtica realidad que puede jugar en las grandes ligas. Su repertorio estuvo bien elegido y en él alternaron nuevas composiciones que aparecerán en su segundo trabajo con temas de su álbum de debut: “Michael”, “This Fire”, “Jaqueline” y, sí, “Take Me Out”, aunque ésta la tocaron una sola vez…

Y llegaron U2 que, aunque llenen estadios, tendrán que plantearse más pronto que tarde lo oportuno de hacer giras tan mastodónticas y maratonianas. Los años no perdonan, y el agotamiento físico de las superestrellas irlandesas era más que evidente a esas alturas de gira. Con una puesta en escena brillante, bastante más digna que la del anterior Elevation Tour, los dublineses saltaron al escenario para comenzar su concierto con Vertigo y adentrarse inmediatamente después en las entrañas de Boy, rescatando “I Will Follow” y “Electric Co.”, que se fue al traste con un fallo en el micrófono de Bono y el cabreo monumental del líder de U2. Lo que pudo haber sido una bonita rememoración de los primeros pasos de la banda, quedó en un sueño con un concierto bastante conservador, en el que se mezclaron los típicos temas que no pueden faltar en una gira de grandes éxitos (“New Year’s Day”, “Sunday Bloody Sunday”, “I Still Havent Found What I’m Looking For”, “Pride”) con temas de sus dos últimos discos/revival (“Beautiful Day”, el insufrible “Elevation” o “Sometimes You Can’t Make It On Your Own”); algunos fueron más acertados, otros estuvieron aderezados con reivindicaciones sociales, y otros parecían interpretados con el piloto automático en marcha. El infalible “Where The Streets Have No Name” perdió fuerza por la nueva puesta en escena y el tan cacareado regreso al rock quedó en balas de fogueo con “Love and Peace or Else” y el envejecido “Bullet The Blue Sky” (¿nadie se acuerda de “God Part II”?). Lo más destacado fue sin duda “One”, que parece haberse convertido ya en su tema bandera.

Las notas más arriesgadas de todo el setlist fueron “Miss Sarajevo” -del proyecto paralelo (o no tanto) Passengers-, que quedó en pantomima cuando Bono trató de emular a Pavarotti, además de las achtungbabianas “Zoo Station” y “The Fly”, que fueron demasiado blandas para provocar como antaño.

El final fue sin duda lo más decepcionante: U2 cerraron el concierto como lo abrieron, interpretando de nuevo “Vertigo”. Da lástima ver como una banda con más de veinte años a sus espaldas, una docena de álbumes (alguno de ellos notable) y decenas de grandes composiciones recurren a un mismo tema para abrir y cerrar un concierto. ¿Manda tanto la promoción como para echar por tierra un gran legado? Una decepción más de una banda que tendrá que hacer pronto borrón y cuenta nueva si quiere volver a aportar algo a la música (no al marketing).

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