What is this thing called SONG? Mes 9

Mes 9
Dejadme en paz

Tic tac, tic tac…
Como le pasa a la mayoría de la gente, mi principal problema a la hora de emprender algo es la falta de tiempo. A pesar de mi obstinación y determinación, el trabajo, las obligaciones, los quehaceres cotidianos, familiares, los niños y mil cosas más erosionan el deseo original. Pero sobre todas estas cosas, los que realmente me desquician son los interruptores ajenos. No los he elegido yo, no son familiares ni amigos. Aportan una impasible verborrea con mensajes de primaria, usando un lenguaje de convergencia (errado siempre en mi caso, puesto que buscan puntos comunes que a mí me resbalan) y tratando de venderme/contarme su mierda. Aquí no solo entran los comerciales de telefonía o de servicios, también individuos que se empeñan en compartir sus experiencias o aconsejarme sin que yo lo haya solicitado. Conversaciones absolutamente intrascendentes. Mierditación intrascendental.

Ante estos estímulos reacciono de forma bastante soberbia: pese a que no lo verbalice, sí que doy a entender con mis reacciones o lenguaje no verbal un gran «Déjame en paz». No puedo soportar las chapas de esa gente y creo que se me nota, aunque no siempre se den por aludidos. Cállate ya, por favor. Solo hay una cosa que me guste tanto como la música, el silencio.

 

En esos momentos pienso en mi tiempo, adoro mi tiempo, es todo lo que soy. Tiempo. Tic tac, tic, tac… Ahora podría estar escuchando un disco de Cole Porter, o leyendo ese ensayo de Cipolla, o divirtiéndome haciendo cosquillas a mis hijos, pero no, estoy plantado escuchando o haciendo como que escucho. Son monólogos, nada de conversaciones, son puras chapas. Yo-me-mí-conmigo. Tic tac, tic tac… y el tiempo pasa. Tic tac, tic tac… Y ese tiempo no vuelve jamás. Siempre me planteo cómo serán los días de esa gente, repiten chapa a distintas personas, ¿Será la misma? ¿Qué harán cuando lleguen a casa tras vomitarla cuatro veces? ¿Habrán sacado algo en claro?. Porque sí, me inclino por creer que necesitan verbalizar sus ideas para ordenarlas y así procesarlas mejor, pero… ¿No bastaría con una chapa solo?.

Pero bueno, ahora la chapa es la mía. Todo empezó poco antes de las vacaciones de verano, mi mente pedía un alto y mi cuerpo necesitaba reposo. Aburridísimos problemas con Hacienda y problemas del primer mundo saturaban mi cerebro. Esto y mi, ya de por sí dura, ración de padre. No tenía salida, no había válvula de escape. Y ocasionalmente llegaba una de esas chapas ajenas, así, en cualquier momento, en la calle, al teléfono, en el parque. No hay un momento para el empane, para la evasión mental, para contemplación interior. Atención 24/7 de puta mierda.

Cogía el piano o la guitarra y me aliviaba con un «Quiero mi tiempo, dejadme en paz». Los niños de vacaciones, la Morena y y yo trabajando y el cansancio crecía exponencialmente. «Quiero mi tiempo, dejadme en paz». Nos esforzamos continuamente para que los niños sean felices, lo que parece fácil pero requiere mucha energía, y aunque satisface mucho es realmente agotador. Cuando disponía de tiempo sin interrupciones ya estaba para meterme en la cama y dormir. «Quiero mi tiempo, dejadme en paz». Por suerte ese día no había chapas ajenas.

En esos momentos esa primera frase, «Quiero mi tiempo, dejadme en paz», no era tanto como un mantra sino como una necesidad física, un desahogo mental y una abstracción que estaba bien lejos de convertirse en una canción. Poco a poco, día agotador a día agotador, tirando del hilo, conseguí asentar esos primeros versos y esos 4 primeros compases crearon el patrón para el resto de la canción. Sí, era de perfil clásico, yo escuchaba pianos, un bajo setentero, unos coros por aquí, una parada casi a capella por allá, una parte final, etc.

