Libro: Yo Soy Brian Wilson… y Tú No – Brian Wilson (Malpaso)

Era sin ningún tipo de dudas uno de los esfuerzos editoriales más importantes del año. Sobre la figura totémica de Brian Wilson se habían editado muchos libros que ensalzaban la creatividad privilegiada de uno de los más talentosos compositores pop de la historia. También hay, claro, panegíricos que tratan acerca de sus adiciones pasadas, sus problemas mentales, sus infidelidades, y en definitiva, su coqueteo con el reverso oscuro del sueño americano.

Tener en nuestras manos unas memorias del autor de Pet Sounds era una golosina para todo melómano que se preciara. Este “Yo Soy Brian Wilson… y Tú No” (Malpaso, 2019) es un regalo un tanto envenenado. Por motivos que desconozco, la editorial no ha cuidado la traducción, e incluso se ha tomado licencias innecesarias (¡esa traducción del título de la obra!), y hay más de una errata ortográfica. Una pena. Los fans de Brian merecíamos un trabajo más riguroso y cuidado.

Dejando a un lado esta desaliñada edición, estamos ante un testigo privilegiado de un profundo cambio en la historia de la música moderna , y son reveladoras sus evocaciones de una época en la que la música pop se abría a los anhelos de un nuevo y pujante estamento social –la gente joven y su mercantilización- hasta ahora ignorada, una gente joven que renegaba de la herencia dejada por los padres y que ambicionaba sonidos preñados de rebeldía. La mente por momentos obtusa y desquiciada, y en otras genial y preclara del surfing boy, describe una carrera sacrificada por y para la música. Hallar entre las entrañas del pentagrama el estribillo perfecto, la nota correcta, esa era y es la finalidad de un hombre que de pequeño se regía, junto a sus hermanos Dennis y Carl por una autoridad paterna férrea que le marcó para los restos. Como cuenta Wilson haciendo referencia a una tonada de Burt Bacharach  “una casa es un edificio. Un hogar es un sentimiento”, y para él su infancia va ligada a la sensación de que no se crió en un espacio que alentara a creer que era su sitio.

De su infancia en Hawthorne, recuerda a una madre sacrificada en la crianza de sus retoños, y a un padre dogmático que traía discos a casa de Les Paul, Mary Ford, o Perry Como. La playa estaba cerca de casa, pero el joven Brian no la pisaba, aunque sí le gustaba oír el murmullo de las olas rompiendo en las rocas.

Los episodios memorísticos se suceden sin un hilo argumentativo muy claro. La mente de nuestro hombre divaga, y los recuerdos van entrelazándose a base de bruscos flashbacks en ocasiones inconexos o confusos. Una mente singular repleta de melodías que a veces se quedaban rondando por ahí hasta que germinaban en canciones. Brian ya escuchaba esos extraños ecos en su cabeza que no le dejaban en ningún momento. Quizás los efectos del LSD hizo que su mente se expandiera, que su propio yo se materializara en materia universal. Pero esas voces que percibía desde temprana edad posibilitaron una mágica intuición para lidiar con las armonías musicales: “toda música que te entre así al alma es música soul y te ayuda a recordar que las voces son algo hermoso y no algo oscuro que hace eco en tu cabeza”.

Las voces palpitaban en su atormentada cabeza, pero le daban un respiro en el estudio de grabación como por acto de magia. Y entre esas cuatro paredes se gestaron obras alucinantes (y alucinadas) como Pet Sounds, Wild Honey, SMiLE, o Surf’s Up. Sobre Pet Sounds, obra que para muchos supuso un cambio de paradigma en la forma de aprehender el sonido, se inició con los sonidos de “Be My Baby” que martilleaban el inconsciente de un Brian Wilson que quería poner(se) al límite, y explorar los márgenes del formato canción tan solo grabadas en cuatro pistas. Un alquimista en el laboratorio mágico de su mansión en Los Angeles. De esa obra maestra del pop siempre quedaran prendadas en la memoria colectiva canciones como “Wouldn’t It Be Nice (adolescentes que actuaban como mayores), “God Only Knows” (grandilocuencia spectoriana a caballo de versos que trazaban caminos que transitaban por conceptos como el Dios redentor y el amor incondicional), y la, para mí, cumbre de ese álbum, “Caroline, No”, dedicada a una antigua novia, y los miedos de perderla definitivamente. “I remember how you used to say/you’d never change, but that’s not true/oh, Caroline, you break my heart”.

Brian Wilson sigue en activo. Sus heridas sangran, pero menos. Se ha reconciliado con su propio pasado. La música lo salvó, y para muchas generaciones posteriores los ecos de su mente, indescifrables, nos pertenecen para siempre aunque jamás descifraremos sus mensajes. Acaban estas memorias nervioso por afrontar una nueva actuación. Se levanta de la silla, y se dirige al escenario.

Para rendir tributo a Brian Wilson, y aprovechando el tirón editorial, he pedido a algunos artistas, críticos musicales y escritores su canción favorita del bardo de Inglewood. Gracias a todos por subiros a la ola…

Cathy Claret – “Then I Kissed Her”

Daniel O’Sullivan (Grumbling Fur, Guapo) – “Don’t Worry Baby”

Evripidis Sabatis – “Please Let Me Wonder”

Francisco Eduardo Conde Ruiz (Conde) – “Surf’s Up”

Gonzalo Fuster (El Ser Humano) – “’Til I Die”

Jorge Tórtel – “The Warmth Of The Sun”

Joseba Irazoki – “When A Man Needs A Woman”

Joserra Rodrigo – “I Just Wasn’t Made For These Times”

Juan G. Acosta (Naja Naja) – “Heroes And Villains”

Javier De Diego Romero – “Don’t Talk (Put Your Head On My Shoulder)”

Lolo Lapón – “Would’t It Be Nice”

Luis Boullosa (Broke Lord) / Germán Carrascosa – “God Only Knows”

Miqui Puig – “One For The Boys”

3 comentarios en «Libro: Yo Soy Brian Wilson… y Tú No – Brian Wilson (Malpaso)»

  • el 26 agosto, 2019 a las 10:10 pm
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    ¡Hola!
    Qué joyita editorial para los seguidores de Beach Boys. Es una pena lo que mencionas de «licencias innecesarias», y «erratas ortográficas». ¿Tienes a la mano ejemplos de esto? Me gustaría saber con certeza a lo que me enfrento si llego a comprar el libro.

    Haces un gran trabajo. ¡Muchas felicidades!

  • el 27 agosto, 2019 a las 8:40 am
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    Hola Susan.
    La misma traducción del título es una licencia que, para mí , sólo obedece a la vorágine mercantil. Existen errores ortográficos (siento no ponerte ejemplos ahora ), y la traducción en mejicano tiene palabras que aunque se entiendan suenan raro. Es un tema pantano , porque en definitiva es español y nos entendemos, pero hubiera optado por un lenguaje más neutro.
    Saludos, y gracias por tus cumplidos.

  • el 22 septiembre, 2019 a las 8:00 am
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    La mayor leyenda viva de la Industria,cualquier cosa buena que se pueda decir sobre Brian es poco,habrá que hacerse con ese libro a pesar de la mala traduccion

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