U2 – No Line On The Horizon (Universal)

La pereza implícita que genera cualquier nueva referencia de los irlandeses más universales de las últimas décadas se acrecentaba mucho más, tras leer comentarios sobre lo que serían sus nuevas canciones. ¿Cómo enfrentarnos a lo que en teoría es su mejor trabajo, el definitivo, la reinvención del rock and roll o a la megalomanía de un personaje como Bono de nuevo?

No Line On The Horizon podría haber sido un gran disco. O al menos uno mejor. Pero parece que Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. siguen empeñados en cometer los mismos errores que terminaron por minar su credibilidad. Ellos insisten en crear piezas que suenen bailables (“Get On Your Boots”), contundentes (“Stand Up Comedy”) o azucaradas (“I’ll Go Crazy If I Don’t Go Crazy Tonight”) y lo único que consiguen es sonar ridículos. Eso sin mencionar sus acercamientos al soul adulto e inofensivo (“Moment Of Surrender”) o a esos himnos para cantar con el puño en alto en sus conciertos (“Unknown Caller”).

A pesar de ello, la duodécima entrega de U2 a pesar de no estar entre lo mejor de su discografía, al menos intenta ofrecer algo diferente. La buena noticia sin duda es el peso en el proceso creativo de un Brian Eno que dota a algunos de los temas de un alto porcentaje de experimentación, de ambientes imposibles y arreglos majestosos. Esto lo convierte en un álbum sin apenas singles, más cercano a The Unforgettable Fire (1984) o Passengers (1995) que a cualquier referencia cercana. Donde sí brillan canciones como la emocionante “No Line On The Horizon” o la reflexiva “White As Snow”, que podrían formar parte del ahora tan recordado Zooropa (93). O los ambientes de “FEZ-Being Born”, donde un omnipresente Eno nos remite a Kraftwerk. Como el speech de “Cedars Of Lebanon” sobre un manto de sorprendentes texturas o por supuesto, la gran “Magnificent”, que intenta mirar a glorias pasadas.

 

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