Las primeras semanas no iba más allá de las sensaciones que quería exponer, por mi estado anímico no conseguía deshacer el nudo. Juraría que el punto de inflexión llegó con la parte de «con ofertas y demandas impasibles», excavé dentro de mí y hallé a las Vainica Doble, en algo parecido a lo que compusieron en Alas (Contracorriente, 1976). Estaba ahí, delante de mí. Así que solo tuve que dejarme llevar, evitando eso que siempre he hecho de controlar y dominar la situación. Esta canción me pedía un estribillo insistente y sin vuelta de hoja. Solo quiero que me dejen en paz, si no entienden mis mensajes, si no interpretan mis señales, tendré que decirlo más alto, más claro y muchas veces. Así llegó el estribillo. Tanto la letra como la melodía son ciertamente sencillas, totalmente necesario para hablar de algo así. No hay lirismo que valga, solo dejadme en paz. Era perfecto. Esta iba a ser la canción del mes, tic tac, tic tac…

La canción estaba prácticamente escrita. Una tarde, mientras la Morena bañaba a los niños, yo la tocaba y retocaba y escuché a Marc canturrear la canción. Wow, «pop», pensé. Ahí estaba todo, un niño de 3 años cantando el estribillo, mi descargo se había convertido ya en algo ajeno, autónomo, una canción.

Aún así, me faltaban pequeños detalles que fui puliendo a lo largo de una misma semana. Me recuerda, salvando las enormes distancias, a las canciones que hicieron los Beach Boys (ya no solo de Brian) en los 70, con sus mensajes vestidos de espiritualidad pero que realmente son canciones sencillas y hasta divertidas.

Llegaron las vacaciones. La primera semana me quedé solo en casa, sin ningún tipo de compromiso ni obligación. Este era el momento ideal para grabar la canción, para acabar de componer otras, para tocar mi nuevo piano. En los primeros cinco días apenas salí, monté el equipo de grabación junto al piano y disfruté hasta cansarme. Normalmente, por el ritmo de vida moderno, cuando disfruto con algo, el horizonte temporal está ahí, aproximándose rápidamente. Tic tac, tic tac. Ahora no, casi logré cansarme de descansar. No llegué al maravilloso momento de aburrirme, pero estuve cerca. Grababa durante muchas horas, tocaba durante más horas aún. Esto era vida. Solo interrumpía las sesiones para hacer un Facetime con la Morena y los niños o para ver a Jose y Juan.

La tenía. Tenía ésta y casi otra más (¿La del mes que viene?). Me faltaba pulir las pistas y mezclar. Desde el momento que compuse la parte a capella, aunque luego decidí instrumentarla un mínimo, supe que la voz que necesitaba era la de Lourdes Casany. Tocamos juntos por 2016, aunque llevaba ya varios años detrás de ella, cuando presentamos 3 (Luscinia Discos, 2016). Su forma de entender el bajo y su voz me cautivaron desde el primer concierto que la vi con Polonio. Qué talento… Ahora está trabajando en su proyecto Triste y Gorda, genial nombre y canciones tan bellas como esta: https://tristeygorda.bandcamp.com/track/gigante

Foto 01 What is This Thing Called SONG Mes 9

El caso es que nos juntamos en casa, nos bebimos unas cervezas y nos pusimos a trabajar. El momento en el que decidimos cambiar su parte de «dejadme en paz» a «dejadle en paz» nos dio para unas buenas risas. Hicimos lo mismo que en una de mis canciones favoritas, «Love me» de Elvis, mientras él canta «mendigaría y robaría solo para sentir tu corazón latiendo junto al mío», los coros se liberan de toda responsabilidad con un «él mendigaría y robaría…».

La sensación con la canción fue muy buena desde el principio y continuó hasta que tuve que recoger el estudio casero y salir de viaje hacia el norte. Me quedaba mezclarla y estudiar si necesitaba algún arreglo extra, pero tenía muy claro el tipo de producción y mezcla, la canción iba por ese camino, totalmente de frente. Tenía guitarra, piano, bajo, batería, coros, órgano…

En Santander perfilé las mezclas, de nuevo con más de un buen consejo de Fede Trillo, la compresión de la batería, los agudos en la reverb… Cosas que un año atrás me sonaban a chino y que ahora, gracias a su ayuda y a mi cabezonería, voy sabiendo cómo funcionan. Cuando creía tener ya la mezcla definitiva, se me ocurrió probar con un tic tac de reloj en el puente previo al final, de esta forma matizaba la canción y le hacía un merecido homenaje a Dani Cardona, brillante productor y músico, con quien tuve el placer de trabajar varios años. Estos detallitos son muy de su firma.

Ahora sí, finalizada.

Como siempre, en el siguiente enlace puedes escuchar todas las canciones que El Ser Humano nos ha ido mostrando hasta la fecha en esta sección.

https://otroelserhumano.bandcamp.com/album/2019

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