Especial 2010. Diez discos que cumplen una década

Cerramos el año recordando diez discos que cumplen una década. Si el mundo ha cambiado en 2020, imaginaos en 10 años. Hemos entrado en la década de los 20 a trompicones, con el mundo asolado por un maldito virus y por lo que parece, las cosas cambiarán a partir de ahora.

Pero si echamos la vista atrás, en estos últimos 10 años el salto ha sido descomunal. Cada vez compramos más online y el streaming ha ido ganando terreno. ¿Quién se imaginaba hace 10 años que podíamos tener acceso al cine y las series con la facilidad que nos dan las múltiples plataformas con las que contamos hoy en día? Por no hablar de servicios como Spotify, TIDAL, Deezer y demás, por entonces arrancando y hoy en día totalmente imprescindibles en detrimento del formato físico vez más residual.

Por no hablar de los teléfonos móviles. Si en 2010 aún estaban asomando las cosas que podíamos hacer con ellos, hoy en día son cámaras de vídeo, de fotos de gran calidad, centros de trabajo y de comunicación social. De hecho, nuestra publicación ha pasado en este tiempo a ser más consultada desde un teléfono móvil o una tablet, que desde un ordenador.

Pero vamos a lo importante, recordando 10 grandes álbumes de 2010, cinco nacionales y cinco internacionales, para calibrar el paso del tiempo y volver a rememorar sus canciones. Diez discos que cumplen una década:

Arcade Fire – The Suburbs

Un trabajo compacto y de largo minutaje, cuya grandeza reside en la solidez de su conjunto; que no llega a decaer en ninguno de los dieciséis cortes y que se desprende de lo que para muchos de nosotros lastró Neon Bible, esa vía del exceso. En The Suburbs, renuncian a la épica para optar por un producto ecléctico, rico en matices y luminoso, de marcado carácter contagioso y directo, donde temáticas amorosas, sobre el paso del tiempo y las modas actuales, muestran un resultado en el que aparecen representados todos los géneros musicales que Win Butler y compañía son capaces de afrontar sin despeinarse.

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Triángulo De Amor Bizarro – Año Santo

Es la ventaja (y la dificultad) del que juega con las balas contadas: al final del tiroteo no le ha sobrado ninguna, es verdad, pero por eso mismo no ha fallado ni un solo blanco, porque sabe cuán valiosas son. En Año Santo, todo son tiros certeros. La energía extrañamente positiva y contagiosa de “De la monarquía a la criptocracia”; la extraordinaria rudeza de “El radar al servicio de los magos” y “El culto al cargo, o cómo hacer llegar el objeto maravilloso” (enorme la dualidad de riffs gloriosos y ruido vs. la voz de Isa); el punk lisérgico de “Amigos del género humano”, “La malicia de las especies protegidas” y “Baile de los caídos”; el shoegaze fantasmagórico de “Super Castlevania IV” (canción de amor extremo), o el post-rock de túnel mal iluminado de “Muchos blancos en todos los mapas” y “Año santo”.

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The Black Keys – Brothers

El sexto largo de Auerbach y Carney es canela fina, un susurro en medio de una noche de desenfreno; un baño refrescante en una piscina de la que saltan gotas de clase en cada chapuzón. En el nuevo disco de Black Keys su habitual blues de arterias gruesas coquetea descaradamente con el soul y el resultado es algo tan elegante que debería formar parte de los requisitos para una velada de etiqueta.

El paso dado por el dúo es pequeño en la teoría, lo que ocurre es que se hace enorme en la práctica. Hace tiempo que Black Keys no son los de The Big Come Up (2002, Alive Records) y Thickfreakness (2003, Fat Possum Records), y ya se olía algo en su último disco. Attack & Release tenía esos proyectiles de blues-rock que eran “I got mine” y, sobre todo, “Strange times”, pero también dejaba abierta alguna puerta al terciopelo; “Things ain´t like they used to be” era la última canción de aquel disco, pero podría ser la primera de éste.

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Los Planetas – Una Ópera Egipcia

El nuevo camino emprendido por Los Planetas no tiene una única dirección. Hay mejor y más tamizado flamenco, pero también psicodelia y shoegaze como no lo había desde hace ya años (“Los Poetas”, que está al mismo nivel que “La Caja del Diablo”), pop del más afinado de su carrera (“No sé cómo te atreves”) e incluso electrónica (“La veleta”), aunque sea por casualidad, es decir porque Eric no estaba disponible para grabar y tuvieron que recurrir a Banin y a sus bases electrónicas. Entre todas ellas destaca especialmente “No sé cómo te atreves”, una canción de amor amargo en la mejor tradición planetera, compuesta originalmente para ser cantada por Christina Rosenvinge Nacho Vegas, que La Bien Querida y J han convertido en un clásico instantáneo.

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John Grant – Queen Of Denmark

John Grant Queen of Denmark, es sin duda uno de los discos más emocionantes y desgarradores de 2010. El álbum se abre con la orfebrería pop de “TC and Honeybear”, donde encontramos la increíble voz de Grant, una de las mejores actuales, viajando sobre las olas hechas con una instrumentación a base de guitarras, piano y flauta que te arrastran hasta llevarte al particular mundo del músico norteamericano. En el segundo corte encontramos uno de los momentos cumbres del disco y si me apuras de la última década del “Indie Rock” de Estados Unidos, “I Wanna go to Marz”, una canción que se mueve a ratos en la desesperación y otras en el optimismo, como tanto le gusta al músico, otra vez dando protagonismo a un piano cuyas notas te pueden decir más que algunos discos enteros de otros artistas.

