Amaia: del mainstream al indie y tiro porque me toca

Si hay una artista del panorama patrio en quién tenemos puesta las ilusiones musicales para con estos primeros compases del 2019 hablamos, sin duda alguna, de Amaia Romero. Y la razón de tener tan alto el hype viene motivada por los factores que ahora indicaré. En primer lugar, el productor que se ha buscado; Räul Refree y ahí ya palabras mayores. Raül Fernández Miró, Refree, es persona talentosa, preparada y barbián en cuyo haber encontramos a Rosalía, Rocío Márquez, La Rosenvinge y Silvia Pérez Cruz. Y ante esos nombres solo podemos decir; Arrodillaros, pecadores, almas impuras, que como pongáis un pero os doy collejas hasta la Nochevieja del 2040, y sin parar.

La otra razón del hype por las nubes la tiene, of course, la capacidad vocal y musical que tiene la muchachica en cuestión. Nada que ver con ser la ganadora del concurso, ni que fuese al tan denostado Eurovisión y ni tan siquiera que saliese favorita en no sé cuántas ocasiones; no. Su éxito es su voz y su talento cuando coge el piano, la guitarra o el ukekele (por cierto, últimamente la vemos poco con este instrumento. Toma nota, Amaia). Pudimos comprobar esto en una Gala Navideña soporífera marca in La Primera Da House donde, con el acompañamiento del piano, hizo una versión inmensa del «Perdona (Ahora sí que sí)» que dejaría al mismo Diego Ibáñez sin ganas de moverse de forma desaforada y hasta alguna lagrimilla echaría por el rabillo del ojo. Amaia salió por la tangente, y bien hecho, de ese mundillo televidente y de las soporíferas galas. El término Gala es tan José Luis Moreno que hay que tener muchos retruécanos para zamparte una de cabo a rabo sea de talent, reality o de índole laudatorio regional. Entre gracietas del presentador, una jartá de vídeos random, el que canta y no se le escucha, al que se le escucha pero no canta, otro vídeo penco y un señor de Murcia que sube al estrado por nadie sabe qué cosa se hacen infumables. Pero llegó ella y se marcó unas versiones que quedarán para el respetable y el respeto de por vida. Hablo del «Shake it out», el «Love on the brain» y hasta el «Soñar contigo» de Zenet entre otras.

Y tercer motivo; Amaia gusta a hombres, mujeres, modernos, carcas, hípssters, tuitstar y pollaviejas, millenials y generación X. Es apreciada por los del Baby-Boom y hasta Los niños de la posguerra. También tiene un gran cónclave de haters, ojo. Pero siempre con argumentos pueriles de estar instaladas 24 hora en un talent-show que va ya para el año del cerrojazo.

No voy a hacer hincapié en los views, follows y likes que reciba un vídeo o actuación sino en lo que aporte, lo que llegue y las sensaciones que sean capaces de transmitir. No hay nada más pobre que medir la calidad de una canción por esos parámetros. Por esa regla de tres el «Losing my religion» de R.E.M., el «Wake up» de Arcade fire, el «Lullaby» de The Cure o el «Blackstar» de Bowie son peores que el «Despacito» del Fonsi porque no han llegado ni a la mitad de views que el temita en cuestión. Bienaventuradas las que miran las canciones por el prisma de los likes porque nunca disfrutarán de la música.

Y ahí es donde Amaia sale beneficiada. Cuando la música deja de ser un algoritmo, algo hecho por analytics y que no se mida en porcentaje del brand persona entonces es cuando podemos hablar de música hecha por músicos. Nada que ver con la fastfood-music. Quien esté más pendiente a los feed de las redes sociales que al talento del artista mal lleva la cosa. No me imagino a Houellebecq entrando en tuiter poniendo estrofas para ver si gusta o no. Ni a KAWS colgando fotos en instagram esperando la aprobación del venerable sobre su nueva escultura. O a Lluís Pasqual preguntando como trabajar una escena lorquiana para su nueva obra. Crear es un poco como esa frase de La llamada; lo hacemos y ya vemos.

Habrá quien ante lo que expongo diga: “Pero la discográfica está para ganar dinero”. Claro, the best business is show business, lo sé, ¿Y quién dice que no? Que le pregunten a Sony con Rosalía. O a Warner con Rayden. O a Elefant Records por La Bien Querida. Cuando un artista hace su disco a imagen y semejanza siempre será más rentable porque podrá y sabrá defenderlo al 100%; desde el primer sonido que sale hasta la nota última que cierra el álbum.

Hace semanas la pamplonica sacó una pieza titulada «Un nuevo lugar». Y dejó a todo el mundo desencajado. Justo es reconocer que nunca una artista debutante había levantado tanta expectación. Es evidente que Amaia no es una orate. Primero con el «Perdona (Ahora sí que sí)» en colaboración con Carolina Durante donde ha roto el marcado ritmo de la camada OT para meterse en un punk-pop destroyer y cuya versión a piano, presentada en la Gala de Navidad, ha vuelto a reflotar como ya dije antes. Hace unas semanas, con nocturnidad y alevosía, presentó el etéreo «Un nuevo lugar» donde destaca un sonido melifluo que nos lleva al arrebol de una ataraxia musical creada a base de guitarra, leve coro y voz.

Sólo el tiempo dirá. Pero lo que por ahora hemos escuchado es como el petricor que, por si no lo saben, es el olor que produce la lluvia cuando cae sobre el suelo. Y así nos ha llegado esa pieza. Esa luminiscencia musical es solo detallín de lo que viene. Y tanto que se agradece. Pero tratándose de una artista con tanta bonhomía, pondrá todo empeño en el encargo. Aunque hay algo que no debemos olvidar; tiene 20 añitos recién cumplidos y una vida entera para cometer fallos, rehacerlos y volverlos a cometer si se tercia. Ni endiosarla, ni tampoco menospreciarla. Darle su sitio, su tiempo y el resto Dios dirá. Ahora que arranque, lo hacemos y ya vemos.

Un comentario en «Amaia: del mainstream al indie y tiro porque me toca»

  • el 14 enero, 2019 a las 3:48 pm
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    Espléndido comentario sobre Amaia,me quedo con: Aunque hay algo que no debemos olvidar; tiene 20 añitos recién cumplidos y una vida entera para cometer fallos, rehacerlos y volverlos a cometer si se tercia. Ni endiosarla, ni tampoco menospreciarla. Darle su sitio, su tiempo y el resto Dios dirá. Ahora que arranque, lo hacemos y ya vemos!!,?

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