Cuéntame una Canción: Take Five

Si hay un estándar del jazz que todo el mundo ha escuchado alguna vez es la composición Take Five, grabada por Dave Brubeck Quartet en 1959. Fue uno de esos éxitos que sorprenden a todo el mundo, empezando por los propios artistas. De hecho, la única razón por la que la discográfica lo colocó en la Cara A del single promocional distribuido entre las emisoras de radio fue que el otro tema del disco, “Blue Rondo a la Turk”, tenía un título demasiado complicado, que a los pinchadiscos les costaba pronunciar. Hoy en día, “Take Five” es el single de jazz más vendido de todos los tiempos.

Por aquel entonces, Dave Brubeck tenía la sensación de que el jazz se estaba volviendo menos innovador. “Ya es hora de que los músicos de jazz vuelvan a liderar los gustos del público hacia ritmos más atrevidos”, le dijo a Ralph Gleason en el programa de TV Jazz Casual. La verdad es que sus palabras parecen un poco el viejo cuento en plan “Los tiempos ya no son lo que eran”, de toda la vida, porque la realidad es que las cosas en el mundo del jazz se estaban moviendo y mucho. Miles Davis rompía todos los moldes tonales utilizados hasta la fecha con su disco Kind of Blue, que muchos aficionados siguen venerando como si fuera la Sandalia de Abraham, John Coltrane introducía en Giant Steps cambios en el método de improvisación de los acordes tan importantes que todavía hoy llevan su nombre, y el hoy casi desconocido Mongo Santamaría grababa Afro Blue empleando por primera vez en el jazz una cadencia típicamente africana, el 6/4. Y todo ello en el mismo año, 1959. Ahí es nada.

Así que, lo más probable es que Brubeck no quisiera quedarse atrás y desease sumarse también él a la ola de innovación que sacudía las raíces del hard bop que había imperado hasta la fecha y nada como un viaje por tierras lejanas y (semi) desconocidas para aclarar las ideas y despertar la inspiración. En la primavera de 1958, el Departamento de Estado les pagó a él y a sus músicos un “viaje cultural de buena voluntad” por varios países de Asia y Europa, incluidos algunos que estaban detrás del Telón de Acero (¡!). Una historia rara; la verdad. A Brubeck le impresionó de manera especial lo que vio y escuchó en Turquía y Afganistán, donde se impregnó de perspectivas musicales muy diferentes a las que estaba acostumbrado y regresó lleno de ideas nuevas. Tan pronto como deshizo las maletas se puso a preparar el álbum Time Out, en el que se dedicó a experimentar con politonalidades y secuencias polirrítmicas poco exploradas hasta entonces: 6/4, 9/8 (“Blue Rondo a la Turk”), 3/4, y, por supuesto, 5/4, que es la base que impera en la composición “Take Five”.

Take Five Dave Brubeck Quartet

Y aquí es donde entra en escena Paul Desmond. Me van a perdonar que dé un pequeño rodeo, pero es que este genio del saxo alto se lo merece. En su carrera musical colaboró con alguno de los más grandes del momento, Jerry Mulligan, Jim Hall, Chet Baker… Con este último guarda un cierto parecido; los dos eran excelentes en sus respectivos instrumentos, recibieron solo un reconocimiento parcial a su valía mientras todavía estaban vivos, y ambos se fueron a una temprana edad (Chet a los 58, Paul a los 52) debido a un consumo desmesurado de cualquier droga que tuviesen a su alcance. Por gente como ellos tenían tan mala fama los músicos de jazz en aquella época.

En todo caso, Paul Desmond se tomaba la vida con humor. El día que le entregaron los resultados de unos análisis médicos en los que le diagnosticaban cáncer de pulmón (con lo que eso significaba por aquel entonces), Desmond respondió: “Al menos el hígado sigue en buen estado”. Pero por favor, no le juzguen con demasiada dureza; cuando falleció (del cáncer de pulmón, por supuesto), en 1977, cedió en perpetuidad todos los derechos de sus composiciones a la Cruz Roja, lo que ha supuesto a la institución ingresos por valor de varios millones de dólares desde entonces.

Pero volvamos con “Take Five”. Brubeck le encargo a Desmond escribir una composición con un compás quíntuple de 5/4 y este desarrolló un par de melodías con las que Brubeck le dio al tema su forma final. Escrita en la clave Mi menor, está elaborada, en realidad, para lucimiento del responsable de la percusión, en este caso, el batería Joe Morello.

En cuanto al título, en teoría hace referencia al ritmo, pero, en rigor, su significado es una expresión utilizada entre gente que está trabajando en una tarea en general, y entre los artistas en concreto, que viene a significar: “Tomaros un descanso de 5 minutos”. Desmond pensó (por alguna razón) que nadie lo entendería, a lo que Brubeck le respondió: “Paul, es muy probable que seas la única persona en todo el país que no sepa a qué se refiere”.

