Especial: Reivindicando a The Jesus And Mary Chain

The Jesus and Mary Chain anuncian nueva gira para 2020 -de momento sin fechas en España- en la que tocarán al completo su segundo trabajo, Darklands (1987). Una ocasión más que pintada para recordar su legado.

Existe algo que podríamos llamar terrorismo sonoro. Existen psicópatas armados con guitarras, y uno de los mejores exponentes de lo mucho que la locura puede aportar a la música es The Jesus and Mary Chain.

Ahora que parece estar más de moda hablar de post punk y no de rock and roll, ahora que los hermanos Reid son algo de culto, creo que tiene mucho sentido hablar de por qué  The Jesus and Mary Chain y no otras personas.

Estamos en 1980.  Estamos en Escocia. William y Jim Reid llevan cinco años en el paro, grabando bocetos de temas en algún cuatro pistas destrozado, configurando lo que será la imagen estética y sonora del grupo, escuchando a la Velvet y a los Sex Pistols. Estamos en 1980, y hay algo duro, distorsionado, ruidoso y palpitante surgiendo de las guitarras de un montón de chavales. Hace dos años, Siouxie and The Banshees alcanzaron el numero siete de las listas británicas con «Hong Kong Garden». Dos años después, en Manchester, Ian Curtis se suicida. Después, Joy Division se convertirán en los reyes del post-punk. En Liverpool, Echo and The Bunnymen acaban de sacar su disco debut. En Northhampton, Bauhaus, que todavía no lo saben pero se convertirán en los marginados, en un grupo deliciosa y rotundamente de culto, están masticando el post punk lo más rápido que pueden. En Nueva York tenemos a Sonic Youth, que serán los artistas, el avant garde del ruido.

Hay un montón de chavales por ahí metiendo distorsión y feedback a sus guitarras baratas, pero lo que The Jesus and Mary Chain tiene y los demás no, es un componente malvado, casi enfermizo. Incluso en sus primeros conciertos, con la guitarra de Jim Reid sin afinar, con una  batería hecha pedazos y un bajo que sólo tenía dos cuerdas, el proyecto demencial de los Reid suena como sonará en el futuro. Son diferentes. Están locos.

 

The Jesus and Mary Chain daban la espalda al público, se negaban a interactuar con ellos. Sus conciertos eran  una explosión suicida, una mezcla de violencia, distorsión, arrogancia y vulnerabilidad. Los cambios de line up  se sucederán de forma casi frenética. El proyecto suicida de los hermanos Reid es apto para muy poca gente. Se mudan a Londres, y Neil Taylor, de NME, los llama «el mejor grupo del mundo».

Van a decir muchísimas cosas sobre ellos. Durante un tiempo, los llamarán «los nuevos Sex Pistols». Tras el single «Upside Down», uno de los mayores éxitos de ventas y de charting de la historia de la música independiente de la década de los ochenta, la prensa contribuye a la creación del mito  con artículos que exageran el caos de los directos de los escoceses y los convierten prácticamente en disturbios armados. Los hermanos Reid son detenidos por posesión de drogas, y de repente estamos a finales de 1985 y Psychocandy ve la luz.

Psychocandy es un álbum totalmente revolucionario. Fue uno de los primeros discos que anticiparon el shoegaze, con una mezcla equilibradísima entre estructuras pop y distorsión abrasiva. Psychocandy es al mismo tiempo espiritual y guarrísimo. La voz es un susurro malvado, las letras mezclan una vulnerabilidad  que parece rozan la dulzura, y después se vuelven duras, descarnadas, sin ningún asomo de piedad. La distorsión de las guitarras destruye la barrera entre alta y baja fidelidad, se vuelve un muro de ruido incomprensible, para transformarse en segundos en algo diáfano, suave, limpio. En algo bueno para tu alma.  Psychocandy es, básicamente, un disco que hace lo que le da la gana. «Never Understand» es rock and roll para perdedores. «Just Like Honey» es una canción de amor para enfermos mentales. «In a Hole» es contestataria, rápida, desesperada, se burla un poco de ti. The Jesus and Mary Chain siempre se burlan un poco de todos los demás, porque ellos son la hostia y tú no. «Taste Of Cindy» anticipa lo que serán todas las canciones sobre mujeres de The Jesus and Mar Chain:  algo purísimo, lleno de amor y de desesperación.

