Conciertos singulares (VIII): The Doors en el país de los Aztecas

En esta octava entrega de «Conciertos Singulares», en Muzikalia, se podría hablar de muchas actuaciones más ostentosas y afamadas de la carrera de The Doors, sin embargo, abordaremos aquí la visita de Jim Morrison, Ray Manzarek, John Densmore y Robbie Krieger a México, algo lo cual adquirió tintes bastante surrealistas, extraños, escapistas, heterodoxos y curiosos.

Durante la gira de promoción, de 1969, del inmerecidamente subestimado LP The Soft Parade, el cautivador y magistral cuarteto de Los Ángeles tenía previsto pasar por la gran capital azteca, concretamente con 4 shows en la Plaza de Toros principal con capacidad para 48.000 personas; donde la entrada sería accesible y barata para todos, es decir, 12 pesos (unos 40 centavos de dólar). Un joven promotor mexicano llamado Mario Olmos había efectuado todo lo que estaba en su poder para traer a Morrison y compañía, los cuales estaban satisfechos de que en el estado vecino les fueran a recibir de manera multitudinaria del 27 al 30 de Junio, dentro del citado año 69. Antes que The Doors, tan solo The Animals o The Byrds habían pisado el suelo de México en lo que respecta a grupos internacionales de rock pero, únicamente, en una ocasión.

Jim Morrison acumulaba varias acusaciones en Estados Unidos por escándalo público en un concierto de Miami, en Marzo de aquel año 69 y prácticamente todos los promotores de ese país rehusaban contratar a The Doors. Además y debido a esa delicada causa, entre los propios miembros de la banda habían asomado ya las primeras desavenencias serias, así que quizás, para desconectar un poco, decidieron todos darse una vuelta por el otro lado de la frontera.

 

Sin embargo, el gobierno del aludido estado latinoamericano, presidido por Gustavo Díaz de Ordaz, argumentó que no se podía celebrar el concierto en la mentada Plaza de Toros,  debido a un retraso burocrático como motivo oficial expuesto. Debido a esa adversa circunstancia en el último momento, el propio coordinador Mario Olmos movió hilos para sustituir ese lugar del recital hacia otro mucho más pequeño y cerrado, llamado éste The Forum, situado éste en la propia urbe central. Dicho local tenía un aforo solamente para 1.000 personas y además, la organización mudó hacia las manos de otro empresario llamado Javier Castro, al cual el mismo Olmos le vendió el contrato del asunto en cuestión.

A punto de partir desde California hacia tierras aztecas, The Doors fueron informados del “cambiazo” de ubicación de última hora y se enojaron bastante con la inesperada contingencia cuando los empresarios organizadores les confirmaron dicha nueva situación. Con escasos ánimos y aún con todo, Morrison y su camarilla aterrizaron en el aeropuerto de Ciudad de México el 26 de Junio de 1969. Una vez allí, los músicos estadounidenses demandaron que al menos uno de los cuatro conciertos fuera en el Auditorio Nacional, un eminente edificio de la metrópolis céntrica con cabida para 20.000 personas, a lo que los promotores, Olmos y Castro les aseguraron que así mismo sería pero, finalmente, se descartó dicha petición. La misma negativa se produjo cuando se especuló con una actuación gratis en La Alameda, un descomunal anfiteatro situado en un parque capitalino. La banda de Los Angeles deseaba actuar para todos los estratos sociales en México D.F. pero no se lo permitían, ¿a qué era debido, realmente?

 

Debido al gravísimo y dramático conflicto entre el ejército y los estudiantes el 2 de Octubre de 1968, la máxima autoridad mexicana y algún alto mando militar no deseaban que tornaran a formarse revueltas masivas y que la visita de un “grupo subversivo” (según alguna definición de alguien de la prensa de allí) como The Doors pudiera ayudar a provocar nuevos altercados similares. Con esas premisas, se intentó reducir considerablemente ese mismo impacto social por parte de las instituciones, para mantener la imagen del más absoluto puritanismo y conservadurismo en el México de los años 60.

Según declaraciones del teclista Ray Manzarek, en 2009, con la perspectiva del paso del tiempo: “Las autoridades tenían miedo de que los jóvenes se reunieran en la Plaza de Toros, ya que pensaban que iba a haber una revolución pero la única revolución que The Doors podían generar era de amor, inteligencia y pasión”. Tampoco ningún hotel de los ilustres dentro del Distrito Federal les concedió alojamiento al conjunto californiano, por temor a que éstos últimos causaran desperfectos en las habitaciones. Su aciaga reputación les precedía a Chamán Jim y su tropa.

The Doors en México cartel

En el aeropuerto, por su parte, los periodistas locales confundieron con Yoko Ono a Dorothy Fujikawa, la esposa oriental de Ray Manzarek, y acerca de Jim Morrison, dichos reporteros nativos no acertaron a reconocer al cantante al verle con una espesa barba y con la figura de su cuerpo ya no tan estilizada como, en 1967 y 1968, con su esbelta imagen de Adonis. Y es que el vocalista de The Doors, se había negado a afeitarse tras una petición previa de su promotor Bill Siddons, justo antes de volar hacia México.

