Cómic: Jim Morrison – El Poeta del Caos (Kraken)

Cuando cayó en mis manos la primera biografía sobre Jim Morrison andaba en una juventud gótica y muy nerd. En realidad busqué una porque se acababa de estrenar la película de Oliver Stone (1991) y Morrison me pareció un personaje a tener en cuenta. En la misma Val Kilmer hacía del Rey Lagarto y Meg Ryan encarnaba a Pam y Billy Idol hacía el papel de Cat. Una peli lisérgica, raruna, algo pretenciosa, muy exagerada, pero con todo ello imposible de olvidar. Es lo que tiene Stone, que no deja en término medio a nadie. En mi caso fue aceptable. Luego, al tiempo, leí el Break on Through: La vida y muerte de Jim Morrison escrita por James Riordan (1992, Happer Entertaiment) y descubrí que era el tipo de artistas que solía interesarme. De los primeros datos que se me quedaron, así, del tirón, fue ese que poseía un coeficiente intelectual del 149. Decir de él que es uno de los artistas más míticos de la historia del rock es tan de Perogrullo que prefiero ni intentarlo. Icónico como pocos y como prueba un botón; tiene una peli, varios documentales, merchadising por un tubo, múltiples biografías, camisetas, gorras, llaveros, discos homenajes, muñecos, posters y hasta una figurita Pop!, que es el resumen de ser lo más en la cultura mainstream. Y si algo le quedaba para seguir en la brecha era un cómic a la altura de su circunstancia. Y ya lo tiene.

El periodista francés Frederic Bertocchini, que ya ha hecho varios guiones de cómics entre ellos una trilogía sobre Pasquale Paoli (Editions DCL), se puso en contacto con el dibujante y diseñador Jef, Jean-François Martínez en real, y le dijo que quería hacer junto a él una novela gráfica sobre Jim Morrison. Y sin más se pusieron manos a la obra. Querían hacer algo impresionante. El blanco y negro brusco, crudo y de trazo firme da mucho empaque a la historia. Porque, eso sí, no es condescendiente ni hagiográfica. Cuenta la verdad desde una óptica muy interesante. Y aunque en Francia llegó a las tiendas en 2010, no ha sido ahora que se ha adaptado al español y, concretamente, desde el pasado jueves 14 de febrero las tenemos por estos lares.

Empieza en 1971 con un Jim Morrison abatido, cansado y perseguido. Está en París, acompañado de Pamela Courson, Pam para la eternidad. Y desde ese retiro, a dos pasos de la muerte, va viajando y rememorando diferentes etapas de su vida y carrera musical. Y todo es desmenuzado; sus obsesiones, sus traumas. Los vicios. Y, por supuesto, su pasión por los escritores «malditos»; es decir Friedrich Nietzsche, Jack Kerouac, Charles Baudelaire o William Blake, entre muchos otros.

-Father? (¿Padre?)

-Yes, son? (Sí, hijo.)

-I want to kill you… (Quiero matarte.)

-Mother? (¿Madre?)

-I want to… fuck you!!!. (Quiero… ¡follarte!)

Esta inspiración del mito griego de “Edipo rey”, quien mata a su padre y tiene relaciones sexuales con su madre, fue la que dio comienzo a la leyenda de Morrison y, por ende, de The Doors. Cantaban en un localucho y cuando el dueño escuchó esta parrafada se puso hecho un basilisco y los echó del local. Pero Paul Rothchild, productor y por aquel entonces dueño de la discográfica Elektra Records, andaba por allí y siguió al grupo hasta la puerta trasera mostrándole su admiración. Por supuesto también les dijo grabar un disco. Y aquí nació la leyenda. También esto aparece en el cómic.

Su tumba del Cementerio Père-Lachaise es frecuentada como lugar santo y de peregrinaje y recibe el homenaje recuerdo de sus incondicionales fanáticos. La primera vez que tuve conocimientos de ella en 2013 cuando alguien colocó una copia de la misma sobre el nicho del artista en su onomástica (3 de diciembre). La prensa francesa sacó una noticia sobre la cantidad de regalos que habían llevado ese año en el que habría cumplido setenta. Pero me fue imposible conseguir copia en español pues no estaba editada. Pero el otro día, deambulando por la estantería de mi tienda de cómics preferida Raccoon Games, Sevilla, la vi sobre la estantería. En la portada se reproduce la icónica imagen que popularizó el fotógrafo Joel Brodsky allá en 1967; sí, esa que sale sin camiseta, borracho como una cuba y abriendo los brazos para dar un giro.

No se dejan atrás ninguno de esos episodios que rodean la vida de Jim; sus primeros conciertos dando la espalda al público. La presencia de las drogas. El chamanismo y sus pequeños bailes al estilo indio. Jim se basó en esto porque según la leyenda chamán, si ves a un indio morir, su espíritu se entorna hacia a ti. Y él dice que vio algo así. Un buen cómic para retratar la vida de James Douglas Morrison Clarke; sin artificios y con mucho realismo. El 3 de julio de 1971 fue encontrado muerto en la bañera de su piso del Barrio del Marais en París, donde vivía junto a su pareja y amante, Pamela Courson. No le practicaron autopsia. Su epitafio está escrito en griego antiguo y se puede leer algo así como Kata ton daimona eaytoy, que se traduce como “cada quien su propio demonio”. “I’m the lizard king, I can do anything!” (Soy el rey lagarto, puedo hacer lo que sea).

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