Entrevistamos a Bill Oakes, supervisor de la BSO de Fiebre del Sábado Noche

La semana pasada se estrenó en España, solo para alquiler y compra en determinadas plataformas digitales, el documental The Bee Gees: How Can You Mend A Broken Heart. Un documental del que te ya te hablamos ampliamente, hace unos días, en Muzikalia. Uno de los personajes que aparecen es Bill Oakes, productor y guionista que trabajaba en la empresa de Robert Stigwood y sobre quien recayó la responsabilidad de confeccionar la banda sonora de Fiebre del Sábado Noche, después de que Stigwood comprara los derechos de la novela de Nik Cohn en la que se basa. Oakes fue un personaje clave en el éxito de la banda sonora, que se convirtió en la más vendida de la historia hasta aquel momento. Posteriormente siguió en el cine musical, esta vez como productor, repitiendo con John Travolta en Grease (1978) – encargándose asimismo de la segunda parte – y también con los Bee Gees en la adaptación del Sgt Pepper’s a la gran pantalla. Aprovechando el estreno del documental, pudimos hablar de todo ello con Bill Oakes en la que es la única entrevista que ha ofrecido a un medio español.

Empecemos por el principio. ¿Cuál era tu actividad profesional antes de entrar en RSO, la compañía de Robert Stigwood?

Antes de entrar en RSO ya trabajaba en actividades relacionadas con el mundo de la música. En realidad empecé en la música ¡a la avanzada edad de 21 años!

¿Cómo se produce la llamada de Robert Stigwood para incorporarte a su sello discográfico? ¿De qué te encargabas exactamente en RSO?

Stigwood me encargó poner en marcha RSO, su nuevo sello. Yo estaba en Nueva York mientras se representaba Jesucristo Superstar, el espectáculo de cuya gira norteamericana se encargaba Stigwood. Fue entonces cuando pensó que quizás debería crear su propio sello. Supongo que obtuve el trabajo porque me encontraba en el momento correcto y, literalmente, en la misma habitación que Robert. Teníamos que arrancar un pequeño sello en el que solo teníamos a los Bee Gees y a Eric Clapton, y poco a poco se convirtió en un gran sello, no en empleados pero sí en lo que a ventas se refiere.  Cuando nos metimos en el negocio de las películas me lo encargó a mí, que siempre había querido trabajar en el cine. Así es como me vi produciendo la banda sonora de Fiebre del Sábado Noche, y después Grease.

¿En qué momento tienes conocimiento por vez primera de que se estaba preparando una película sobre la «música disco»? ¿Te interesaba ese tipo de música? 

En realidad no sabía mucho acerca de música disco, simplemente me encontré con el trabajo. La música disco ya era muy grande antes de que hiciéramos la película, no es cierto que Fiebre del Sábado Noche impulsara la fiebre por la música disco, ya estaba muy extendida desde unos pocos años antes.

Entonces, ¿de qué forma te involucras en el proyecto?

Como he comentado, no se trataba de mi música favorita, pero me encontré en un club de Brooklyn con Nik Cohn, el escritor de la historia original en la que se basa la película. Él escribió ese texto para el New York Magazine sobre los jóvenes de Brooklyn saliendo a bailar los sábados por la noche. Todo un ritual: a diferencia del resto de noches, la del sábado se vestían para la ocasión, específicamente para la discoteca. Aquello era un fenómeno nuevo. Se lo hice saber a Stigwood, quien se interesó por la historia y compró los derechos. Ya teníamos el guión, y entonces pensamos… ‘necesitaremos música’, ¡es una película sobre el baile! Entonces hablamos como los Bee Gees. Así es como me vi envuelto en el proyecto.

O sea que desde el principio teníais claro que la banda sonora iba a estar compuesta por canciones de los Bee Gees,  algunas de ellas nuevas, ¿no? Al menos en su mayor parte.

Queríamos algunas canciones nuevas, sí. Al mismo tiempo, teníamos la idea de incluir algunas canciones ‘disco’ que fueran conocidas porque suponíamos que la gente lo querría así, música conocida que le diera autenticidad a la película. Escogí algunas de las que pensaba que eran las mejores canciones ‘disco’ del momento, cosas como «Disco Inferno» de los Trammps, «A fifth of Beethoven», canciones de KC & The Sunshine Band… Cosas así. Pero necesitábamos canciones originales que ayudaran a contar la historia, al menos que reflejaran lo que ocurría en la película. Ahí entraron los Bee Gees. Fuimos hasta Francia, donde se encontraban mezclando un álbum en directo. Creo que les dimos el guión, aunque no tengo claro que lo leyeran, pero al menos les explicamos de qué iba la historia. Exactamente tres semanas después recibimos una cinta con cinco canciones que habían escrito, tres de ellas exclusivamente para la película: «Night fever», «Stayin’ alive», «If I can’t have you», «More than a woman» y «How deep is your love». Nos quedamos con las cinco, las incluimos en la cara A del disco y además constituyeron el eje musical de la película.