 

Para el ciudadano medio, The Forum era una sala con una entrada carísima de 500 pesos (unos 16 dólares de la época), ya que era frecuentada por bien vestidas familias de la alta sociedad mexicana, aunque la mayoría no entendía de rock and roll. Sin embargo y por fortuna para la autenticidad de la música, un modesto chico de clase obrera llamado Esteban y que sí era un incondicional seguidor de The Doors, fue de los pocos plebeyos que pudo invertir todo el sueldo de un mes para ver a sus ídolos y hasta tuvo que conseguir una corbata como pudo, a última hora, para que le permitieran introducirse en el selecto recinto, el 27 de Junio de 1969.

El grupo arribó al local en una limusina y cuando salieron del vehículo, debido a la comentada poblada barba y sus 15 kilos por encima de su peso, algunos fans no reconocieron tampoco a Jim Morrison y dichos seguidores solo pidieron autógrafos a la entrada a Robby Krieger, Ray Manzarek y John Densmore. Así que el “Rey Lagarto” exclamó una de esas frases tan típicas de él: ¿Es que no hay nada de amor para el vocalista?”.

Por otro lado, en sus paredes adjuntas a la entrada principal, The Forum presentó unos enormes dibujos del propio Morrison con su aspecto de rostro imberbe de 1967, para así recibir convenientemente a The Doors.

Apuntar como dato que los teloneros que abrieron los cuatro shows fueron dos bandas locales: el batería Leo Acosta y su Orquesta y también los Pop Music Team, liderados por Jorge Berry.

 

La primera función de The Doors comenzó aproximadamente las 11:45 de la noche del 27 de Junio de 1969:

“Buenas noches señores y señoritas. Maravillosa ciudad.” -chapurreó Jim Morrison en castellano para presentarse ante la expectante audiencia en The Forum. Según algunas opiniones, el vocalista iba algo bebido en los conciertos y se auto-anunció con el nombre de “Fidel Castro”, aunque un espectador le gritó: “Jesucristo”. También Morrison expresó, ante el micrófono, que le acompañaban su banda formada por: Juan Densmore, Ramón Manzarek y Roberto Krieger”, transformando en hispanos los nombres de pila del batería, el teclista y el guitarrista, respectivamente.

Casi en penumbra y con escasos focos apuntándoles, como era habitual en vivo, justo después de arrancar con el tema «Five to one» se encendió una tenue luz roja y seguidamente, continuaron con «When the music’s over», «Break on through», «Light my fire», «Touch me» y más clásicos de The Doors.

 

Según algunas versiones, el propio público tenía como canción preferida la que fue cierre del concierto, o sea y  precisamente, la «suite» de 11 minutos, «The End» e incluso la polémica y edípica frase de este tema era completada, apasionadamente, por los aficionados, ante la sorpresa de los músicos. Conforme a otros testimonios, la concurrencia permaneció de lo más comedida y bebiendo limonadas, tal como se esperaba.

Según manifestaciones del batería John Densmore en su autobiografía Jinetes en la tormenta: Comencé a odiar a los mexicanos ricos que iban a vernos a ese club”, entre otros gruñidos del mismo Densmore contra el elitista público de The Forum o contra la prensa local que les denominó con calificativos negativos. Efectivamente, alguno de los más punteros rotativos mexicanos, como El Heraldo, calificó de decadente, angustiosa, pesadillesca y siniestra la actuación de Doors pero que éstos no habían logrado corromper a los jóvenes y ni a sus castas familias asistentes al concierto. Sin embargo, también se vertieron opiniones contrarias de aficionados y algún periodista norteamericano, los cuales resaltaron la calidad de aquellas mismas funciones, con Morrison cantando a pleno pulmón y efectuando la señal de «victoria» con los dedos, Manzarek muy concentrado a los teclados o Densmore aporreando a toda máquina sus tambores.

Como guinda curiosa, uno de los directos estaba previsto que lo retransmitieran algunas de las emisoras regionales como Radio Capital, Radio Chapultepec, etc. pero todo ello sin que la banda angelina tuviera ningún conocimiento y tampoco aparecieron jamás esas grabaciones radiofónicas de los actos en The Forum (un local, por cierto, que hoy día ya no existe).

Cuando concluían cada concierto por el que cobraban 5.000 dólares por noche, The Doors se marchaban luego de 1,30 a 5 de la mañana a ingerir tequila en algunas cantinas de la capital, cercanas a The Forum y en una de esas tabernas asistieron a la actuación del rockero Javier Bátiz, el cual era un buen colega del propio Jim Morrison. Ambos se conocían de cuando el intérprete mexicano había estado tocando, en 1967, en el local Whiskey-A-Go-Go de Los Angeles.

 

Otra anécdota jocosa sucedió cuando una noche, de vuelta al hotel con la limusina, Jim Morrison se asomó por la ventanilla, desde la cual él les vociferó, de broma, a unos policías locales:“¡Andele, andele, bang, bang, bang!”. Los agentes de la ley quedaron atónitos ante la ocurrencia del apodado “Poeta del Caos”.

