Cuéntame una Canción: The Girl from Ipanema

Durante algún tiempo, Brasil fue un país idílico, en el que los brasileños (todos ellos) se pasaban el día tomando el sol en la playa. Las chicas iban de aquí para allá luciendo bikinis de infarto y los hombres, atléticos y bronceados, se dedicaban a beber caipirinha y a mirarlas apreciativamente. No es que estuviesen todo el tiempo tumbados en las toallas; también se levantaban para dar un paseo por la orilla y dejarse ver, o se daban un bañito para refrescarse. Luego, por la noche, salían a recorrer las calles a ritmo de samba. Ellos se ocupaban de la percusión, vestidos con camisas con volantes en las mangas y ellas posaban subidas a unas carrozas cubiertas de flores con exagerados y provocativos trajes llenos de plumas.

O al menos eso pensábamos en el resto del mundo. Fue más o menos en la misma época en la que los extranjeros creían que lo único que hacíamos aquí era ir a los toros por la tarde y a los tablaos, a bailar flamenco, por la noche. Es lo que tienen los estereotipos, que una vez que se fijan, son difíciles de corregir. En el caso de Brasil, fue todo por culpa de la maldita bossa nova y, en concreto, por la canción “Garota de Ipanema” o, como es más conocida, “The Girl from Ipanema”. Es una música que nos hace soñar con playas paradisíacas, donde siempre hace sol y no existen los problemas. O sea, una ilusión irresistible.

Y lo mejor de todo es que “la chica de Ipanema” existe de verdad y se llama Heloísa Eneida Paes Pinto Mendes Pinheiro (Helo Pinheiro, para los amigos). Contaba la leyenda (y los compositores, siempre que tenían oportunidad) que, siendo ella joven, acostumbraba a recorrer las calles del barrio de Ipanema, por entonces poco conocido, y en ocasiones entraba a un bar de la zona a comprar tabaco, bar que frecuentaban Marcus Vinicius da Cruz e Mello Moraes (Vinicius de Moraes, para abreviar) y Antonio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim (Tom Jobim, a partir de ahora), quienes, como muchos otros, se quedaban con la boca abierta al verla pasar. De hecho, ese fue primer título en que pensó de Moraes cuando escribió la letra que ella le inspiró: “La chica que pasa”. Según recordaría más tarde, su forma de caminar era “pura bossa nova”. Sus palabras no tienen desperdicio: “Era el paradigma de una joven carioca dorada, mezcla de flor y sirena, llena de luz y gracia, cuya visión era al mismo tiempo triste, pues llevaba en sí misma, de camino hacia el mar, la sensación de una juventud que se desvanece”.

Con Helo Pinheiro como musa, Vinicius de Moraes y Tom Jobim escribieron una pieza destinada, en un principio, a formar parte de un musical que habían empezado a desarrollar, tras el éxito de su banda sonora para el film Orfeo negro (1959). Se trataba de una especie de comedia llamada Blimp, en la que un marciano llega a Río de Janeiro en mitad de su famoso Carnaval y lo primero que ve es a una hermosa brasileña, dirigiéndose a la playa. No queda constancia de cuál se supone que habría sido la reacción del afortunado extraterrestre, porque la obra nunca llegó a completarse (para desconsuelo tanto de los aficionados al musical, como a la ciencia ficción). La canción, sin embargo, no tardó en convertirse en un éxito mundial, en la versión incluida en el álbum Getz/Gilberto grabada en marzo de 1963 y publicada en mayo de 1964 por Verve. En realidad, ya había sido grabada el año anterior por Pery Ribeiro e incluida en su disco Pery é Todo Bossa (1963, Odeon). Pery fue un excelente cantante de bossa nova, cuyo trabajo más destacado, “Manhã de Carnaval”, aparecía en la mencionada Orfeo Negro, y dato curioso: Pery Ribeiro fue el actor que puso la voz a uno de los enanitos en la versión para Brasil del clásico de Disney, Blanca Nieves y los Siete Enanitos. Pero no nos desviemos; lo cierto es que, aunque la versión de Ribeiro es buena, no puede competir ni de lejos con la que cantan a dúo João Gilberto y su (por aquel entonces) esposa Astrud.