Aparte de esas cinco canciones, ¿sabes si hubo alguna más que se finalmente se descartara?

No descartamos ninguna de las canciones propuestas por los Bee Gees. De hecho, a las cinco que nos mandaron añadimos «You should be dancing» y «Jive talkin'» para la banda sonora, ya que habían sido grandes éxitos anteriormente. Queríamos una banda sonora que fuera un disco para bailar, que tuviera vida más allá de la película. Era la época anterior a los CDs, así que teníamos dos discos de vinilo, queríamos llenarlos con 1 hora y 10 minutos de grandes canciones para bailar, que pudieras pinchar los discos en una fiesta y seguir con ellos hasta el final. Por eso rellenamos las otras tres caras de los discos con grandes éxitos de la música ‘disco’.

¿Te encargaste personalmente del proceso de selección?

Para el disco, sí. Para la película trabajé junto al director, John Badham, ya que en algunos casos necesitaba música específica para algunas escenas. Ensayamos algunas de ellas con diferentes temas, necesitábamos grandes canciones  de baile como «You should be dancing». Hubo algunas discusiones, cambios, dimos marcha atrás en algunas decisiones. En un par de ocasiones usamos canciones sobre las que no teníamos autorización. Fue culpa mía, y tuvimos que rehacer algunas escenas debido a cambios en las canciones. Todo se debía a las prisas, la película se iba rodando muy rápido. Para esa escena en particular (la de «You should be dancing») teníamos una canción de Bozz Scaggs, «Low down». En el último minuto nos negó el permiso para incluirla en la película, así que tuvimos que improvisar otra canción sobre las escenas y coreografías ya rodadas, lo que fue todo un desafío, muy complicado. Es una pena que Bozz Scaggs no quisiera su canción en la película, ¡hubiera podido comprar un par de casas! (ríe)

 

Te debes sentir muy orgulloso por haber contribuido a crear una banda sonora que, en su momento, se convirtió en la más vendida de la historia. Poca gente tiene algo así en su currículo. ¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes de aquellos años, y de qué forma determinaron tu carrera posterior?

Es extraño porque, en aquel momento, no teníamos la sensación de estar haciendo nada especialmente rompedor. Se trataba de reunir algunas canciones de grandes artistas para una banda sonora. Yo ya llevaba tiempo en el negocio y aquello no parecía muy diferente de lo que hacíamos con otros discos. Además, justo después de lanzar el álbum tuvo lugar aquel movimiento «anti-disco», el del mensaje «death to disco», así que pensé que habíamos llegado tarde, que habíamos perdido el tren. Lo que hicimos fue darle a la música ‘disco’ unos años más de vida. Recuerdo los estrenos, viajes alrededor del mundo, gente en todos los países vestida con trajes blancos, como Travolta… ¡Incluso gente ya muy mayor para vestir así! Era una película pensada para la gente joven, pero fue mucho más allá, algo que me sorprendió. Viajabas por el mundo y veías a gente de 50 o 60 años bailando en las discotecas. Como dije anteriormente, no era mi estilo favorito de música, pero la gente nos identificó con ella, relacionó a los Bee Gees con la música disco quizás de una manera exagerada. Yo simplemente seguí adelante con mi carrera, no me vi encasillado en ese tipo de música y pude seguir haciendo otras cosas.

Posteriormente fuiste el productor de otra famosa película musical, Grease. La mayor parte de las canciones de la banda sonora proceden de la versión teatral estrenada a principios de los 70, pero el tema que le da título fue escrito por Barry Gibb. ¿Por qué no la cantaron los propios Bee Gees en la película, o el mismo Barry? ¿Cómo fue la idea de dársela a Frankie Valli? 

Llegados a ese punto los Bee Gees eran más que populares. No queríamos saturar el mercado, tenían muchas canciones y discos en las listas. Además pensé que, en términos de autenticidad, Frankie Valli era alguien muy identificado con los 50, que es la época en la que se desarrolla la película. Por eso pensamos en darle la canción a alguien como Frankie Valli, o Frankie Avalon, y creo que la idea funcionó.

 

En breve se estrenará un documental (en el momento de hacer la entrevista todavía no se había estrenado) sobre los Bee Gees en el que apareces hablando precisamente sobre la génesis de Fiebre del Sábado Noche. ¿Has tenido ocasión de verlo? ¿Cómo se lo recomendarías a nuestros lectores a pocos días de su lanzamiento en España? 

Sí, lo he visto, pero no estoy seguro de haber visto la versión definitiva, ya que lo vi en Los Angeles cuando todavía estaban en proceso de edición. Creo que es muy bueno. Pienso que los Bee Gees están de alguna manera infravalorados en todo el mundo. No sé cómo son de populares en España pero en mi opinión, aunque no hayas escuchado ninguna de sus canciones, se trata de una gran introducción a su música. Para las generaciones que no conocieron en su momento a los Bee Gees es una magnífica forma de entrar en su historia, en su música; para sus seguidores será una gran celebración de su carrera y su música.

 

 

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