Whirlwind Heat – Do Rabbits Wonder? (V2)

Disco de debut de un trío (David Swanson, voz y sintetizador Moog, Steve Damstra, bajo, y Brad Holland, batería) de Grand Rapids, estado de Michigan, y que promete bastante más de lo que ofrece en realidad. Bajo la capa protectora de Jack White, su descubridor, mentor y productor (y, al parecer, el único que les contrata: su gira es la de White Stripes como teloneros del dúo), esta paternidad es más aparente que real, aunque como gancho publicitario tiene bastante peso.
Do Rabbits Wonder? es un álbum en el que la originalidad comienza, y casi termina, en su absurdo título y en los títulos de las canciones, 13 temas titulados con los nombres de 13 colores. En la primera escucha da la sensación de que estos veinteañeros –que llevan haciendo ruido cinco años- han escuchado todo lo publicado con electricidad en las dos últimas décadas. En la segunda, esa sensación se confirma, y sobreviene otra: el atasco que se produce en el proceso de asimilación de tanto garage, punk, rock, hardcore, y todos los movimientos similares. No es difícil rastrear y encontrar ecos de Pixies, Mudhoney o todas las bandas de Dischord, plasmados en canciones hechas con un candor y sencillez conmovedora. Ahora bien, este punto, que debería ser anecdótico, es la idea que preside el disco. Temas sencillos, urgentes, y casi clónicos en los que es difícil elegir uno, dada la uniformidad que preside el disco y que en el séptimo corte empieza a mosquear.
Incluidos en lo que algunos norteamericanos (y prestigiosas páginas web) denominan “Moog Rock”, este Do Rabbits Wonder? da la sensación de que hubiese sido un interesante EP, en vez del arduo larga duración que es, precisamente por el uso y abuso del moog, omnipresente y a veces exasperante: disimula líneas de bajo francamente interesantes (por ejemplo, en “Tan” –el más Pixy de sus temas- o en la garagera “Blue”). Aparte de esto, la voz de David Swanson corea y berrea las letras meramente circunstanciales que adornan el álbum: en la crítica del soberbio The Ugly Organ de Cursive, Joan Basanta decía muy acertadamente, en estas mismas páginas, que uno de los grandes méritos de ese excepcional disco era la inteligencia con que la banda usaba las voces, alternando gritos y susurros en el momento exacto. Esta bergmaniana circunstancia no se da aquí: desde los primeros segundos, Swanson comienza a chillar y ya no lo deja en los cuarenta minutos del disco. Y eso demuestra una “actitud”, qué duda cabe, pero también demuestra un dominio del corazón sobre la cabeza, de las ganas sobre la sensatez. Estoy convencido de que su segundo disco será bastante más interesante que este primero, en el que apuntan maneras e ideas, pero en el que se pierden en detalles y en la concreción, reflejando una inquietud, bastante frecuente entre los debutantes, por dejar muy claro cómo quieren sonar y a quién han escuchado de niños.
En resumen, un disco anodino en lo general cuyos destellos quedan reservados a quien tenga la paciencia de escucharlo entero un par de veces. Y si el mensaje para Whirlwind Heat es el de la paciencia, para Jack White debe ser el de zapatero a tus zapatos: mejor que nos saque otro Elephant y se olvide de su faceta de ONG para la resurrección del rock garagero.

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