Esta versión, que no tardó en hacerse enormemente popular, fue grabada en los estudios A&R de Nueva York, con Tom Jobim al piano, el excelente Stan Getz al saxo tenor y João Gilberto a la guitarra y cantando en portugués. Dado que la grabación iba destinada al mercado norteamericano – de hecho, la Cara A de la edición single era para “Blowin’ in the Wind”, de Dylan – se les ocurrió que sería buena idea cantar al menos una parte en inglés. Le pasaron el encargo a Norman Gimbel y este preparó la versión en el idioma de Shakespeare. Para hacer la parte vocal, pensaron en un primer momento en Sarah Vaugham, pero después de escuchar a Astrud decidieron que fuese ella quien diese el contrapunto vocal en inglés a su esposo João, en lo que terminó siendo el inicio de su exitosa carrera como cantante profesional.

El resto es historia; en 1965 recibió dos Grammys (grabación y álbum), y entró en todas las listas de éxitos habidas y por haber, si bien en pocas llegó al número uno. Hace poco, The Wall Street Journal aseguraba que es la segunda canción más grabada de la historia (en diferentes versiones), después de “Yesterday”, de The Beatles, y si The Wall Street Journal lo dice, habrá que hacerle caso. Aunque no es de extrañar, porque a lo largo del tiempo, parece haber sido la canción que todo el mundo quería versionear, empezando por los músicos de jazz, que siempre han tenido debilidad por la bossa nova. Así que el tema no tardó en convertirse en una parada obligada para muchos grandes del género: John Coltrane, Oscar Peterson, Herbie Hancock, Bill Evans, Coleman Hawkins, Dizzy Gilespie, Erroll Garner, Ella Fitzgerald, Frank Sinatra… Y con los cantantes de otros géneros pronto sucedió poco más o menos lo mismo. Hacer una lista exhaustiva sería una tarea inacabable, pero en ella hay artistas tan diversos como Amy Winehouse o Jarabe de Palo.

Portada Getz-Gilberto Ipanema

Casi todos los implicados en aquella grabación llevaron, en los años siguientes, vidas interesantes y llenas de éxitos y anécdotas, empezando por Helo Pinheiro, quien pasó del anonimato más absoluto a disfrutar de la fama y admiración generalizada tan pronto como Moraes y Jobim revelaron su nombre en una entrevista. Todo el mundo quería conocer a la garota que había inspirado tan deliciosa canción. Sin embargo, hubo que esperar hasta 1987 para que la revista Playboy mostrase sus encantos al completo. Algunos años más tarde, en 2003, Helo Pinheiro repitió, esta vez acompañada de su hija, para demostrar que en su familia la belleza es una cuestión genética. Sin embargo, las cosas no le fueron del todo bien, en el plano económico, pues estamos hablando de la era pre-redes sociales y ser famoso en aquellos días no era lo mismo que ser famoso hoy. Así que, tras probar en diversos campos – modelo, actriz – sin demasiado éxito en ninguno, Pinheiro decidió abrir una boutique en el barrio de Ipanema, a la que puso el nombre de “Garota de Ipanema”. Esto, que parece algo por completo razonable para cualquiera, no lo fue para los herederos de Moraes y Jobim, que la demandaron ante los tribunales por infringir los derechos de copyright. Tuvieron que ser los jueces quienes dejasen claro que, si Helo era “la chica de Ipanema”, como los propios compositores habían reconocido, tenía todo el derecho del mundo a utilizar ese nombre como le viniese en gana.

Chicas de Ipanema

Pero no quedó ahí la cosa; la asociación de comerciantes de Ipanema se sintió ultrajada por la demanda y, en una ceremonia pública multitudinaria, nombraron a Helo Pinheiroembajadora eterna de Ipanema” y la hicieron desfilar sobre una alfombra roja, mientras sus admiradores le arrojaban flores y una banda de música interpretaba ustedes-ya-saben-qué-canción. Carlos Mojardin, presidente de la asociación y organizador del evento declaraba: “Lo que Pelé es para todo Brasil, Helo lo es para Ipanema: el símbolo viviente del barrio y de la belleza de nuestras mujeres”. Pues menudos son para esto los brasileños.

