Yann Tiersen – Divino Aqualung (Madrid)

Cuando la materia prima con la que elaboras tu producto es la delicadeza, tienes que ser –valga la redundancia– delicado, caminar con pies de plomo. Del intimismo al tostón hay una delgada –delgadísima– línea. Ese ha sido el problema, por ejemplo de tantos y tantos conciertos de tarde en el FIB, que tanto prometían y tan indigestos han resultado al final. Yann Tiersen da un concierto en Madrid (buenas expectativas). Yann Tiersen toca en Divino Aqualung (uyuyuy…la historia que se repite). Pero Yann Tiersen acaba dando un precioso concierto en el que consigue embriagar de delicadeza a los asistentes, precisamente gracias a alternar los momentos íntimos con las descargas eléctricas, con pequeñas concesiones al rock, vamos.

Pero bueno, para que nos vamos a engañar, la principal protagonista de la noche fue Amélie y el París impregnado en sus ojos. Ella fue la que atrajo a la mayoría de los asistentes, sus “valses” abrieron y cerraron el concierto y para ella fueron la mayoría de los aplausos: los citados “valses”, “Le moulin” o “A quai”.

La sala repleta de gente apiñada se convirtió por arte de magia en una taberna de la ribera del Sena y luego en un pueblecito al borde de un acantilado de Bretaña y, más tarde, en el cuarto de los juguetes de una casa muy grande. El arsenal: acordeón, piano, guitarra y violín (enfundados alternativamente por el propio Tiersen), cuarteto de cuaerda, xilófonos, voz femenina (la de Claire Pichet, preciosa), guitarra, bajo, batería, teclados, piano de juguete (!!), reloj de pulsera (!!!!!) y cachivaches que seguro se nos escaparon. No hubo esta vez invitados de lujo como en el concierto que recoge C’etait ici, su último disco en directo. Sí se dejó ver Christian Quermalet, de The Married Monk, multinstrumentista como su compatriota. El público también puso de su parte y aportó ese silencio que, para Tiersen, dice tanto como la melodía.

Y acompañando a este híbrido entre folklore y Erik Satie, el músico bretón presentó alguno de sus temas rock, en la onda de Dominique A –para el que ha compuesto algunos temas–. Canciones experimentales que sorprendieron a más de uno pero que encajaron en un puzzle que pedía de vez en cuando algo de intensidad furiosa. Tormenta y calma, una combinación universal.

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