 

El primer single, «Never Understand», con una polémica cara B que inicialmente se llamaría «Jesus Fuck», fue un bombazo. Mientras la crítica los ponía por las nubes,  corren rumores sobre robos a la discográfica por parte de los Reid. En sus conciertos se tiran botellas, la policía irrumpe, el grupo dice que la violencia es la única forma de arte verdadera, el público destroza las salas de conciertos,  un montón de radios y de locales los banean, los chicos se van de gira por América y después por Japón, generando otra vez su vértigo y su violencia.

 

Ahora, es fácil ver que The Jesus and Mary Chain era uno de esos grupos con una visión. En aquel momento, solamente lo sabíanWilliam y Jim Reid. La mayor parte de los grupos encuentran, bolo a bolo y disco a disco, los elementos que los harán novedosos, corrosivos o revolucionarios. The Jesus and Mary Chain no encuentran sino que saben. Lo que los convierte ahora en algo de culto es lo mismo que estaba ahí la primera vez que tocaron en alguna sala de mierda perdida por Escocia.

En 1987, después de dos cambios más en la formación, se publica Darklands, su primer disco verdaderamente adulto. El sonido de Darklands es infinitamente más melódico. La batería es electrónica, la atmósfera que lo envuelve es menos volátil, más pesada, las capas que conforman el sonido son más delicadas y más sutiles que en Psychocandy. La oscuridad de Darklands es profunda y organizada. La voz ya no es un susurro, sino un hilo conductor que habla directamente con el oyente, y las letras ya no son esa mezcla corrosiva de angustia y breves momentos de felicidad, sino que exploran una melancolía que es luminosa. Darklands irradia una luz melancólica muy especial, una tristeza que sienta bien.

 

La madurez musical de The Jesus and Mary Chain está marcada por Darklands y por el arresto de Jim Reid por golpear a un fan con el micrófono en un concierto en Toronto. Su noche en la cárcel marca el final de la época furiosamente violenta del grupo. Y, después, como respuesta, como disco de transición hacia algo que aún es desconocido, aparece Automatic (89).

 

Automatic es el único disco de los escoceses que no surge desde dentro, sino desde fuera. Automatic puede resumirse como una mala idea. Cargado de sintetizadores y de teclados, desvía la profundidad y la maldad de los trabajos anteriores y lo convierte en un pastiche de intención comercial, ausencia de lirismo y melodías estupidantemente pop. Automatic no es un buen disco, pero los escoceses sigue siendo un grupo  majestuoso. A principios de los noventa, se embarcan en una gira con Blur, Dinosaur Jr. y My Bloody Valentine, y en 1991 sacan el single «Reverence», una de las canciones de rock mejor hechas de la década y un juguetito polémico a nivel lírico («I wanna die just like JFK, I wanna die in the USA… I wanna die just like Jesus Christ, I wanna die on a bed of spikes») que anticiparía lo que será Honey´s Dead (92), el álbum de referencia de los escoceses, a pesar de las críticas dispares que recibió.

 

Honey´s Dead lleva el sonido descarnado de Psychocandy a un nivel más adulto, más accesible, pero mantiene su tono corrosivo, marcadamente sexual («Teenage Lust» es el ejemplo perfecto de esa sutileza sucia). Honey´s Dead también toma las referencias melódicas de Darklands y envuelve con ellas la acidez de las guitarras. La voz suena fuerte, segura, convencida. Otra vez, los Mary Chain crean un disco con autonomía, un disco que es imposible de captar sólo con una escucha. El cuarto trabajo de estudio de los escoceses es uno de los discos raros más bellos de los noventa.