Por su parte, Vinicius de Moraes – intelectual, poeta, compositor – mantuvo durante toda su vida estrecho contacto con los más importantes músicos y escritores de su época. Cercano durante su juventud a la derecha católica de su país, escribió poesía simbolista, con un fuerte componente místico y una “búsqueda de la redención ante la tentación sexual”. Así, como suena. Fue embajador de su país en Los Ángeles, en Roma y en París; se casó nueve veces y disfrutó de la vida todo lo que pudo y más. Al final, la dictadura que gobernaba en aquellos años se cansó de que se pasease por el mundo “llevando una vida disoluta” y le retiró del servicio diplomático, como consecuencia de una campaña contra “la homosexualidad y el alcoholismo. De Moraes respondió diciendo que su afición a la bebida no era ningún secreto y que, en su opinión, “El whiskey es el mejor amigo del hombre; como tener un perro metido en una botella”. Lo dicho; el tío era un poeta. Hoy en día es una de las figuras de la cultura brasileña más queridas y valoradas por el pueblo. De hecho, a la mascota de los Juegos Olimpicos de 2006, celebrados en Río, se le puso su nombre por aclamación popular.

João Gilberto destacó como guitarrista, cantante y compositor, hasta tal punto que actualmente se le considera “el padre de la bossa nova”. Supo combinar el jazz con la música tradicional brasileña creando un estilo que influyó de manera decisiva en quienes llegaron después. Cuando falleció, a los 88 años de edad, Leonardo Rocha escribió para la BBC: “Su música describía un período lleno de optimismo en Brasil; un país urbano e industrializado que estaba construyendo una nueva capital (Brasilia) y soñando con tiempos mejores”. En cuanto a Tom Jobim, fue un compositor sobresaliente y está considerado hoy en día uno de los músicos de referencia dentro de la bossa nova. Su carrera estuvo llena de composiciones memorables, de premios Grammy y de álbumes con los mejores vocalistas del momento, como Frank Sinatra o Ella Fitzgerald.

 

En general, todos los implicados en la ejecución de esta obra maestra que es la versión de Verve, llegaron con el tiempo a formar parte del patrimonio cultural de Brasil y a ser amados como solo los brasileños pueden amar a sus artistas. Su música siempre destilaba optimismo, así que, si en algún momento se encuentran ustedes de bajón, les sugiero que escuchen algunas de sus composiciones, por ejemplo, “Desafinado”, “Chega de Saudade” o el emblemático “Brazil”. Cualquiera de ellas les arreglará el día, se lo aseguro.

“The Girl from Ipanema”. Getz/Gilberto

Ficha Técnica.

Antonio Carlos Jobim – piano.
Stan Getz – Saxo tenor.
Joäo Gilberto – Voces y guitarra.
Astrud Gilberto – Voces.

Fechas de grabación: marzo de 1963.
Fecha de publicación: mayo de 1964.
Estudio de grabación: A & R Recording Studios. New York City.
Productor: Creed Taylor.

Compositores: Antonio Carlos Jobim, música; Vinicius de Moraes, letra en portugués; Norman Gimbel, letra en inglés.

 

“The Girl from Ipanema”. Letra.

Olha que coisa mais linda mais cheia de graça
É ela menina que vem e que passa
Num doce balanço, a caminho do mar.

Moça do corpo dourado
Do sol de Ipanema
O seu balançado é mais que um poema,
É a coisa mais linda que eu já vi pasar.

Ah, ¡porque sou tão sozinho!
Ah, ¡porque tudo é tão triste!
Ah, ¡a beleza que existe!
A beleza que não é só minha
Que também passa sozinha.

Ah, se ela soubesse,
Que quando ela passa
O mundo sorrindo se enche de graça
E fica mais lindo por causa do amor.

Tall and tan and young and lovely
The girl from Ipanema
Goes walking and when she passes,
Each one she passes
Goes ahhh!

When she walks, she’s like a samba
That swings so cool and sways so gently
That when she passes, each one she passes
Goes ahhh!

Oh, but he watches her so sadly!
How can he tell her “I love her”?
Yes, he would give his heart gladly
But each day when she walks to the sea
She looks straight ahead, not at him.

Tall and tan and young and lovely
The girl from Ipanema goes walking
And when she passes, he smiles
But she doesn’t see.

Oh, but he sees her so sadly
How can he tell her “I love her”?
Yes, he would give his heart gladly,
But each day when she walks to the sea
She looks straight ahead, not at him.

Tall and tan and young and lovely
The girl from Ipanema goes walking
And when she passes, he smiles,
But she doesn’t see.

She just doesn’t see,
No, she doesn’t see,
But she doesn’t see,
She doesn’t see,
No, she doesn’t see.

 

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