La música tiene un gran impacto en nuestros cerebros
Hay quien afirma que la música tiene la importante función de hacernos más inteligentes. Pues bien, debes saber que cualquiera que haya intentado demostrar el llamado “efecto Mozart” ha recibido un aluvión de críticas y contraejemplos, a veces incluso en tono de burla.
Sin embargo, si estudiamos los efectos de la música en el cuerpo, descubrimos que, efectivamente, la música hace mucho bien, como demuestran varios estudios científicos. Por ejemplo, tumbarse y escuchar música agradable mejora la circulación, reduciendo la presión arterial. Aquí se podría objetar que relajarse en un sofá con un libro interesante podría tener el mismo efecto. Sin embargo, el impacto de la música ha sido objeto de investigaciones “puras”, utilizando ratones de laboratorio y diseñadas específicamente para intentar descubrir si estos efectos tienen una base fisiológica independiente de lo agradable del estímulo o de la comodidad del sofá.
La música como motivación e incitación
Especialmente en las actividades físicas, la música es utilizada para motivar y concentrar a los deportistas. Así, un estilo musical más rápido podría incitar a movimientos más intensos. De la misma forma, el uso de melodías pegadizas en las tragaperras incitan al jugador a seguir el juego y permiten aumentar la adrenalina al momento de descubrir el resultado, y aumentar el sentimiento de alegría cuando el jugador ha ganado un premio.
Lo mismo sucede en el marketing y los anuncios en medios como la televisión y la radio. ¿Cuántas veces se nos ha metido una canción en la cabeza? A menudo, relacionamos este hecho con la calidad de la publicidad y del producto, lo que termina desembocando en una compra, a veces innecesaria y simplemente relacionada con el sentimiento que nos transmite al escuchar la canción. De hecho, normalmente el efecto suele ser independiente del género musical y de los gustos del oyente. Así, el efecto de la música no dependería del estilo, sino del ritmo.
Mozart y la hipertensión arterial
Para explicar por qué la música puede reducir la presión arterial, los neurocientíficos Den’etsu Sutoo y Kayo Akiyama, de la Universidad de Tsukuba (Japón), observaron a un grupo de ratones con presión arterial alta escuchando la sétima sinfonía de Mozart.
De esta forma, los investigadores japoneses descubrieron que escuchar música aumenta la cantidad de calcio que se envía al cerebro. Esto activa la producción de dopamina que, a su vez, inhibe la actividad del sistema nervioso, reduciendo así la presión arterial.
En resumen, a través de la dopamina, Mozart garantiza a los ratones una mejor salud cardio vascular y, por lo tanto, presumiblemente, una mayor esperanza de vida.
La musicoterapia, ¿una opción real?
Con los resultados de la investigación japonesa, es posible prever el uso de la música para corregir ciertos síntomas de enfermedades relacionadas con esta hormona, como la enfermedad de Parkinson.
Por su parte, un grupo de investigadores italianos e ingleses ha estudiado los efectos del ritmo y de la melodía en la respiración y otros parámetros circulatorios. La velocidad de la música influye en nuestra fisiología. En particular, acelera la respiración y aumenta la presión y la frecuencia cardíaca en proporción de la música y su complejidad.