Arctic Monkeys – Tranquility Base And Hotel + Casino (Domino)

Dicen que el azar forma parte de nuestro rumbo, y que pequeños gestos pueden significar grandes cambios. Quizás no imaginó el manager de Alex Turner cuando le regaló un piano Steinway Vertegrand por su 30 cumpleaños, que éste se convertiría en su compañero de viaje y protagonista absoluto del nuevo disco de Arctic Monkeys.

Cuando un álbum se hace tanto de rogar las expectativas aumentan, y más después del explosivo AM (Domino) del 2013 que tanto reconocimiento cosechó, “Los monos del ártico” nos han hecho esperar cinco años para descubrir nuevo material y el resultado no va a dejar indiferente a nadie. Atrás quedaron los rasgueos más rockeros y los toques fuertes de batería interminables, Tranquility Base Hotel + Casino (Domino) es un álbum lleno de matices nuevos, explora un registro totalmente desconocido para los de Sheffield que ofrecen su cara más madura. Un bandazo creativo que sorprende, las guitarras pasan a un segundo plano, la voz toma protagonismo y el piano reluce en todos los temas del disco.

Tanto si eres fan como si no, deberías darle una oportunidad para empaparte de toda su belleza escondida. En la primera escucha te das cuenta de que cuesta diferenciar los temas, vas descubriendo que todos esos pequeños puntos tan diferentes e inusuales forman parte de una gran constelación a la que Turner se ha unido. Está diseñado para ser escuchado como un todo, con un storytelling detrás muy potente que dirige al oyente a través de once cortes y los lleva de regreso al pasado, una jukebox de influencias como Serge Gainsbourg, Nina Simone y hasta el infalible Pet Sounds de los Beach Boys.

“I just wanna be one of the Strokes / now look at the mess you made me make”, la declaración de amor hacia la banda de Nueva York deja entrever que los tiempos han cambiado y que poco a poco se ha ido separando del mundo indie y explorando nuevos territorios. «Star treatment» arranca suave, como la una intro de una película, Alex se perfila fuera de su generación, perteneciente a otra década. «Maybe I was a little too wild in the 70’s», me imagino a un personaje en la ficción, copa de vino en mano y tocando el piano hasta bien entrada la madrugada. La voz mágica del líder de la banda se ha endulzando con el tiempo y como el buen vino ha mejorado según se ha ido adulterando. “What do you mean you haven’t seen Blade Runner?” las referencias a la ciencia ficción se palpan en sus letras. El apocalipsis llega con «One Point Perspective» y sin darnos cuenta entramos de lleno en «American Sports» y con referencias al espacio exterior atisbamos la esencia de Bowie.

El tema que da título al álbum goza de una base al bajo, pero no llega a conquistarnos. Un riff de guitarra aparece casi por primera vez con «Golden Trucks», donde una melodía oscura nos recuerda al tema «Dracula Teeth» de The Last Shadow Puppets. «Four out of Five» es quizás el tema que muestra más el ADN de Arctic Monkeys, con un “Take easy for a little while, come and sit with us, it’s such an easy flight” nos invita a quedarnos en este nuevo sonido. “The World’s First Ever Monster Truck Front Flip» nos trae una melodía de circo cuanto menos inquietante, y en «Science Fiction» definitivamente nos damos cuenta de que la banda ha viajado a gran velocidad y cuesta reconocer algún atisbo de lo que eran.

La voz más oscura y seductora del británico renace con «She Looks Like Fun». «Batphone» suena como un retal de los primeros temas del álbum, un collage de tópicos sobre el impacto de las redes sociales, el gobierno americano y las batallas personales, un diario emocional plagado de referencias culturales que conmueve y nos deja una sensación de serenidad. «Ultracheese» es una romántica oda al miedo, a los cambios, a las amistades del pasado “Still got pictures of friends on the wall / I suposse we are not friends anymore”, los cambios rítmicos recuerdan a Lennon y con un dulce aullido final, un irreconocible Alex Turner cierra el telón de un disco que arroja atrevimiento.

Asistimos a la madurez de una banda que da un paso hacia el otro lado del rock y coquetea con su lado más glam. El nombre del álbum nos sugiere lo que nos trasmite su música, una tranquilidad poética que nos inunda y nos traslada a otro lugar mágico. Pero cuesta creer que este trabajo esté firmado por el cuarteto británico, por lo que nos preguntamos si estaremos mucho tiempo bajo esta enajenación melódica o volveremos a saltar con las guitarras de los de Sheffield. ¿Estamos ante un nuevo rumbo de Arctic Monkeys? ¿es esto ciencia ficción o es puro azar?

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