40 años de Seventeen Seconds, la reválida de The Cure

Un día después del cumpleaños de Robert Smith volvemos a hablar de The Cure, en esta ocasión para celebrar los 40 años de segundo álbum, Seventeen Seconds (1980).

A pesar de que apenas once meses antes habían publicado su debut Three Imaginary Boys (1979), los The Cure más reconocibles no emergieron hasta su segundo disco. Muchas veces hemos escuchado a Robert Smith hablar descontento de ese primer trabajo, grabado desde la inexperiencia, con canciones de adolescencia que habían ido componiendo y tocando en directo durante varios años. Three Imaginary Boys era una fiesta pseudo punk con un sonido inocente, pero a su vez, tremendamente fresco. Trece composiciones (doce más una pista oculta instrumental) sin grandes artificios, temas instantáneos y brillantes melodías. Justo ahí es donde encontramos sus principales virtudes, en su simplicidad y efectividad. Esas canciones entre el post-punk, el power y jangle pop que no han perdido su vigencia cuatro décadas después y siguen sonando tan frescas como entonces. Sin duda, un buen lugar al que acudir para adentrarse en la prehistoria de los de Crawley.

Entre un disco y otro llegó un nuevo single, “Jumping someone else’s train”, la última canción que grabaran con ese tipo de sonido. Una pieza inspirada en el nuevo apogeo de la música mod (sus primeros acordes remiten de lleno a Pete Townshend) en cuya grabación se puso de manifiesto la inexistente química con el bajista Michael Dempsey. Como cara B, deciden rescatar un viejo tema de Easy Cure, de cuando Porl aún estaba con ellos. Una “I’m cold” que venían interpretando en directo desde hace tiempo y que no incluyeron en las sesiones de Three imaginary boys. Una composición que podría parecer anecdótica pero que es de suma importancia, ya que se convirtió en la última grabación de Dempsey con The Cure e incluyó nada menos que los coros de Siouxsie. La cantante y Steven Severin eran colegas de Robert y les visitaron en el estudio.

 

Poco después el propio Smith se unió a ellos como guitarrista durante la gira de Join Hands, tras el abandono de dos de sus miembros. Una gira en la que The Cure eran teloneros y Robert tocaba con ambas bandas noche tras noche, lo que tampoco sentó nada bien a un distanciado Dempsey que abandonaría el grupo después de aquellos conciertos. Previamente había habido un nuevo choque de egos entre ambos, cuando escuchó las maquetas del disco y las despreció para disgusto de Smith. Su sustituto no pudo ser más adecuado, Simon Gallup, amigo de juergas con el que ya habían coincidido grabando el single I’m A Cult Hero junto al cartero del pueblo. Junto a Gallup llegaría Matt Hartley a los teclados, compañero en la banda Magazine Spies y el aporte necesario para las atmósferas que ya estaban en la cabeza de Smith para su nuevo LP.

 

El punk estaba en decadencia y las bandas del momento tomaron diferentes derivas. The Cure pudieron haber sido los nuevos Buzzcocks, pero se adentraron en sonidos diferentes bajo el mando de su comandante en jefe, mucho más impactado e influenciado por el Low (1977) de David Bowie, que por Never Mind The Bollocks (1977) de Sex Pistols. Este es sin duda uno de los antecedentes sonoros más evidentes de Seventeen Seconds (1980), al igual que el introspectivo Five Leaves Left (1969) de Nick Drake y por qué no decirlo, ese oscuro Join Hands (1979) de Siouxsie & The Banshees que tanto influyó a un buen número de discos venideros, entre ellos este o el Closer (1980) de Joy Division.

 

Grabado y mezclado durante siete días, junto con el productor Mike Hedges, Seventeen Seconds marca un punto de inflexión en la carrera del grupo. Con él llegan las atmósferas, los pasajes claustrofóbicos y sobre todo, sus piezas mejor construidas hasta la fecha, como la excelsa “A Forest”, que ya había sido publicada como single unos días antes. En esa «A Forest» pueden resumirse muchas de las virtudes del grupo desde entonces a nuestros días, esa capacidad para sumar capas de sonido y crear ambientes únicos. Fue una de las últimas en grabarse y su mánager Chris Parry sugirió darle un toque más comercial para que fuera más radiable en las emisoras, a lo que Smith se negó. La quería tal y cuál fue concebida. Ya no estaba dispuesto a que hubieran más incursiones de nadie y las decisiones partirían exclusivamente de él. El tiempo le dio la razón.

 

El disco, de tono apesadumbrado y con esa batería repetitiva marcando el paso, contiene muchas más piezas que han llegado a nuestros días con una absoluta vigencia, desde el pop melancólico de “Play For Today” y “M” a las cadencias de “In Your House”, “Secrets” y “Seventeen Seconds”. Sin olvidar la nocturna «At Night» o los experimentos instrumentales «Three» o «A Reflection». Seventeen Seconds fue su verdadera reválida y a partir de este disco y durante los dos siguientes, la densidad y el rock oscuro se apoderaría de la banda y a pesar de los jugueteos posteriores con el pop más comercial, su grandeza les sigue acompañando hasta nuestros días.

6 comentarios en «40 años de Seventeen Seconds, la reválida de The Cure»

  • el 22 abril, 2020 a las 11:54 am
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    Se ha hecho corto el especial pero se agradece.
    Menudo discazo. Para mí su quinto o sexto mejor disco después Disintegration, Pornography, Faith y Wish y por ese orden.

  • el 22 abril, 2020 a las 6:38 pm
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    Muy buen artículo felicidades, este disco fue el paso definitivo de The Cure en todos los aspectos como has comentado(musical, personalidad marcada de lo que quería Robert Smith y algo muy importante olvidarse de los asuntos comerciales de radiofórmulas dejándoselo muy claro al manager Chris Parry.)

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