 

Después de un par de recopilatorios y más cambios de line up, después de decir que Lolapalooza fue la peor experiencia de su vida y mandar a la mierda a su primera discográfica, aparece Stoned and Dethroned.

Estamos en 1994. El post punk americano ha parido al lo fi, el grunge está en auge, América es el centro de muchas cosas y en Inglaterra están perdiendo el norte. Loas hermanos Reid apagan la distorsión y su quinto álbum de estudio es un trabajo inesperadamente cristalino, con canciones que oscilan en torno al concepto de la carretera americana y que no tienen grandes subidas ni bajadas en sus pulsaciones. Los escoceses abandonan la furia y crean algo que es ligero, bello,  refulgente. La violencia se convierte en otra cosa.  Hope Sandoval, de Mazzy Star, y por entonces novia de William Reid, colabora en «Sometimes Always» y Shane McGowan lo hace en la rareza que es «God Help Me».

 

Estamos en los noventa. Estamos hablando de un grupo que comenzó su trayectoria a principios de los ochenta, y que diez años después tiene la capacidad de cambiar a otra cosa. Stoned and Dethroned es un experimento, es la gran broma final de los hermanos Reid: hacer algo que nadie se esperaba, y además hacerlo a tiempo. Gracias a su quinto álbum, los Mary Chain se libran de una vez por todas de dos cosas: el malditismo y caer en la fórmula, convertirse, como les pasó a muchos otros, en dinosaurios musicales anclados a un solo género.

El último álbum de estudio de los de Kilbourn fue Munki (1998). Munki es una palabra sin sentido, no significa nada, no quiere decir ninguna cosa en absoluto. Eso era lo que buscaba el grupo al titularlo. Algo que ya no sólo no sonase a ellos, sino que no sonase a nada en absoluto. Personalmente,le tengo un cariño especial a Munki porque suena exactamente como lo que es: el último. Además, por primera vez, las tensiones entre los hermanos Reid, que llevan fraguándose y agravándose casi dos décadas, son visibles a nivel musical.  Jim Reid escribe «I Hate Rock and Roll», William Reid escribe «I Love Rock and Roll», el disco los compenetra musicalmente a los dos, pero la sinergia ha desaparecido. La grabación del disco supuso un esfuerzo titánico. Ninguno de los Reid coincidía con el otro durante el proceso. Munki carece de melancolía, es un disco triste, el primero de los escoceses en no ser un éxito comercial. El disco de la puta separación.

 

En un concierto en Los Ángeles en el que Jim Reid aparece en el escenario tan borracho que no es capaz de cantar, su hermano abandona la actuación a los veinte minutos de haberse iniciado. De la misma forma que la noche en la cárcel de Jim marcó el fin de la era violenta de los Mary Chain, el concierto fallido en Los Ángeles marca el fin, al menos temporal, de los padres escoceses del post punk. Después, Jim Reid diría que él y William siempre querían matarse el uno al otro después de cada gira y que, simplemente, al final de la última gira lo intentaron.

Después pasaron muchas cosas. Los dos Reid se pusieron a hacer cosas por su cuenta. En 2007, The Jesus and Mary Chain tocaron en Coachella. Colaboraron en bandas sonoras, volvieron a hacer giras juntos, hablaron incansablemente en entrevistas sobre volver a grabar… Lo maravilloso que han tenido los dos psicópatas hermanos es que jamás podremos intuir qué es lo que viene ahora.

Tras girar con Psychocandy en 2015 volvieron a sorprendernos con un disco nuevo, construido a base de retales de canciones compuestas durante estos años de impass. Damage and Joy (ADA/Warner Music), que contaba con la producción de Youth (Killing Joke) e incluía las colaboraciones de  Isobel Campbell, Sky FerreiraBernadette Denning y su hermana Linda Reid.

 

Ahora volverán a los escenarios con Darklands, pero ya se habla de un nuevo disco para después. Quedamos a la espera.

 

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