Grimes – Miss Anthropocene (4AD/Popstock!)

El término antropoceno, a nivel humanístico, está siendo un concepto problematizado por filósofos, politólogos, agentes ecológicos, y hasta por grupos de heavy metal. El desafío en el que nos encontramos por el desgaste de los recursos naturales es una de las preocupaciones fundamentales de los organismos internacionales, Estados, así como por geólogos y ciudadanos de a pie, que intentamos poner nuestro granito de arena.

Antropoceno, en este siglo XXI, viene presidido más que nunca por los conflictos de la industrialización y el sistema capitalista. Algunos pensadores le ponen fecha de inicio a este periodo: 6 de agosto de 1945, con las bombas a Hiroshima y Nagasaki en el que se puso encima de la mesa el poder del ser humano para interferir en nuestras relaciones con la naturaleza, y de paso, escenificar el teatro del horror; otros teóricos de avienen a encasillar el término dentro de la década de los 60 , en el momento en el que surge la Revolución Verde en contra de los sistemas de ingeniería genética que tuvieron consecuencias que llegan hasta nuestro días (cultivos con pesticidas, cambio climático, agotamiento de recursos, etc.)

Una vez dadas unas pinceladas para situar la importancia del vocablo de marras, y como he comentado anteriormente, la música no es ajena a estos desafíos medioambientales y, Claire Boucher se apunta al carro con su desconcertante quinto álbum Miss Anthropocene, que la sitúa en la vanguandia de la vanguardia de las pop stars. O quizás menos. Veremos.

Está claro que Grimes le gustaría ser una diva al estilo Beyoncé o Mariah Carey, pero mientras esperamos que eso pase -quizás en un Top Of The Pops en ¿marte? -, ella ya propuso con su anterior Art Angels (2016) un deslavazado recorrido por sus influencias que iban de Madonna a Miley Cyrus, pasando por el bro art, Cindy Lauper y hasta el K-pop. Un disco resultón en el que demostraba que ser una buena recicladora apunta a ciudadana ejemplar.

Como ella misma anunciaba en su cuenta de Instagram, quiere proponer un viraje ecologista simpático y hedonista, aunque no exento de graves soflamas sobre una colcha de sonidos que van desde el stoner rock hasta el poso emo-confesional vaporoso. Ella es una artista de lo más audaz, diríamos que muchas veces no sabe donde llegan sus limitaciones, y por lo tanto, se lanza al vacío sin ningún sostén que amortigüe la caída.

Comienza el disco con “So Heavy I Fell Through The Earth” (aquí relata el yugo que padece la mujer en el sistema patriarcal), y entre el abigarrado latido de bajos y sintetizadores se me ocurre que Boucher rinde un homenaje a Massive Attack en plan new age. Disfrutable pero tendente a la indigestión. “Darkseid” es una delicia de pop atmosférico con la ayuda en el recitado de la rapera taiwanesa Aristophanes. Uno de los mejores temas del disco.

Los acordes acústicos y poperos de “Delete Forever” se balancean entre notas de banjo esculpiendo así una delicada muestra de weird folk, mientras que el sonido baleárico recorre los confines de la mediocre “Violence”, y los forzados acentos orientales de “4æM” no aportan nada (¿Grimes meets Ofra Haza?) bueno, más bien synth pop de garrafón.

Parecidos razonables con Garbage se rastrean en “You’ll Miss Me When I’m Not Around”, y engarza versos tan infantiles como “I shot myself yesterday/Got to Heaven anyway/Think I might regret it now/Tie my feet to rocks and drown”, y en “Before The Fever” se atrinchera como estandarte del metal gótico sinfónico cool, y se queda más ancha que larga. Parece que cae todo en picado hasta que aparece “IDORU”, pieza final del disco, una pimpante tonada en la que Grimes saca buen partido de su voz en un selvático viaje con inesperados recovecos que recuerdan a Kate Bush. Disco errático, aunque esté en el camino de ser una megaestrella del emogothicpop.

Escucha Grimes – Miss Anthropocene

 

 

 

 

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