Por la mañana de resaca en el modesto hostal que les asignaron al grupo, el propio Morrison declaró acerca de la hospitalidad mexicana y de las amplias juergas locales: “Es como si hubiéramos ido de Los Ángeles a Los Ángeles, solo que ahora tenemos camareros mexicanos”. También The Doors dispusieron de un proveedor de cocaína, por si deseaban consumirla.

Por otro lado, dos renombradas televisiones mexicanas, Canal 13 y Telesistema, trataron de conseguir una actuación de The Doors para la pequeña pantalla pero tampoco nada de ello se llevó a cabo, a la hora de la verdad, ni tampoco esas mismas corporaciones audiovisuales filmaron los directos en The Forum.

Según algún testimonio, en el tercer concierto del día 29 de Junio, las familias adineradas demandaron a The Doors tocar el tema “La Bamba”, algo que el grupo hizo pero muy a regañadientes, ante la ignorancia rockera de mayoría de la audiencia de The Forum. Ciertamente chocante también es que cuando cantaba una de las canciones, Jim Morrison se sentó en uno de los amplificadores ya con alguna cerveza de más en el cuerpo y el promotor Javier Castro, disimuladamente, le sostuvo con una escoba por la espalda para que el astro no cayera hacia atrás debido a su ya bastante avanzada borrachera, en pleno show. Por otro lado, algunos otros aficionados de más modesta condición social se colaron sin abonar entrada en dicho local, lo cual provocó un tumulto posterior de esas personas contra la llegada de la policía y eso mismo supuso que la propia actuación musical se diese por concluida al cabo de una hora, aunque sin detenciones.

The Doors en México 03

Lo más divertidamente contradictorio vino cuando acabó el cuarto y último concierto en The Forum, el 30 de Junio de 1969 y es que mientras el presidente del gobierno Gustavo Díaz de Ordaz intentó que la visita de los Doors no alterase el orden general, Alfredo Díaz Borja Ordaz, el joven y rockero hijo del mandatario se llevó, nada menos que a la residencia presidencial a Jim Morrison, a fumarse juntos unos canutos de marihuana e incluso a dar un breve concierto privado para un séquito femenino acompañante, entre las cuales no figuraba Pamela Courson que no se movió de Estados Unidos esa vez. Por lo visto, se especula que el propio padre y dirigente, Gustavo, debió descubrir dicho descontrolado guateque a altas horas de la madrugada y tras la bronca a su descendiente Alfredo, expulsó de la mansión a Morrison, con la consiguiente invitación de abandonar México, con el propio mítico vocalista como destinatario de la advertencia, por supuesto.

Para desobedecer a su progenitor, como broche, el mismo Alfredo Díaz les sirvió de guía a The Doors para visitar monumentos y sitios emblemáticos de la cultura azteca durante el día. De tal modo, durante sus 4 jornadas de estancia en México, Jim Morrison, Ray Manzarek, John Densmore, Robbie Krieger y sus acompañantes practicaron turismo por las pirámides de Teotihuacán (situadas éstas a unos 50 kms del D.F.), el museo de Antropología, el conocido mercado de La Lagunilla y también escucharon a un grupo de mariachis en una sala situada en la Plaza Garibaldi; entre otros célebres lugares de la capital.

The Doors en México

Así, el cuarteto estadounidense abandonó el país latino con una excelente impresión del mismo y Morrison, Krieger, Manzarek y Densmore consideraron que aquel viaje había sido una reunión entre colegas y no una visita de estrellas del rock.

Un año después, en Julio de 1970, tal vez fascinado por México, Jim Morrison sin los otros tres Doors y en compañía del fotógrafo Frank Lisciandro, retornó de nuevo a ese país tras una invitación del propio promotor Mario Olmos. En otro local de la capital llamado Quid, el propio cantante asistió a un concierto de un grupo local llamado Love Army y con éstos mismos subió al escenario a dar palmas de acompañamiento, aunque accidentalmente Morrison se cayó encima de la batería.

 

En el año 2009, Ray Manzarek y Robbie Krieger, acompañados de otros músicos, llevaron a cabo un tour por varias ciudades de México actuando, de nuevo, en representación de The Doors y éstos pudieron tocar, por fin, en el Auditorio Nacional y en la Plaza de Toros del Distrito Federal. Ésto mismo condujo al mismo Manzarek a proclamar, en idioma castellano y delante de 20.000 personas: “¡Al fin, ahora!, ¡Después de 40 años!, ¡Estamos felices, muy felices!, ¡Plaza de Toros, viva!”

De esa manera (y también como queda sugerido en la imagen de encabezamiento), Quetzalcóatl, el dios-serpiente emplumado se había mordido la cola frente al Rey Lagarto y así por fin, 4 décadas después, el círculo mexicano parecía haberse cerrado para The Doors.

 

6 comentarios en «Conciertos singulares (VIII): The Doors en el país de los Aztecas»

Deja una respuesta

WP-Backgrounds Lite by InoPlugs Web Design and Juwelier Schönmann 1010 Wien