Take Five iba en el tercer lugar de un álbum lleno de composiciones atrevidas, para los estándares de la época, que pretendían abrir nuevos caminos musicales. Y hasta aquí todo bien; ya se sabe que los artistas están siempre probando cosas nuevas. El problema es que directores de las casas discográficas prefieren lo que ya ha funcionado antes, tanto es así, que estoy convencido de que fueron ellos y no los programadores informáticos quienes inventaron el dicho “si algo va bien, no lo toques”. El disco era tan innovador que en Columbia se pusieron un poco nerviosos, empezando por la portada. “¿Qué? ¿Que quiere poner una pintura abstracta en la portada? ¿Pero de dónde ha sacado esa idea? ¿Se ha vuelto loco?”, dijeron. Y todo eran composiciones suyas, además, sin ninguno de los clásicos de Broadway que el público pudiese reconocer. Y con ritmos que ni siquiera se podían bailar. Total, un auténtico disparate. Al final el disco se publicó, pero solo porque el presidente de la compañía, Goddard Lieberson, intervino en su favor. ¡Resultó que a Lieberson le gustaba el jazz! Lo que son las cosas.

Take Five

Los músicos del cuarteto quedaron muy satisfechos con el disco, pero, en aquel momento, a Brubeck no le pareció que el tema “Take Five” fuese a tener mucho recorrido, lo que dice bastante sobre el criterio de los artistas hacia su propia obra. Más tarde, Morello diría que no tenían ni idea de porqué había funcionado tan bien. Según él, probablemente se debía al pegadizo estribillo y, rascándose la cabeza, añadía que si supiesen exactamente dónde estaba el truco, lo hubiesen repetido en los discos siguientes y todos irían de aquí para allá conduciendo Rolls-Royces. Lo que me recuerda que en su día Woody Allen decía poco más o menos lo mismo: “Algunas de mis películas con las que estoy muy satisfecho, apenas gustan; en cambio otras, que me parecen mediocres, consiguen un éxito sorprendente. En realidad, nadie sabe nada”.

Como es fácil suponer, el tema ha sido muy versioneado – Carmen McRae, Al Jarreau, George Benson, Chet Atkins, Mónica Zetterlund, King Tubby – y ha aparecido en la banda sonora de innumerables películas y series de televisión, como Poderosa Afrodita, Pleasantville, Constantine… Con el tiempo, el éxito de “Take Five” ha terminado devorando al propio Dave Brubeck, un excelente pianista, innovador y original, paradigma del cool jazz de la Costa Oeste, con una discografía extensísima (¡más de cien discos!), pero que hoy en día es recordado sobre todo por haber grabado este sencillo tema, al que en un primer momento no hizo mucho caso y cuya idea original ni siquiera fue suya.

El cuarteto acostumbraba a cerrar sus conciertos con “Take Five”, pues Brubeck, que tenía una sólida formación clásica, quiso replicar lo que Joseph Haydn había hecho con su sinfonía Nº 45, “Despedida”, casi doscientos años antes. Era, en realidad un golpe de efecto: los músicos saben que el público lleva esperando toda la noche para escucharlo. Por fin llega el momento; sonrisas de satisfacción, muchos siguen los compases de una melodía que conocen perfectamente. Cuando la composición se aproxima al final, cada uno de los músicos, al terminar su partitura, se levanta y hace mutis, hasta que tan solo queda el batería sobre el escenario, apenas iluminado por un único foco. La percusión se va atenuando y finalmente se hace el silencio. Aplausos. El espectáculo ha terminado.

 

Take Five. Ficha técnica.

Dave Brubeck Quartet

Dave Brubeck.- Piano.

Paul Desmond.- Saxofón alto.

Joe Morello.- Percusión.

Eugene Wright.- Bajo.

Fecha de grabación: Julio, 1959.

Compositores: Paul Desmond, Dave Brubeck.

Estudio de grabación: CBS 30th Street, NYC.

Productor: Teo Macero.

 

 

3 comentarios en «Cuéntame una Canción: Take Five»

  • el 28 agosto, 2020 a las 7:50 am
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    A veces, lo «aparentemente» sencillo es lo que llega al corazón. Musicalmente, los fuegos artificiales son fascinantes pero virtuosismo y la sensibilidad no suelen ser buenos amantes.
    Take five es un tema que la primera vez que se escucha ya penetra en el alma y eso puede decirse de contadas composiciones.
    Interpretarla es un placer. Siempre.

    • el 21 octubre, 2021 a las 11:26 am
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      «Virtuosismo y sensibilidad no suelen ser buenos amantes». Llevo años intentando dar con la frase que exprese esta idea. Mil gracias.

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