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Standstill – Adelante Bonaparte

Estamos ante el disco en que la impronta de Enric Montefusco es más trascendental, en absoluto de forma invasiva, ya que es ese viaje a las cavernas de sí mismo el que dota de un carácter intransferible y vivo a la obra, pero sí es cierto que el potencial instrumental del resto de miembros se pliega al servicio de la idea con resultados no tan espectaculares como en anteriores ocasiones, pero del todo adecuados cara a lograr el concepto y la transmisión del mismo. En cuanto a las letras, la riqueza y complejidad poética y lírica de algunas figuras de Vivalaguerra (06) o, en menor grado, Standstill (04), dejan paso a unos versos más sencillos y por ello de emoción más directa, sin duda lo más expuesto que han hecho nunca (crepuscularmente bello el ejemplo de “El resplandor”). Digamos que la complejidad que rodea Adelante, Bonaparte en su concepción, se equilibra con resultados más llanos en algunas composiciones (“La hora del acuario”, “Sálveme quien pueda”).

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LCD Soundsystem – This Is Happening

Los que ya estén familiarizados con la obra de LCD Soundsystem encontrarán un disco más suave, más harmonioso y mucho más disco; las partes agrestes han quedado algo limadas, pero de ninguna manera han sido eliminadas. Seguimos encontrando la rítmica más feroz y la épica oscura y algo punk de “On repeat” en “One Touch” – de manera clara -, así como en ocasionales estallidos a lo largo de todo el disco. This is Happening también dará alegrías a aquellos que echen de menos al Murphy más tecno de “Losing my edge” o “Yeah” (temas, por cierto, que vuelven a tocar en directo en su actual gira) en “Pow Pow”.

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Los Punsetes – Lp2

No hay especiales novedades que resaltar en un estilo que se mantiene en coordenadas sobradamente conocidas y cercanas al rock de guitarras áspero y oscuro. Sin embargo el cambio es indudable y está relacionado con la afinación de ciertas cuestiones que quedaban pendientes en el primer disco. Por ejemplo el sonido, que en el pasado quizás pecaba de cierta linealidad, y que ahora gracias al excelente trabajo del productor David Beef, resulta más complejo y variado, manteniendo las mismas coordenadas mencionadas anteriormente.

En cuanto a las letras, de nuevo una buena ración de ironía y genialidad relacionada con la muerte (“Cien metros para el cementerio”), el consumismo (“Dinero”), o el costumbrismo moderno (“Estilo” y “las formas y colores de esos pantalones / se les pegan a las chicas a las tetas los Ramones”). Por encima de todas, “Tus amigos”, el himno más desagradable, pero a  veces más realista que puede cantar en una discoteca indie en estos momentos.

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Sufjan Stevens – The Age Of Adz

Realmente, en este disco hay Sufjan para todos los gustos: el cálido y pastoral de las inmensas “Vesuvius” o “I walked”, con la fragilidad y la dulzura que le caracterizaba.  El lunático impetuoso de “The age of Adz”, con quiebros, saltos, vueltas y mucha mucha fanfarria. Y ahora también el angustiado y furioso de “I want to be well”, con una tormenta de coros y unas letras coléricas. O el pomposo bromista de “Impossible soul”, un tema de 25 minutos que incluye coros infantiloides, autotune paródico y un final perfecto para sosegarnos tras la descarga marciana que representa este trabajo.

Un trabajo agudo, abarrotado, complejo y de una belleza dolorosa. Menos narrativo pero más íntimo y directo, más extravagante pero a la vez más accesible. Igualmente espectacular y que demuestra cómo un artista con la imaginación y la capacidad creativa de Sufjan Stevens es capaz de reinventar sus sonido fulminando cualquier tipo de duda y borrando de un plumazo cinco años de incertidumbres. ¡Bendito seas, Sufjan!

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El Guincho – Pop Negro

Pop Negro es un giro hacia el mainstream. De facturar sus discos anteriores en los márgenes más austeros de la industria, en esta ocasión tiene los medios y sabiduría para moldear el sonido que llevaba germinando desde hace tiempo en su cabeza. Ya no es el sonido que lo hizo triunfar en los medios alternativos americanos, deja atrás el tropicalismo y otros ismos misteriosos y se quita corsés de encima. Este es un álbum muy personal, maduro, lleno de inteligencia y con la misma brillantez melódica a la que nos tenía acostumbrados. Es mainstream no porque recuerde a este u otro grupo, ni está hecho para tal escena o la otra. Ni porque la producción tiene la extraña manía de querer sonar bien. Ni tan siquiera lo es porque homenajea a Radio Futura. Lo es porque hay una misteriosa línea que empieza con Alaska y Los Pegamoides, luego por Nacha Pop, sigue por Juan Luis Guerra, continúa con Mecano, enlaza con el David Byrne de Luaka Bop, esquiva con elegancia a Jarabe de Palo y se planta en un universo paralelo como alternativa a Shakira. Sí, los gustos fueron por otro lado pero quizás por el vuelo de una mariposa en Pekín no hemos visto a los Príncipes de Asturias en los conciertos de El Guincho.

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