Maria Arnal i Marcel Bagés – Clamor (Fina Estampa)

“Volver a empezar de nuevo/aunque el viento sople de cara/si hay tempestad habrá calma/volver a sentir el fuego/vivir como si fuera juego”

Como si no hubiera existido esa aclamada puesta de largo con 45 Cerebros Y 1 Corazón. Conjurar un nuevo lenguaje creativo aun sabiendo que las referencias que apuntaban ese asombroso debut tenían muchas tramas todavía por desarrollar. Así se comporta la gente que crea desde los abismos, y que no experimentan ninguna sensación de temor a desplazarse hacia nuevos marcos conceptuales, cincelando texturas y armonías indomables. Maria Arnal i Marcel Bagés tenían claro que tras el éxito del arriba mencionado disco en donde hibridaban pop, folk y la canción política esculpiendo un pentagrama en donde la voz de Maria lo inundaba todo, el siguiente paso discográfico tenía que devolverlos a un autoimpuesto sabotaje. El sistema capitalista, ese que nos insufla la calma con las “zonas de confort”, posibilita que células insobornables abran brechas, o enormes cráteres que dinamiten esa dinámica envenenada.

Aunque no es un disco que coincidiera con el bloqueo pandémico, las emociones que encapsulan el dúo barcelonés en esta obra maestra, Clamor (Fina Estampa, 2021), tienen que ver con tiempos de incertidumbre, de temores a no divisar un horizonte claro, del miedo a esos grandes silencios que ellos mismos cantan en este álbum. Son tiempos que nos debería hacer replantear nuevos mitos, nuevas dinámicas de resistencia, nuevas formas de colectivismo. Inventar, al fin y al cabo, un nuevo lenguaje que nos abra en canal y que amplifique nuestros latidos para derribar muros, y volver a mirar para nombrar de nuevo con una mirada nueva.

Clamor es una metáfora del apocalipsis. La luz del descubrimiento de revelaciones que coartaban nuestros vínculos. Volver a reinventarse (sí, otra vez) para seguir vivo, una máxima que afrontan con un caudal irrefrenable de sonidos y referencias musicales y literarias que no hacen otra cosa que constatar que juegan en una liga diferente al resto.

La génesis de estas nuevas canciones data de 2017: Maria fue a ver la exposición “Después del fin del mundo” en el CCCB de la Ciudad Condal y quedó prendada. Empezó su amistad con el comisario de la muestra, José Luis De Vicente, y sus conversaciones y puntos de vista coincidían en encarar la crisis climática en su encaje con la filosofía y las artes escénicas. Junto con Marcel empezaron a experimentar con software (Arnal aprende sus primeras nociones de Ableton), se empapan de las teorías queer de Paul B. Preciado, de la cosmología ciborg y del simbolismo de la primatología de Donna Haraway, estudian los discos de Björk a nivel lírico, pero sobretodo, la influencia de la islandesa en la creación de espacios hiperrealistas. Todo queda contenido en estos surcos de endiabladas sinfonías preñadas de emoción y futurismo que cuenta con una excelsa producción de David Soler.

Abren con “Milagro” (los versos que encabezan esta reseña pertenecen a esta partitura) en la que narran la necesidad de crear lazos entre los humanos y empezar una revolución. Maria canta en primer término, mientras un manto de loops pregrabados de sintetizadores y guitarra eléctrica va envolviendo su fraseo.

“Ventura” y “Fuera De Mí” tienen mucho en común con los experimentos vocales de la citada Bjork, y el halo folk se funde con la mullida sección de palpitantes graves y sinuosos arreglos drum & bass, y a nivel lírico se insta a retornar a un estado primigenio de unión con la naturaleza.

En “Meteorit Ferit” se alían con los espacios abiertos y de texturas imbricadas con ritmos entrecortados y voces que van doblándose, estableciendo una metafórica orografía sígnica de realidad virtual, mientras que “Cant De La Sibil-la” (con arreglos de Holly Herdon) toma prestada la mística medieval en la figura de Hildegarda De Bingen, la field recording, y las posibilidades de la voz (trans)humana.

La preciosa “Tras De Ti” tiene unos arreglos de ensueño por Morphosis Ensemble en el que las cuerdas arpegiadas se enhebran con mutantes ritmos electroacústicos. Y unos versos finales que abren las puertas a la esperanza: “Yo le cantaré a este final/sin melancolía/porque en cada átomo/temblará una utopía…”

La mítica banda Kronos Quartet acompaña con el tañido misterioso de sus cuerdas en “Jaque” cuyas resonancias mutantes recuerdan a Arca y al ritual pagano, casi en trance, cuando Maria repite “alza la voz”, un santo y seña de volver a la acción.. Ya en la recta final, “El Gran Silencio” hace un guiño al escritor de sci-fi Ted Chiang a ritmo de sonidos siempre en fuga como meteoritos luminosos que describen el camino de una utopía. Y sobre esto va la breve “Hiperutopia” con un recitado de un pequeño verso mientras la voz va mudando sus contornos hasta casi quedar desfigurada en un devenir abstracto en una realidad acelerada y fragmentada. Todo acaba con el repicar de unas campanas. Una visión a lo lejos.

Pero mientras, el disco gira y gira.

Escucha Maria Arnal i Marcel Bagés – Clamor

 

 

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