Xoel López y la Caravana Americana – Teatro Circo Prize (Madrid)

Una utopía convertida en realidad, un sueño cumplido, un proyecto acabado, las postales musicales de un viaje irrepetible, los recuerdos llevados a un escenario… Un lujo, un regalo con el que “culo-inquieto” Xoel se quiso premiar y quiso premiar a la gente que sorprendentemente no abarrotó el Circo Price madrileño.

Comenzó puntual la velada a eso de las ocho y media, dando razón a los rumores que decían que no se podía llegar tarde, pues el concierto se iría más allá de las tres horas, y así lo dio a entender Xoel, cuando entre aplausos apareció en un escenario repleto de instrumentos que poco a poco irían tomando vida, para sin dilaciones comenzar con su famoso ritmo militar que da paso a “Simón”, y que tuvo por continuidad “el cielo de Madrid”.

Miradas alrededor, gente que no paraba de llegar, inquietud, expectación y nervios entre el público por lo que se viviría en la última noche de la caravana y más que extrañas sensaciones, las de presenciar a Xoel cantando canciones de Deluxe, pero sintiendo de forma clara, que aquello que estaba sonando no era Deluxe, si no que tenía cantidad de matices diferentes y nuevos arreglos, además de una banda repleta de músicos sudamericanos, a excepción del mítico teclista Juan de Dios.

Dudas a cerca de cómo nos presentaría a la caravana y que tardaron en despejarse lo que tardó en llegar la tercera canción, y la presentación del primero de los más de veinte amigos que dejaron su nota de color sobre el escenario, y que tuvo el honor de comenzar el brasileño Fernando Catatau, que aportó potentísimas guitarras tanto en sus temas, como en “extraña habitación” que pasó de versión heavy, a celta, gracias a la sorprendente incisión de la gaita del polifacético y siempre alegre Xoxé Manuel Budiño, que dejó boquiabierto a más de uno.

Así que una vez destapado el pastel, ya sólo quedaba esperar y disfrutar y eso fue lo que hicieron tanto los caravanistas que fueron apareciendo por el escenario, como Xoel, como todos los allí presentes que íbamos descubriendo nuevos artistas y nuevas canciones, combinadas con versiones de los mejores temas de Deluxe, ya fuese en versión bachata como sucedió con “quemas” junto a Víctor, Victor, o en versión cantautores como cuando con Manel Cruz, cantaron el tema inédito “joven poeta”.

La increíble voz y los bailes de Bart Davenport, (sin duda que uno de los mejores momentos de la noche, y un gran descubrimiento), los sonidos “calamaro” de la mano de Pablo Ducal y Franny Glass, la nueva música latina de Ulises Hadjis o Cheky, momentos inolvidables como la desgarradora “es verdad” junto con la inconfundible voz de Iván Ferreiro… En definitiva, un éxtasis musical irrepetible, una continua mezcla de estilos, países y culturas, con un denominador común no sé si llamado música o Xoel, o es que quizá estas dos palabras cada día sean más sinónimas.

Tres horas largas de concierto, que tuvo como primer final la potente y desbordante “historia universal” con la que todo la gente se puso a brincar, y tras la que aparecieron todos los componentes de la caravana para interpretar a un solo grito e incontables instrumentos, el ya conocido por todos “hombre de ninguna parte”, que fue coreado y bailado por todos los asistentes al concierto.

Posiblemente ese tendría que haber sido la despedida esperada, y el punto y final de la expedición, pero las emociones estaban a flor de piel, y tanto Xoel, como el público, con ganas de más y más. Así que tuvo que volver, para a solas con su guitarra emocionarnos a todos con “ver en la oscuridad”, y despedirse finalmente con todo el mundo al son de “el amor valiente”.

Creo que me pareció ver sus ojos húmedos cuando abandonó último el escenario, y sinceramente creo que no es para menos. Xoel ha conseguido reunir a una banda irrepetible (mención especial a Manuloop), que quién sabe cuando volverá, si es que volverá. La caravana se deshace y nadie sabe qué material tendrán grabado para recordar estos momentos, nadie cuando de nuevo un artista se atreverá con algo igual… Así que disfrutemos de las memorias, y de la vivencia de algo mítico y efímero, que recoge las más sinceras inquietudes de un hombre orquesta que un día decidió salir de su casa, y que ha vuelto dos años después, para contarnos como suena el otro lado del mundo…

¡¡SENCIALLAMENTE INOLVIDABLE!! (gracias, Xoel)

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